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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Unidad

Igual que los peces no hablan del agua, tampoco nosotros solemos detenernos a observar aquello en que estamos inmersos

David Trueba

Igual que los peces no hablan del agua, tampoco nosotros solemos detenernos a observar aquello en que estamos inmersos. Por eso el Rey tampoco hablará de la sanidad, pese a que es el sector donde se ha pasado ingresado buena parte del curso y para el que apreciaríamos su firmeza. Un párrafo, ya habitual, glosará el poco futuro de las aventuras secesionistas y la necesidad de una unidad de conjunto nacional. El sistema de salud necesita una declaración patriótica, al finalizar un año en el que las protestas de los profesionales han carecido del eco que merecen. Quién mejor que el Rey, operado de cadera como buena parte de su generación, para establecer las líneas que la avaricia del negocio no debería cruzar, más que nada para poder seguir hablando de país sin que se nos caiga la cara de vergüenza.

Tampoco la cultura recibirá un saludo afectuoso, ahora que también, como las tropas en misiones, se ve forzada a buscar su campo de batalla en tierras extranjeras. Si la subida del IVA pretendía ser un eficaz recurso de financiación, los números cantan una canción de retirada y desolación. Desde las galerías de arte a los teatros, bastaría echar una cuenta bien fácil. Si hemos perdido 90 millones de euros en recaudación, solo en salas de teatro, hubiera bastado con elevar al 12% el IVA, y no al denigrante 21%, para sostener la asistencia e igualar lo recaudado.

En esta desunión no denunciada, también de manera sutil se revierte la seguridad, con el ascenso de rango de los guardas privados, para que en España puedan empezar a existir urbanizaciones para ricos y suburbios para pobres, donde la protección ya no es un valor compartido, sino un recurso monetario. Sin duda el aborto tampoco se libra de esa doctrina divisiva, que no será, qué pena, la preocupación máxima del discurso. Pero la nueva reforma no pretende evitar el aborto, ni atacar las causas principales, sino empujar, ahí también, a las mujeres pobres hacia el delito o la resignación y permitir que las muchachas ricas sigan gestionando su vida privada con el confort del dinero y los viajes a Europa. No es doble moral, sino moral monetaria, la única que hoy circula por la actualidad nacional.

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