Vivir las obras maestras del Thyssen
El museo se alía con PlayStation para lanzar ‘Nubla’, su gran videojuego
Dalí lo imaginó como un elefante de patas cuasi infinitas y dos rodillas. En sus palabras: “Una distorsión del espacio con sus agudas patas contrastando la idea de ingravidez”. Ahora, los alumnos de la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología (ESNE) de Madrid han retomado a este elefante y otras obras maestras del Museo Thyssen-Bornemisza para componer Nubla, la gran apuesta del videojuego de la pinacoteca. No lo hace solo bajo el patrocinio del centro artístico, sino también de Sony Computer Entertainment España, que ha supervisado la obra y la lanzará en enero para sus consolas PlayStation.
“Hemos tratado de trasladar las obras y estilos artísticos del museo a un mundo onírico en el que vivir aventuras”, explica Daniel Sánchez Mateos, supervisor de ESNE y director del proyecto. Esta tarea se plasma en una experiencia estética y jugable que aspira a ser algo más que un mero recorrido por los cuadros más famosos del Thyssen.
Se trata más de transmitir una atmósfera que resuma a la vez la historia del arte y la de los videojuegos; los pasos por los diversos ismos del pincel y por los diversos géneros del joystick divididos en capítulos de títulos líricos como Susurros en la oscuridad.
“Lo más difícil de todo el proyecto fue encontrar cómo ser fieles a las obras del museo sin copiarlas; cómo inspirarnos para mantener las sensaciones que producen esas obras”, explica Paula Sánchez-Ferrero, una de las alumnas que han trabajado en la elaboración del juego. Una de esas obras esenciales es el cuadro La casa de la esquina (Ludwig Meidner, 1913) que se transforma en el escenario que cierra Nubla.
La tarea de volver a imaginar los diversos estilos plásticos que ha dado el arte occidental recayó en alguien que no tenía ni la menor idea de este legado. Zuoteng Xu ha sido el artista de todo el proyecto, el encargado de transformar estas piezas: “Al principio no entendía por qué hacían las cosas como las hacían, pero después de estudiarlos me di cuenta de que no tenía que copiarlos para captar lo que hacían; que había mucha libertad a la hora de reinventarlos”.
“Lo más difícil fue encontrar cómo ser fieles a las obras del museo sin copiarlas" Paula Sánchez-Ferrero, alumna de la escuela universitaria ESNE.
Que el Thyssen apueste así por un juego que se va a comercializar para la consola líder del mercado supone un síntoma más de los codazos que da el medio para abrirse hueco en el mundo de la cultura. El MOMA neoyorquino ya cuenta con una exposición permanente, y en permanente ampliación, dedicada a los videojuegos. El Smithsonian también hizo la suya, con el atrevido título de The art of videogames.
Pero pocos se han arriesgado a dar un paso tan rotundo como el Thyssen. “El tema del juego está dentro de nuestros genes. Y Sony nos ha dejado total libertad para crear los contenidos o el guion”, afirma el responsable de Educathyssen, Rufino Ferreras. Incluso entra en la eterna cuestión: ¿Arte sí, arte no? Con el videojuego, cree que sí: “Potencialmente puede ser una obra de arte”.
De momento, el Thyssen ya piensa en Nubla 2.
Babelia
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