Los versos sueltos del pop y el rock
Éxitos inclasificables del pop, en una nueva entrega de ‘EL PAÍS de música’
Cuando a finales de 2013 el equipo de desarrollo de EL PAÍS de Música empezó a reescuchar, ordenar, clasificar, escoger y descartar canciones para la colección, se dio cuenta de que un buen número de ellas quedaban fuera de los conceptos que se manejaban. Y, no obstante, eran canciones de éxito, muchas de las cuales podían considerarse históricas en el pop y el rock españoles. Obviarlas era intolerable: la visión global que la antología pretendía ofrecer de medio siglo de música en España habría quedado mermada. De modo que después de darle muchas vueltas —y de reescuchar, ordenar y todo lo demás por enésima vez— decidieron agruparlas en un mismo libro-CD. Tenía sentido: su singularidad las unía.
Estas Piezas únicas lo son por diferentes razones. Algunas vienen firmadas por lo que en el argot anglosajón de la música se conoce como one hit wonders: grupos o solistas de un solo éxito. Son canciones cuya fama superó la de sus creadores. En esta categoría encontramos joyas de la nueva ola como Groenlandia, de Zombies, grupo efímero —dos elepés— del posterior compositor de bandas sonoras Bernardo Bonezzi (ya tristemente fallecido), con una melodía tan popular que se convirtió en uno de los jingles de radio más recordados de Los 40 Principales; o Para ti, de Paraíso, un mantra generacional a la altura de Chica de ayer o Déjame, y, sin embargo, fugaz. En otra onda y una década anterior, Gavilán o paloma, de Pablo Abraira, tuvo un impacto tan mayúsculo que relativizó otros logros del cantante, ya para siempre recordado por esta poderosa balada; un poco lo mismo que Jarcha y su peculiar Libertad sin ira, mitad canción de autor, mitad campaña de lanzamiento de un periódico. O, en fechas más recientes, Nena Daconte, con su insuperable Tenía tanto que darte. Aunque si hay un one hit wonder español es el grupo Smash: se adelantó tanto a su tiempo que su embrionario y legendario El garrotín ha quedado como un verso suelto en la historia del rock andaluz.
Otros nombres en este CD han nadado en la abundancia del reconocimiento, pero escapan a todo intento de catalogación. Es el caso de Jarabe de Palo, que abre el disco: un cantautor con nombre de grupo que hace rock con trazas latinas; o Manolo Tena, que a principios de los noventa dejó de ser el músico iconoclasta para reaparecer como una especie de crooner rockero. En el otro extremo, Burning, emblema del rock español, solo abandonó su posición clandestina para facturar una célebre contribución al cinel.
En fin, canciones excepcionales para redescubrir, en la nueva entrega de EL PAÍS de Música que encontrará mañana en el kiosco, por 5,95 euros.
Babelia
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