_
_
_
_
FERIA DE ABRIL

Estos toreros no ligan

Una buena corrida de toros para toreros a medio gas

Antonio Lorca
El torero Juan del Álamo en la faena con la muleta a su segundo toro.
El torero Juan del Álamo en la faena con la muleta a su segundo toro.julio muñoz (efe)

Habría que preguntarles a Juan del Álamo y Antonio Nazaré si han ligado alguna vez; o, mejor, si saben lo que es ligar, porque a lo peor se jubilan vestidos de luces sin alcanzar el significado de tan importante verbo en el toreo.

Desde luego, lo que han dicho en la Maestranza es que lo desconocen, porque, en caso contrario, ambos hubieran alcanzado un triunfo de época. Lo que puede dar de sí un verbo… Pues, sí señor. Ligar en el ruedo —no parece que sea necesaria tal explicación—, no se refiere a entablar relaciones amorosas, que no es el toro una idílica pareja de baile; ligar es ejecutar los pases sin interrupción y unirlos en tandas largas y palpitantes. Sin ligazón—este es el sustantivo más torero— no es posible la emoción, y sin esta, ya se sabe, no tiene sentido el triunfo.

Otra vez, porque no es la primera, Antonio Nazaré se encontró en la Maestranza con un toro de bandera, el cuarto de la tarde —el primero había sido un marmolillo—, rebosante de nobleza y templanza. Y Antonio, que es un buen torero, dibujó pases de buen trazo y derramó gotas de miel por los labios del público, Pero no ligó tandas preñadas de pasión, no se rompió con el toro, lo hizo bonito, pero no estalló, y, al final, una historia de amor que se presentía maravillosa, murió desgraciada. Era un toro de dos orejas, y el triunfo quedó reducido a una ovación. No tiene perdón este buen torero; que alguien le enseñe a ligar y a romperse. De lo contrario, nunca alcanzará el clímax que toda ligazón persigue.

Compañero del mismo aula parece Juan del Álamo, un torerazo que el pasado año demostró en Madrid que quiere ser figura. Debutaba como matador en Sevilla, y encandiló a los pocos sabios que quedan en los tendidos meciendo los brazos con garbo en las verónicas con las que recibió a su primero. Se ajustó, después, en un quite por chicuelinas, brindó al respetable y se esperaba pelea de postín entre un torero cabal y un toro de encastada nobleza. Muy dispuesto y templado inició la faena, y cerró la primera tanda con un pase de pecho eterno de pitón a rabo. Poderoso, valiente, enrabietado con el triunfo… Pero también demostró que no sabe lo que es ligar. Le pudo la aceleración, le faltó reposo; tres naturales grandes y una preciosa trincherilla, otro dos más, pero no se gustó, ni se sintió, y llegó el desencanto. Hubo buen toreo, pero no esa tanda maciza, que descoyunta el cuerpo y el alma del torero, del toro y del público. Y tampoco estuvo a altura del quinto, otro bueno que se rajó a mitad de faena, aburrido, quizá, de su torero aparentemente conformista. Que no olvide Del Álamo que la suya ha sido una oportunidad de esas que se pierden y no vuelven. Otro animal como ese segundo, que derrochaba calidad de toro bravo, no se le volverá a aparecer en la Maestranza.

Y no se le pueden negar las buenas intenciones a Diego Silveti, pero su concepción torera dista mucho de llegar al corazón de los tendidos. Al menos, eso se constató ayer. Su primero era muy soso, pero no menos que el propio torero; y el sexto iba y venía con nobleza y tras un ilusionante pase cambiado por la espalda con el que inició su labor todo se desmoronó como un azucarillo. Por cierto, Silveti, para no ser menos, tampoco ligó. En una palabra, una buena corrida de toros para toreros a medio gas.

Entre la autoridad y los toreros hubo ayer un olvido imperdonable: se cumplían 22 años de la muerte en esta plaza de un torero llamado Manolo Montoliú. Lamentablemente, no se guardó el preceptivo minuto de silencio, como recuerdo y homenaje. Era el año 1992, viernes de feria, y el primero de la tarde le partió el corazón en el encuentro de un par de banderillas. Descanse en paz.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_