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La violencia que engendra violencia

El ‘thriller’ ‘Fuego’, de Luis Marías, concursa en el festival de cine de Gijón con José Coronado como un expolicía que se vengará del etarra que mató a su esposa y dejó paralítica a su hija

Gregorio Belinchón
José Coronado, en la película 'Fuego'.
José Coronado, en la película 'Fuego'.

La violencia solo engendra violencia. Y esta verdad inmutable, que el ser humano no acaba de aprender y sobre la que sigue reflexionando en el arte –William Shakespeare es un buen ejemplo-, es el cimiento de Fuego, la película de Luis Marías que ayer concursó en la segunda jornada del festival de cine de Gijón –es la única española en la sección oficial- y que se estrena comercialmente el próximo viernes. Es también una película sobre el terrorismo etarra, “pero podría desarrollarse en cualquier sitio y lugar con un conflicto de por medio”, asegura su protagonista, José Coronado. Él encarna a un expolicía en busca de venganza: ETA puso una bomba en su coche en el País Vasco, matando a su esposa y dejando sin piernas a su hija. El tiempo pasa y el agente encuentra por fin el camino para su calmar el fuego interior que le pudre: hará lo mismo con la mujer y el hijo del terrorista que colocó el explosivo. Y vuelve a Euskadi a ejecutar su macabro y retorcido plan.

Luis Marías, guionista de filmes como Todo por la pasta, Kasbah y Flores negras y goya por el libreto de Mensaka, apuesta fuerte por el fin del tabú sobre ETA: en 2014 han llegado a las carteleras desde Ocho apellidos vascos hasta Lasa y Zabala. ¿Hay cierta normalización? “Hace años presenté un guion cómico sobre ETA en una televisión y ni se lo plantearon. Hoy no mayor complicación. La sociedad afronta de otra manera hechos que sí entiendo aún son sangrantes y dolorosos para algunos. El ritmo ha cambiado: para que Estados Unidos empezara a hacer cine serio sobre Vietnam pasaron 20 años desde el final de la guerra. Ahora todo va más rápido y en España tenemos necesidad de contar historias relacionadas con el País Vasco”. En Fuego hay otro tabú –que no se debe desvelar para no reventar el final- que encara Marías con toda soltura y que tiene que ver con la violencia pura. “Bueno, algunos enfermos creen que así se sellan las heridas, y con la violencia jamás se ha curado nada”.

Marias dirige porque en alguna ocasión sintió que sus guiones eran traicionados por el director encargado de llevarlos a la pantalla: “Me sorprendía gente que había estado en el desarrollo y de repente cambiaban de sentido el argumento, tirando por un camino opuesto. Son realizadores mediocres. Esto del cine es así. Yo como director hablo mucho con el guionista, con el que tengo mucha confianza [risas]”. Fuego se sostiene en tres actores en gracia: José Coronado, Aida Folch (que encarna a su hija) y Leyre Berrocal. “Cuando tienes gente así, a veces no pintas nada. Solo debes no molestar. Los tres son tan distintos como disciplinados”. Y no entiende la carrera de Berrocal, que ha sido guadianesca en la pantalla. “No lo entiendo porque es muy buena. Yo he trabajado con ella en Cuestión de suerte y en El precio de la libertad, una miniserie sobre Mario Onaindía”. Y por supuesto, loa a Coronado: “Me gusta su contención, cómo traslada la tensión del rostro a las manos. Hace tres décadas nadie nos hubiera dicho que él iba a crecer artísticamente hasta ser el mejor de su generación, y hoy desde luego lo es”. El aludido lo reconoce entre carcajadas: “Ni yo mismo. Sé que vivo un momento dulce, pero sigo aprendiendo. Solo me siento actor desde hace diez años, cuando pensé que ya empezaba a coger el tranquillo a esto. Aún así, nunca te debes relajar”.

José Coronado, durante el rodaje de 'Fuego'.
José Coronado, durante el rodaje de 'Fuego'.

Para la contención de su personaje, Coronado se fijó en los vascos que le rodean como su “adorado” Enrique Urbizu. “Yo no me di cuenta de lo de las manos hasta el final, así que supongo que logré meterme en el personaje”. El madrileño huye de calificativos como “justiciero o vengador” para su expolicía y si está de acuerdo con que en realidad encarna a un moderno doctor Jekyll y mister Hyde. “Incluso acaba apareciendo una tercera faceta por encima que es el que seduce a la familia vasca, para que aún sufran más la venganza. Ha sido divertido. Te exige una concentración tremenda y gran relación con el director. De él emanaba ese respeto que ha habido a las víctimas, que me gusta, pero esta historia va por otro lado”.

El actor está inmerso en el rodaje de la nueva temporada de la serie El príncipe, y en diez días participará en la nueva película de Daniel Calparsoro, Cien años de perdón: “He estado en varios proyectos con él y no han cuajado. Me van este tipo de directores, directos, contundentes. Porque para mí, cuando trabajo, también lo más importante es lo que estoy haciendo. Por eso me llaman Coronator”. Y confiesa: “Espero estar a la altura de lo que la vida me está regalando”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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