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La intuición del policía Cupido

Eugenio Fuentes diseña una trama nada fácil, sinuosa como la mente del culpable, y suspendida hasta las últimas páginas de la implacable intuición del protagonista

J. Ernesto Ayala-Dip

Hace bastante más de una década, recuerdo que leí la tercera novela de Eugenio Fuentes, La sangre de los ángeles. Había leído la anterior, El interior del bosque,y me convenció enseguida el perfil psicológico de su detective Ricardo Cupido. A esas novelas les encontré algunos defectos, unos de escritura y otros de tensión dramática. Ha llovido mucho desde entonces y es muy difícil ahora poder encontrarle al autor extremeño no solo esos defectos que enumeré, sino otros menos relevantes. No olvido que también me pregunté si después de Carvalho, el célebre investigador de Vázquez Montalbán, se podía hacer algo interesante con un detective privado.

Algunos autores españoles habían comenzado a ensayar otros protagonistas más verosímiles para sus lectores. Me refiero a la inspectora Petra Delicado y al sargento de la Guardia Civil Rubén Bevilacqua (con sus respectivos escuderos: el subinspector Garzón y la agente Chamorro), de Alicia Giménez Bartlett y Lorenzo Silva, respectivamente. Estos personajes son funcionarios, como también lo son la comisaria María Ruiz, de Berna González Harbour, y el inspector de la policía de Barcelona Ricardo Méndez, de Francisco González Ledesma. El perfil del detective privado, en la novela española, siempre adoleció de su subordinación sentimental a los grandes sabuesos de la literatura negra norteamericana. Para los lectores españoles son más creíbles policías como los que ven en las comisarías, cuando van a renovarse el carnet de identidad. Por ello me hice aquella pregunta. Y todavía me la sigo haciendo. Es posible que Eugenio Fuentes, a esta altura de la consolidación narrativa de sus entregas policiacas, ya no pueda cambiar de héroe. Y reconozco que si yo hubiera creado un personaje como Ricardo Cupido me quedaría tan ancho y seguiría encargándole trabajo.

Cupido no es un investigador con oficina en una ciudad inabarcable y cosmopolita. Lo es en una localidad pequeña, casi pueblerina, naturaleza viva y pura llamada Breda, de la absoluta invención de Fuentes. La nueva novela de Fuentes es Mistralia. Una mujer es hallada colgada de una cuerda en una zona de energía eólica. Mistralia es la empresa que explota esa energía y para la cual trabajaba la ingeniera muerta. Cupido es contratado para averiguar todo lo que pueda sobre esa misteriosa muerte. Los análisis forenses avisan que la muerte no fue suicidio. Cupido tiene ante sí un asesinato en toda regla. Mistralia está soberbiamente escrita. Marca de la casa es la descripción de la naturaleza, los valles, las alturas, los quiebros del paisaje. Un contraste inteligentemente concebido como fondo de un infierno muy cercano. Eugenio Fuentes diseñó una trama nada fácil, sinuosa como la mente del culpable, y suspendida hasta las últimas páginas de la implacable intuición de Cupido.

Mistralia. Eugenio Fuentes. Tusquets. Barcelona, 2015. 296 páginas. 19 euros.

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