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Una reflexión sobre el poder y la violencia desde El Cairo

El dramaturgo, director y actor Marco Magoa presenta en la capital egipcia 'Zenócrate and Zenobia (the exiled)'

La reina Cenobia amenaza con un cuchillo al emperador Adriano en un momento de 'Zenócrate and Zenobia (the exiled)'.
La reina Cenobia amenaza con un cuchillo al emperador Adriano en un momento de 'Zenócrate and Zenobia (the exiled)'.Mostafa Abdel Aty

”Sé un poco más humilde, porque mañana es otro día y con una pequeña vuelta hasta caen las monarquías y los imperios se hunden”, le dice Cenobia, la reina cautiva de Siria, a su captor, el emperador Aureliano, en una de las escenas de la obra Zenócrate and Zenobia (the exiled), séptima creación del dramaturgo, director y actor Marco Magoa (Madrid 1972) que se estrena el miércoles en El Cairo. La obra es una sugerente reflexión sobre la relación entre el poder y la violencia que cobra una dimensión muy real en el convulso Egipto actual, que ya ha visto caer a dos presidentes en apenas dos años, y cuyas calles aún aparecen a menudo manchadas por un reguero de sangre.

“Después de haber hecho varios montajes poéticos, sentía la necesidad de abordar unos temas más controvertidos y punzantes, más en contacto con la actualidad”, comenta Magoa. Aunque el autor asegura que al iniciar la escritura de la obra no tenía en mente ningún país o región concreta, al progresar en su escritura y montaje, la deriva sangrienta de algunas recientes revueltas árabes se coló de forma natural pero indirecta en la pieza, cuya representación en el teatro Rawabet ha contado con patrocinio del British Council y de la Embajada de España.

“Mi primer interés era explorar la cuestión de la relación entre violencia y poder, un tema universal, a partir de la experiencia de las mujeres que están al lado de los tiranos. Fue así como di con las historias de Cenobia y Zenócrate”, explica. “Los paralelismos aparecieron luego, a veces de forma intencionada, y otras, por pura casualidad, como es el hecho de que Cenobia fuera reina de Siria, y Zenócrate de origen egipcio”, añade el director, que posee una estrecha relación con la capital egipcia, pues aquí estrenó otras dos de sus obras. Si bien el texto es de su creación, y combina el árabe con el inglés y el español, se ha inspirado en las obras La gran Cenobia de Calderón de la Barca y Tamburlaine de Christopher Marlowe.

Mientras las dos mujeres de la pieza representan dos arquetipos sensiblemente diferentes -Cenobia es una mujer fuerte, hecha a sí misma, y Zenócrate, una cara bonita adicta al lujo-, los dos tiranos, el emperador romano Aureliano y el rey de Persia Timburlaine se ajustan a un mismo perfil. Crueles y pendencieros, no dudan en emplear una violencia extrema para conseguir el poder, el fin último y único de sus vidas.

A través de sus respectivas relaciones con Cenobia y Zenócrate, Magoa explora la psicología del tirano más allá de su dimensión puramente política. Su necesidad de ser adorado, tanto por las masas como por sus mujeres más cercanas. Su voracidad sexual, con alguna tendencia sadomasoquista. Su fortaleza física, y actitud chulesca, que a menudo esconde una tremenda inseguridad.

La obra asienta su capacidad de seducción en dos elementos: la magnífica actuación de los cinco actores, y una originial puesta en escena. Una mención especial merece Amr Darwish en su papel de feroz Tamburlaine. Darwish aporta una gran fuerza e intensidad al personaje, cualidades que han permitido a este actor con parálisis cerebral incluso bailar en una escena, superando el destino que le habían augurado los médicos: la silla de ruedas.

La puesta en escena es experimental y combina el canto de una aria, la emisión de un vídeo, y una especie de rueda de prensa en la que también participa el público. De hecho, no hay gradas en el teatro, sino que la función envuelve a los espectadores, exigiéndoles que se impliquen y no se sientan ajenos a lo que ocurre en el escenario. Y todo ello, mientras se proyectan unas imágenes de fondo del planeta Marte, próxima conquista de una humanidad que ha sido capaz efectuar un progreso tecnológico espectacular, pero continúa encadenada a las pulsiones atávicas de la violencia y el ansia de poder.

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