Telerrealidad: las pantallas son suyas
Un género en expansión que crece al saber combinar diferentes formatos
El 21 de julio de 2000, siete de cada diez personas sentadas frente a su televisor vieron el mismo programa: la gala final de la primera edición de Gran hermano. Una emisión con la que Telecinco congregó a 9.105.000 televidentes, con un pasmoso 70,8% de cuota de pantalla. Fue el primer gran hito de la telerrealidad. Dos años más tarde, los audímetros ardían el 11 de febrero de 2002: la primera final de Operación triunfo fue vista en TVE por casi 13 millones de espectadores. Desde entonces, la telerrealidad se ha asentado en las pantallas y ha diversificado sus contenidos desde el reality puro hasta el dating show o el talent show.
“Los formatos que nacieron como más puros ahora son híbridos; es una consecuencia de la globalización televisiva: para que el formato no decaiga se intenta crear un cócktail. Lo puro ya ha pasado a la historia. Por ejemplo, un programa como OT buscaba talentos, pero también se movía en una Academia y por tanto mostraba una convivencia, que es un componente fundamental en un reality”, asegura Carlos Mochales, director de programas de entretenimiento de TVE.
En ello abunda Manuel Villanueva, director de contenidos de Mediaset España: “La telerrealidad es un ejemplo de mixtificación, ensambla con el coach, el dating, el talent… Operación triunfo fue un paradigma de ello, pero hay muchos otros ejemplos: Supervivientes combina la convivencia con la supervivencia; Pekín express lo hace con la aventura, Mira quién salta es un concurso combinado con convivencia...”. Y existe otra clave en el género, en la que incide Carmen Ferreiro, directora de programas de entretenimiento de Atresmedia: “El reality siempre tendrá una base de concurso, pero la baza del género es la improvisación, el 'no guion', el formato unscripted, como se denomina en Estados Unidos”.
Entre todo ello, y pese a estar presente, en mayor o menor medida, en todas las cadenas, Telecinco se ha erigido en el paradigma de la telerrealidad, algo de lo que Manuel Villanueva no duda en enorgullecerse: “creo que Mediaset es un referente, en especial desde el impacto de Gran hermano en la primavera de 2000, que cayó como un meteorito. Cambió el paisaje audiovisual español y cambió los modos televisivos, porque hasta entonces todo estaba tranquilo y situado. Hay que recordar que la media de la primera temporada de GH fue de un 51,2% con 8 millones de espectadores. Ha dejado la atención fijada en Telecinco, y en otoño llegará la 15ª edición”.
Y es que la telerrealidad parece inmortal: aún en sus momentos bajos, sabe cómo resucitar. Mediaset anunciaba hace unas semanas la puesta en marcha de Adán y Eva, un programa de citas, adaptación de un formato holandés, que propone a sus participantes, en busca del amor, un contacto fuera de las normas habituales: se conocerán y convivirán completamente desnudos. Sin embargo, en la televisión internacional hay mucho más: ¿alguna televisión nacional propondría un programa como Born in the wild, que mostrase a mujeres dando a luz en plena naturaleza? Pues bien, el canal de cable estadounidense Lifetime, destinado al público femenino, ya lo ha anunciado como nuevo reality.
También en EE UU se emitirá, desde el mes de octubre, The Sex Factor, un programa que busca nuevas estrellas para el mundo del porno en el que participarán ocho hombres y ocho mujeres cuyo único requisito es que nunca hayan tenido sexo frente a las cámaras. Nada menos que un millón de dólares y la posibilidad de rodar con la actriz Belle Knox están en juego. Y aunque parezca complicado ir más allá, siempre se puede lograr: Fox ha estrenado I wanna marry Harry, la última vuelta de tuerca en el formato “soltero de oro que busca esposa”, aunque en este caso con un toque regio: 12 aspirantes de origen estadounidense creen que luchan por el amor del príncipe Harry, de la familia real británica, aunque la verdad sea más prosaica: el protagonista es sólo un joven pelirrojo, doble del príncipe.
El género como fuente inagotable de contenidos: “Desde Big brother o Survivors en EE UU, han pasado más de 25 años y el género aún está aquí”, afirma Carlos Mochales. Y durante ese tiempo, se ha esforzado por asentarse y, según Villanueva “ha pasado de ser un género a un acontecimiento social, algo que nació en especial en los tiempos del primer GH y de OT. Su impacto trascendía hasta lograr que sus protagonistas llegasen a los periódicos. Así, con el tiempo ha ido convirtiéndose en un clásico y se ha llenado de vigor, de fortaleza y, por tanto, de longevidad. Finalmente, lo importante del reality es su aceptación pública. Y la tiene de sobra. En Mediaset lo sabemos y sólo vivimos para interpretar lo que el público quiere, para lograr eso tan difícil que es interpretar los mensajes que manda el espectador y darle lo que busca”.
Contenidos, por tanto, los hay para todos los gustos, incluso en los territorios más extremos, aunque TVE no pretenda explorarlos hasta el límite y acote un tanto el contenido de sus programas de telerrealidad, porque “como televisión pública partimos de unos valores; no podemos crear un programa que los lleve a sus últimas consecuencias, que fomente tormentas de pasiones y odios o que muestre las intimidades del ser humano. TVE, históricamente, no ha necesitado buscar la ruindad en sus programas y espectáculos; siempre seremos prevenidos porque nuestros realities no los queremos para buscar titulares, no buscamos esos perfiles. La prueba es MasterChef, donde los conflictos, son mínimos y no se ahonda en ellos”, asegura Carlos Mochales”.
No obstante, la mirada hacia delante del género se antoja imparable y casi infinito: “El futuro, que ya es el presente, se va a mover en 360 grados, con el espectador como casi uno más, en interactuación directa con lo que ocurre; las nuevas tecnologías van a marcar eso; el género está en la calle porque trabaja con gente de la calle y eleva a gente de la calle: es identificador”, asegura Carmen Ferreiro. Por su parte, Villanueva ya anuncia algunas novedades: “En Holanda ha triunfado Utopía, creado por John de Mol, el inventor de GH, en el que un grupo de personas intenta crear en un pueblo una nueva sociedad ideal. Más allá, y aún en fase de proyecto, Sony puede volcarse con Milky Way Mission, en el que un grupo de personas se prepara para viajar al espacio”.
Si el espacio es el limite, este no parece existir: “Lo que quede por explorar en el género vendrá sobre todo de Estados Unidos, donde ya hay un programa basado en donaciones de órganos, por ejemplo; en Suecia se ha emitido un programa en el que dos hombres juzgaban a una mujer desnuda. Si lo queremos traer, eso será lo que venga... no lo sabemos, el futuro se basará en lo que acepte el espectador, cada uno con su cadena. Nunca se sabe. Con el tiempo, hay tendencias que son referentes de éxito y eso va por ciclos. Ahora, por ejemplo, ninguna cadena tiene un concurso en prime time ¿Volverán los concursos? No lo sabemos. Un formato como Pesadilla en la cocina parecía difícil de adaptar aquí, pero se ha encontrado a un 'animal televisivo' como Chicote y funciona”, reflexiona Carlos Mochales.
Así, mientras los más avezados recuerdan (entre algunos sonados fracasos, bien es cierto) programas triunfadores como La voz y Tú sí que vales en Telecinco, Confianza ciega en Antena 3 y Factor X y Pekín express en Cuatro, los seguidores de la telerrealidad tienen pantallas a las que asomarse: Antena 3 emitirá pronto Top Chef 2, en TVE continúa el éxito de MasterChef, laSexta acaba de concluir una nueva temporada de Pesadilla en la cocina y mantiene Millonario anónimo, Cuatro sigue emitiendo entregas de 21 días, y Telecinco, tras dar carpetazo a Mira quién salta y Supervivientes, ya está emitiendo Ex ¿qué harías por tus hijos?, un reality de convivencia con concurso, en el que parejas separadas compiten juntos para ganar una suma de dinero que no recibirán, sino que destinarán a sus retoños.
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