Bailar por no llorar
El cantante belga Stromae acumula más de 140 millones de visitas en YouTube con su música ‘dance’ melancólica
Cuando Stromae lanzó Alors on danse en 2009 no imaginaba que alcanzaría el número uno en 19 países. Su música electrónica con tintes latinos y deje noventero, con una estética cercana al rap, anticiparon un estilo que cuatro años después han multiplicado sus ventas en Francia, Alemania y Bélgica, países donde su éxito es mayor. Racine carrée (Universal), su segundo álbum publicado en agosto, ha vendido ya 750.000 discos solamente en Francia y dos de sus trece canciones acumulan más de 140 millones de visitas en YouTube.
Paul van Haver (Bruselas, 1985), más conocido como Stromae, ha experimentado lo que significa mezclar desde su infancia. De madre flamenca y padre ruandés, el joven artista creció entre melodías africanas, rumba, salsa, hip-hop y cantautores francófonos. La curiosidad le empujó a estudiar música clásica y batería siendo aún un niño, aunque su adolescencia estuvo marcada por artistas como G-dep o B.I.G. “No escuchaba música electrónica, solo rap. Fue estúpido ser así de extremista. Todavía me gusta la música, pero no el mensaje. Cantan sobre dinero y cosas que para mí no tienen valor”, explica desde el otro lado del teléfono.
A sus 28 años Stromae —maestro en argot verlán— ha desarrollado una fórmula atípica. Las melodías sueltan la cadera. Los textos reflejan no solo las alegrías, sino episodios amargos de la vida, incluida la crisis.
Con estas armas, que él mismo calificó de suicidal dance (baile suicida), el cantante recorre Bélgica, Francia, Reino Unido, Alemania, Suiza y Luxemburgo en una gira repleta de citas hasta finales de 2014. “Lo describí así porque me parecía una forma cómica de decir que mi música no es tan alegre como la de otros. Quiero hablar de cosas positivas y tristes también, pero quiero poder reírme de eso”.
En Racine carrée, su estilo melancólico incorpora un homenaje a su padre asesinado en el genocidio de Ruanda en 1994 en la exitosa Papaoutai, que frisa los 90 millones de visionados en YouTube. Junto a esta, la amalgama de percusión, melodías y estilos asientan la base de las críticas a la homofobia, el racismo o ambigüedad política de Bâtard y las tormentosas relaciones de Formidable, que cuenta con 52,6 millones de plays. “Hay un 20% de rumba, 20% salsa, 20% rap, 20% dance y folk francés. Me quiero quedar esa mezcla porque es como que quieres llorar pero bailas sobre la melancolía”.
A la fusión de Stromae y su equipo le acompaña una estética colorida con gusto por la geometría inspirada en el artista holandés Escher. Las formas dominan una imagen que, en ocasiones, recuerda a la moda de los años cincuenta y sesenta. Cada elemento tiene un por qué. “Los grafistas, los diseñadores y yo trabajamos de forma artesanal codo con codo. Lo que buscamos es un puente entre el estilo elegante inglés y el africano”, argumenta el artista belga. “Lo verdaderamente interesante es que no hay reglas a la hora de crear”.
Aunque su estreno en España no tiene fecha por ahora, el festival Sónar de Barcelona en junio de 2014 podría convertirse en su primera aparición. Mientras, Stromae, sostiene, se conforma con centrarse en su música, en su “entourage” —la gente que le acompaña— y la gira. “Nunca he querido vender sueños. El mío no es ser rico o famoso, sino encontrar un equilibrio entre trabajo, familia y una vida feliz”.
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