Warhol contra el déficit público
Polémica en Alemania por la venta de dos pinturas del artista pop de propiedad estatal
De nada sirvieron las peticiones de 26 directores de museos ni las críticas de la propia ministra de Cultura alemana. La casa de subastas Christie’s vendió en la madrugada del jueves dos pinturas de Andy Warhol que pertenecían desde finales de los años setenta a una red de casinos propiedad del Estado federado de Renania del Norte-Westfalia. Los 151 millones de dólares recaudados (más de 120 millones de euros) servirán para tapar los agujeros que ha dejado la empresa estatal. Pero muchos en Alemania se han quedado con la sensación de que esta venta supone un paso más en la mercantilización de las obras de arte en manos públicas; un proceso que, quién sabe, podría haber hecho las delicias del hombre que rompió las barreras entre los museos y los centros comerciales.
“La subasta supondría la ruptura de un tabú que podría abrir nuevas incógnitas”, criticó el pasado domingo la ministra de Cultura del Gobierno central, la democristiana Monica Grütters. En la misma dirección apuntaron los directores de 26 centros de arte de Renania del Norte-Westfalia, el Estado que, con ciudades como Colonia, Düsseldorf o Dortmund, es el más poblado de Alemania. “Es un precedente muy peligroso. Las obras públicas y los museos ya no podrán estar seguros”, escribieron los responsables de museos en una carta dirigida al Gobierno regional.
La venta de Triple Elvis (por 66 millones de euros) y Cuatro Marlons (por 56) ha dejado en una situación comprometida a la primera ministra del Estado dueño de los cuadros, la socialdemócrata Hannelore Kraft. Ella asegura que este es un caso especial, porque los Warhols no eran propiedad directa del Estado, sino de la empresa Westspiel, que es a su vez filial de un banco público. Kraft respondió a la carta asegurando que no podría haber hecho nada para evitar la venta, ya que fue una decisión de la empresa, y asegura tajante que su Gobierno de coalición socialdemócrata-verde no venderá ninguna de sus obras de arte para tapar agujeros presupuestarios. Pero no está tan claro que otras empresas públicas con problemas no vayan a seguir los pasos de Westspiel.
Con el dinero recaudado de unas obras que llevaban desde 2009 en una caja fuerte se sanearán las cuentas de la empresa y se levantará un nuevo casino en Colonia. Los ingresos, además, han sido mayores de lo que se esperaba, por lo que habrá dinero no solo para la cadena Westspiel, sino también para el presupuesto del Estado.
Pese a las explicaciones de Kraft, la polémica no ha parado de crecer. El periódico de centro-derecha Frankfurter Allgemeine Zeitung dedicaba el miércoles una de sus gigantescas páginas a ofrecer dos visiones del problema. “El mundo no se va a venir abajo porque el Estado tenga dos cuadros menos. La mayoría de los ciudadanos, que eran los auténticos propietarios de las pinturas, ni siquiera sabían de su existencia. Durante años no se han expuesto. Y los amantes del pop art en Renania del Norte estaban desabastecidos”, defendía el periodista Jürgen Kaube, que iba aún más lejos al preguntarse: “¿Por qué unos ciudadanos deben pagar para que otros vayan los sábados a un museo?”.
“Si empezamos a hacer juegos malabares entre lo que es propiedad directa o indirecta del Estado, podemos esperar lo peor para las obras de arte en este país. Porque lo que aquí se ha puesto en marcha es la afinidad de un Gobierno regional con el liberalismo más rabioso. Se demuestra que el fin justifica los medios. La venta debería ser paralizada”, le respondía en la misma página la redactora de arte Rose-Maria Gropp.
Babelia
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