Nuestros padres
La segunda temporada de 'Isabel' y la miniserie 'Hijos del Tercer Reich' muestran que nada es más actual que el pasado
Al coincidir en horario el estreno de la segunda temporada de Isabel y el arranque de la miniserie Hijos del Tercer Reich, aparte de apreciar que sus tonos musicales eran casi una continuidad, pese a la lejanía estética de ambas propuestas, se podía extraer una conclusión: nada es más actual que el pasado. El presente es un magma incomprensible. Los sirios, por ejemplo, viven hoy con la historia encima de ellos sin saber aún de qué va la teleserie. La producción alemana, con su acción bajo efectos estroboscópicos, las oleadas de metralla con evidente aire a truco digital y sus convincentes momentos de desangre, permite disfrutar, algo bastante raro, de la contienda mundial vista por los ojos de soldados alemanes.
Es evidente que los personajes elegidos no serán esos sádicos gerifaltes cuya crueldad aún fascina a demasiados. Desde su título original, Nuestros padres, nuestras madres, la serie invita a los espectadores actuales a cuestionar la fidelidad de sus progenitores a la locura colectiva. La pena es que evita contar la fascinación que el nazismo provocó en una patria necesitada de exaltación. Leni Riefenstahl apunta en sus memorias el momento en que conoce por primera vez a Hitler y siente un emocionado latigazo eléctrico, que se apaga cuando no accede a acostarse con él y nota el desprecio y el desinterés consecuente del gran hombre tan ocupado en altos menesteres.
Una serie sobre la culpa y la degradación moral es un plato recomendable en la dieta televisiva. Termina por completar un detalle divertido que sucedió este verano. David Simon, creador de series como The Wire o Tremé, recibió en su visita a España tratamiento de premio Nobel. Pero rompió las costuras de lo que se esperaba de alguien así cuando aseguró al auditorio que rodaría feliz una serie sobre la Guerra Civil española, intrigado por la fallida afiliación de su abuelo a la Brigada Lincoln. Nadie le explicó que aquí ese asunto ni es moderno ni es tratable, que está proscrito en la dieta de consumo saludable. Somos más rompedores y modernos. Quizá por eso, Alemania saludó con fervor esta serie, y nosotros seguimos 60 años después bajo el virus contagioso de los fascismos y alcaldes fotografiados con retratos de Franco continúan en el cargo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.