“Mi grito al ganar lo dice todo”
La triunfadora de ‘MasterChef’ asegura que el programa le ha abierto la puerta para montar su propio restaurante
Después de 15 emotivos programas, Vicky se ha convertido en la nueva MasterChef española. El 9 de abril se iniciaba una aventura en la que la mallorquina ha sobrevivido a varias pruebas de eliminación, a una dura competencia con otros 14 compañeros y a los siempre duros veredictos de los jueces, para llegar a un intenso duelo final con Mateo, el concursante más joven del programa. Un recorrido que ha incluido nervios y emociones y en el que Vicky ha llegado a sorprenderse a sí misma: “al utilizar técnicas que no conocía, como la esferificación, me ha impresionado que pudiese llegar a hacerlo; así he descubierto que no todo es cocina al fuego y con una olla, que hay mucho más…”. Vicky desembarcó en MasterChef con un sueño previo: “Siempre he querido montar un bar, no quería dedicarme a la cocina trabajando para otros, porque no me gusta que me manden; entrar en MasterChef me ha abierto la puerta más grande que existe en la hostelería y ahora ya sueño con poder abrir un restaurante”, asegura.
Han sido más de tres meses de participación televisiva y Vicky puede acumular evocaciones: “Mi mejor recuerdo cocinando es el de preparar los macarons, los pastelitos tradicionales franceses, porque lo veía tan imposible… pero eso es lo más bonito, que puedas hacer bien algo que piensas que es tan difícil”; al mismo tiempo, la cocinera mallorquina aún sufre al recordar la prueba que considera más dura, “la que nos obligaba a reproducir los platos de Jordi y Pepe, en la que había que afrontar muchas elaboraciones en muy poco tiempo, y además con cosas que desconocía, nunca había tocado el sifón, nunca había hecho esas bolas de queso, esas tierras… En esa prueba estaba llorando mientras cocinaba, me superó totalmente, estaba desesperada…” Y es que la ansiedad ha sido una presencia habitual en las cocinas del programa; tanto es así, que Vicky la sufría incluso en los momentos en que no se enfrentaba a una eliminación: “Lo que se ve en la pantalla es real por completo, cuando yo estaba en la zona de arriba, salvada, viendo a mis compañeros cocinar, me ponía histérica, incluso quería estar abajo porque es un estrés terrible, los espectadores lo ven un rato, pero yo lo veía completo y es horrible”. En cuanto al jurado “jamás hablamos con ellos, sólo lo que el espectador ve en casa. No podemos coger confianza con ellos porque tienen que ser absolutamente neutrales, así que nos vemos únicamente durante el rodaje”.
Es un programa que se ve como algo real desde casa; a la gente le llega al corazón
Vicky ha conseguido ganarse el cariño de los seguidores de MasterChef gracias a su espontaneidad, y defiende esa característica como una de las grandes bazas del programa: “Es muy humano, ¡ni nos maquillan ni nada, nos peinan un poco y ya está!; además, decimos siempre lo que pensamos, todos somos humildes y eso el espectador, desde su casa, lo ve como algo real; además, es un programa de cocina y las personas siempre desayunamos comemos y cenamos, así que lo tenemos cada día en la mesa; a la gente le llega al corazón, hay risas, hay lágrimas, y muestra a personas de todas las edades, gordos, flacos, feos, guapos… no es un programa de gente superficial”. Naturalidad ante todo, casi como emblema: “en las intervenciones individuales (los “totales”, en la jerga televisiva) puedes decir lo que te da la gana, hablas libremente y luego se saca lo más interesante; no lleva un guion ni se manipula. Cocinamos, vamos a grabar nuestras intervenciones, volvemos al veredicto y más tarde volvemos a hablar para valorarlo”, afirma la mallorquina.
Asimismo defiende el buen ambiente que brillaba entre todos los concursantes: “Algunos problemillas puede haber, claro, como los de Gonzalo y Marina, pero nos llevábamos todos muy bien, estábamos viviendo una aventura común, lejos de nuestras familias, y hacíamos piña; aunque estás compitiendo, convives y te tienes que llevar bien” Y, por descontado, entre los compañeros, Vicky tiene a sus preferidos: “Cuando estás allí dentro todo se vive muy intensamente; el contacto hace que creas que todos son amigos para siempre, aunque luego vas eligiendo: me quedaría con Milagrosa y Lorena, que es con quienes he compartido habitación, pero me gustaría seguir viéndolos a todos. Con los que primero se fueron he tenido menos contacto, claro, me juntaba más con Emil, Milagrosa y Lorena y también con Mateo, porque he estado con él hasta el final; se hacían grupillos, pero yo iba siempre de uno a otro”.
Muchos de los espectadores entregados a MasterChef daban por hecha la presencia de Emil, uno de los concursantes más brillantes, en la final del programa: “Algunos compañeros no lo veían tan fuerte al principio y decían que no iba a llegar lejos; yo lo he visto siempre como un rival muy potente. A lo mejor es que empezó tan bien que no se superó a sí mismo, y el jurado valora mucho la superación: Yo siempre lo vi en la final, pero quedar cuarto ya es casi llegar y a esas alturas del programa la trayectoria ya no contaba, lo que cuenta es tu plato y el día de su eliminación le salió mal”. “Al principio, le alababan tanto que pensaba ‘yo no sé qué hago aquí’. A Mateo también lo elogiaban mucho y otra vez creía que yo no pintaba nada allí.
Y, finalmente, Vicky vivió MasterChef hasta su colofón: “Incluso en el último momento, al lado de Mateo y esperando el veredicto, no pensé que iba a ganar. Yo ya me veía como ganadora siendo segunda”. Sin embargo, venció. Y explotó: “Mi grito al ganar lo dice todo. Como soy vergonzosa, no soy muy expresiva, pero tuve que chillar porque no lo podía creer, ojalá todos pudieran vivir una sensación así. Ahora tengo que estudiar, practicar y después de cumplir el sueño de ganar MasterChef llegar a cumplir el de montar un restaurante. Sé lo difícil que es, pero voy a ir a por ello”.
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