Remorderse
La palabra remordimiento es de las más expresivas de la lengua castellana. Contiene dureza y sonoridad que evoca las cuchillas del arrepentimiento sobre nuestros escrúpulos
La palabra remordimiento es de las más expresivas de la lengua castellana. Contiene dureza y sonoridad que evoca las cuchillas del arrepentimiento sobre nuestros escrúpulos. Nadie acepta ese remorderse, sobre todo en un país en el que atrincherarse en el error puede convertirse en una victoria final. Ahora mismo, cuando tiene mucha más importancia para nosotros el cierre federal de Estados Unidos que el cierre escolar en Baleares, nos damos cuenta de que exigimos más remordimientos a los de fuera que a los de casa. El Gobierno balear, acróbata trilingüe, otro ejemplo de ordeno y mando sin plan realista, no parece conjugar el remordimiento con la acción política. Le toca pues no apearse del burro aunque la situación sea tétrica.
Recurrir a la idea de mayoría silenciosa en cada protesta sonora evita escuchar otra voz que no sea la propia. Quizá por eso tanto empeño en doblegar a los telediarios para que digan lo que quiero oír. Y así se genera una sordera diseñada a placer. Sordera que permite pegarle un tajo a los servicios sociales, la sanidad y la cooperación en los Presupuestos del Estado que en otro estado de escucha sería insoportable por el vocerío que genera, por los dramas familiares, pero que con las orejas tapadas presenta un panorama lleno de ideas de recuperación, primaveras económicas y felicidad ciudadana. La salud ya no es lo que importa, en uno de los retrocesos más sórdidos que se recuerdan.
El pesar que evoca la idea de remordimiento no está al alcance de los educados en el error de que la autoestima se fortalece con la defensa acorazada de uno mismo y no la construcción de un sujeto más razonable. Sorprendió agradablemente leer al ministro de Industria reconocer que la fusión de Iberia con British había perjudicado a la compañía española. Es un clamor que detrás de ese vaciado hay un dominó catastrófico para el país que afecta al empleo directo e indirecto, a la salud de Barajas, al turismo y la expansión nacional. Ahora tenemos el caso de la exploración gasística en el Delta del Ebro. Quizá la oposición frontal al fracking de regiones como Cantabria sea ahora más entendible. Detrás de los temblores llegan los remordimientos. O no.
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