Pixelar el paisaje

En Datascape, el comisario Benjamin Weil propone seducirnos con la nueva dimensión que el paisaje ha adquirido a partir de las nuevas tecnologías, hecho que consigue mediante los trabajos de una nómina de 12 artistas, españoles y extranjeros, que dan vida no sólo a esos nuevos territorios, sino que ofrecen perspectivas e interpretaciones inéditas. Una aventura que se gestó el pasado año en el Museo Borusan Contemporary de Estambul, y que ahora se presenta con evidentes variaciones formales debido a la peculiar escala espacial de la LABoral y a la incorporación al proyecto de los artistas españoles Nerea Calvillo y Joan Fontcuberta junto al veterano artista alemán Harun Farocki. Con todo, Datascape. Nuevos paisajes en la era tecnológica pone idéntico énfasis en el impacto visual, en los resultados de los procesos y en la naturalidad con la que el espectador puede acercarse a una realidad que ya hemos asimilado como híbrida, esos nuevos lugares en los que convivir con lo real y lo virtual.

El recorrido expositivo dibuja lugares heterogéneos, visualmente arrebatadores y mutantes, diseñados con herramientas como Internet, la interfaz gráfica, el lenguaje de programación y la realidad aumentada, entre otros, y que sin embargo se tornan comunes cuando reconocemos la presencia del artista, humanizándose de alguna forma, una atrayente constante que enriquece el proyecto. Los diferentes trabajos, aquellos que tratan con lo intangible y lo inestable, se contaminan aquí con la tradición pictórica, objetivo fundamental de reflexión en este comisariado, deconstruyendo y simulando el procedimiento de la pintura en algunos de los resultados de las imágenes, como es el caso de las fotografías de la serie JPEG de Thomas Ruff, en la que pixela la icónica imagen del atentado al World Trade Center hasta no reconocerla en la proximidad, y Googlegrama. Guantánamo de Joan Fontcuberta, en la que reconstruye una celda de la conocida prisión estadounidense con 10.000 imágenes de Internet a través de un programa gratuito de fotomosaico conectado online al buscador Google.

En ‘Googlegrama. Guantánamo’, Joan Fontcuberta reconstruye con imágenes de Internet una celda de la conocida prisión

Es curioso observar en el conjunto de las piezas cómo la imagen del mundo real está muy presente y continúa siendo fundamental como imagen especular lacaniana, en la que la construcción de la representación del mundo atendía, según el filósofo, a una necesidad inherente de la evolución de las civilizaciones. Sin embargo, en estos trabajos la apropiación no se identifica con la imitación, se acciona como plano original a partir de los nuevos soportes. Paisajes donde existir, proyectar, crecer y comunicar, subvirtiendo los canales tradicionales para acceder a una dimensión diferente, pero donde seguir reivindicando el tiempo. Los artistas abordan el paisaje desde nuevas experiencias y con otras preocupaciones y objetivos en su representación, proporcionándole movimiento, elevándolo del plano bidimensional, reduciéndolo a símbolos, ubicándose en otras realidades, interconectándolo con otros territorios. Resulta emocionante la obra de Karin Sander, que cubre una de las paredes del vestíbulo con el texto de un código fuente, mientras Charles Sandison hace confluir en un gran espacio la rotundidad arquitectónica de LABoral con una sugestiva proyección del edificio de Santa Sofía de Constantinopla que crece e invade, y Nerea Calvillo crea una nueva cartografía a través de un programa para visualizar los niveles de polinización de Gijón, interactuando con un contexto al que el centro aspira a mirar más detenidamente con diversas acciones. Mirar alrededor nunca fue tan fácil y tan complejo.

Datascape. Nuevos paisajes en la era tecnológica. LABoral. Centro de Arte y Creación Industrial. Los Prados, 121. Gijón. Hasta el 21 de septiembre