_
_
_
_
ENTREVISTA

“No hay alternativa a la calidad. En la música no existe el café instantáneo”

Semyon Bychkov inaugura la temporada de la Orquesta Nacional de España con el 'Requiem de Guerra' del compositor Benjamin Britten

Daniel Verdú
El director de orquesta Semyon Bychkov.
El director de orquesta Semyon Bychkov.

Semyon Bychkov (San Petersburgo, 1952) sufrió hace algún tiempo una revelación de madurez: la mayoría de gente con la que trabajaba era ya más joven que él. A punto hoy de cumplir 61 años, el director de origen ruso, vivía hasta entonces con la impresión de ser el benjamín entre sus colegas. Como cuando Karajan sugirió su nombre siendo un treintañero para sucederle en la Filarmónica de Berlín; la orquesta que le costó un arresto por colarse en uno de sus conciertos en San Petersburgo cuando era adolescente. Pero con esta madurez, ha alcanzado también una nueva libertad artística que intenta transmitir metódicamente en cada ensayo a las orquestas. Con esa idea y un método de trabajo laborioso, dirigirá este fin de semana en Madrid el Réquiem de Guerra de Benjamin Britten con la Orquesta Nacional de España en el arranque de su temporada en el Auditorio Nacional.

Llegó el lunes. Habrá dirigido cinco días de ensayos. Además, como hizo con su excelente Elektra en el Real en 2011, un asistente se desplazó la semana anterior para preparar esta pieza, una de las cumbres del compositor inglés en su centenario. Así trabaja siempre. “No hay secretos: es un proceso que necesita tiempo. Si la música y las formas de arte que interpretamos siguen siendo relevantes, que lo son, los intérpretes deben tener tiempo para pensar en ellas, desarrollarlas y compartirlas con el público. Si no, ¿quién querría ir a un concierto? ¿Compuso esta pieza Britten en dos días? No. ¿Entonces por qué deberíamos ser capaces de prepararla en ese tiempo?”, explica al tiempo que alaba la "gran evolución de la ONE" desde la última vez que vino. "Hay talento y percibo una gran evolución en esta orquesta desde la última vez que estuve con ellos, quizá diez años atrás. Y hay una espíritu muy distinto. Son jóvenes, y veo muchas dinámicas positivas: lo veo en la concentración, en la calidad de la preparación. Este Requiem se ha hecho aquí unas tres veces en los últimos siete años, lo que hace que sea familiar para ellos. La entienden".

¿Compuso esta pieza Britten en dos días? No. ¿Entonces por qué deberíamos ser capaces de prepararla en ese tiempo?

El público y las orquestas tienen a Bychkov entre sus directores favoritos. No hay ninguna pose en ello. Tampoco destellos de estrella. Su éxito solo tiene que ver con esa búsqueda de la excelencia a través del trabajo meticuloso y una comunicación clara. “No hay alternativa a la calidad. No existe el café instantáneo en la música. El trabajo duro no es un castigo, es un privilegio. Pero debe ser a través de un proceso feliz. Y para eso hay que descubrir primero sobre lo que habla la música y luego cómo expresarlo. Encontrar una forma de que sea convincente hoy en día”.

Así logra explicar este Réquiem en clave actual, relacionarlo con la absurda imposición de muerte a la que se condena a la población en cada guerra. Y también de la esperanza abierta en el caso sirio al ver cómo el clamor popular en varios países ha impedido mandar tropas a una nueva macabra celebración de la violencia. “Nadie normal quería la Primera Guerra Mundial, pero pasó. Lo mismo con la Segunda. Hay muchas guerras locales en las que ha sucedido lo mismo. Muchos de los que mueren no tienen opción, se les impone. Y el War Requiem trata sobre eso. Cada vez que hago esta obra me pregunto si hay una esperanza en ello. Si el pasado es la respuesta, no la hay. Si se puede intervenir en el presente, tenemos una oportunidad. Y hay una creciente madurez en la gente acerca de este tema. Ya no es tan fácil mandar a tus chicos y tus bombas a que les maten. Este es un momento muy importante. Cómo es posible que el parlamento británico desafíe a su gobierno? Por que la gente no lo quiere. En EEUU y en Francia igual. Eso me hace pensar que quizá hay un proceso de madurez en nuestra sociedad".

En tres años volveré para dirigir otra obra en el Real. Amo este teatro y este país"

Bychkov llegó a Viena en 1974, en plena Guerra Fría, con 100 dólares en el bolsillo huyendo de la Unión Soviética. Durante 12 años pensó que no volvería a ver a su padre, a quien se prohibió salir del estado. Pensó que sería para siempre. Algo que abrió un gran resentimiento hacia el país que le vio nacer. La llegada de Gorbachov abrió la posibilidad de reencontrarse con su padre, pero las heridas eran ya muy profundas. Hoy cicatrizan. “Pero no están olvidadas. Lo que pasa en la vida de un país tiene una influencia. Me fui de la Unión Soviética porque no aceptaba el sistema. Gorbachov cambió las cosas, hubo revoluciones en los países del este de gente buscando ser libre. Hoy vemos grandes fuerzas tratando de llevarnos donde estábamos. Y no queremos estar en esa jaula otra vez”. El compromiso social del artista existe. "Se trata de cómo vives tu vida. Acorde con unos valores. No tengo la ilusión de cambiar el mundo, pero pienso que puedo influir en la vida de los que están en contacto conmigo. Y eso es lo que intento hacer.

El tema invita a abordar el incidente vivido en el Met de Nueva York esta semana. Activistas rusos increparon a Valery Gergiev y a Ana Netrebko en el arranque de la temporada en protesta por la ley antigay de Putin. No le gustaron las formas, el perjuicio al público, a los artistas. Sobre el fondo, se pronuncia a su manera. “Es gracioso que después de todo este tiempo el ministro de Cultura ruso diga que Chaikovski no era gay. Es muy iluminador. La manera en la que se explicó es que simplemente no encontró a la mujer adecuada en su vida [SE RÍE]. Algunos tienen opiniones de la Edad Media. Pero lo que no es aceptable es perseguir a alguien por tener una opinión distinta. Chaikovski es el compositor más querido por los rusos: es Dios. No se puede criticar a Dios por lo que era. Sería contradictorio. Era Dios”.

Bychkov es uno de los artistas que Gerard Mortier dijo que podrían rechazar volver al Real por la manera en que se había producido su relevo. Él lo desmiente. “En tres años volveré para dirigir otra obra en el Real. Amo este teatro y este país. Fui extremadamente feliz durante el tiempo que preparamos Elektra", explica. Sin embargo, se extiende algo más en la explicación.  "Hay dos lados de cómo lo veo. Tengo una gran simpatía y compasión por el problema de salud de Gerard Mortier. Cualquiera en su situación lo merece. El otro lado, es que el Teatro Real estará aquí para siempre. Los individuos van y vienen. La institución está aquí para quedarse y no pertenece a ninguna persona. Pertenece a la nación, a la gente, a usted, al Rey y a la gente que limpia las calles. Los que se encargan de ellos, precisamente, han recibido el mandato de ocuparse de ella. Todo lo que puedo decir es que les deseo un gran éxito porque es muy importante para la vida de la ópera. Todo el mundo que  conoce bien a Matabosch [sustituto de Mortier y actual director artístico de Liceo de Barcelona] estupendamente de él. Así que solo puedo felicitar al teatro por haber encontrado a alguien capaz de continuar su trabajo. No puedo decir más, porque no estoy aquí para emitir juicios".

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_