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El rock español firma la paz

Loquillo se acompaña de estrellas del ‘indie’ en el inicio del Sonorama, festival de pop con denominación de origen

Antonio Luque (Sr. Chinarro) y Loquillo, el jueves en el Sonorama.
Antonio Luque (Sr. Chinarro) y Loquillo, el jueves en el Sonorama.kike oquillas

A sus 52 años Loquillo no se anda con tonterías. Se sabe poderoso, le gusta marcar su ley y pone a su alcance todos los medios posibles para conseguirlo. Tanto en lo musical como en lo extramusical. Para lo primero le basta su historia, una banda robusta que suena de 10 y su irrefutable cancionero de clásicos. Para lo segundo, que tiene más de gesto democratizador del rock español, El Loco se hizo acompañar, en un movimiento inédito, de tres figuras del universo pop alternativo —vale, llamémosle indie—durante su arrebatadora actuación el jueves, en la primera jornada del festival con más solera de Burgos, el Sonorama, en Aranda de Duero.

Tras sacar músculo —y qué músculo— con canciones como Rock and roll actitud, Feo fuerte y formal o La mataré, Loquillo, invitó a su escenario a los sevillanos Maga (con los que cantó Pégate a mí), The New Raemon (Barcelona ciudad) y a uno de los jefes del indie en castellano, Antonio Luque, más conocido como Sr. Chinarro, que cantó con más intención que destreza Rock and roll star. Sabino Méndez, compositor de la primera época de los Trogloditas, también hizo una aparición sorpresa para tocar Ritmo de garaje y Cadillac solitario. “Hay más mendas, pero solo un Méndez”, dijo el jefe.

Junto con el triunfo del Loco, el jueves también dejó la clase de Jaime Urrutia

Al experimento lo han llamado Loquilo y amigos y el plan tiene sentido: derribar las barreras entre lo alternativo y lo masivo en unos tiempos donde la opción más inteligente resulta remar en la misma dirección. Un acto de reconciliación entre lo nuevo y lo clásico, sin programadores que digan lo que es molón y lo que no. Lo hizo en el lugar perfecto: Sonorama es, además del sitio ideal para disfrutar del buen vino de la zona, una apuesta por la música española, sin renunciar a regalos de fuera como Travis. Un pequeño y saludable milagro a orillas del Duero con 9.000 asistentes.

Sinceridad ante todo: Loquillo fue el triunfador de la noche del jueves (era lo que él pretendía y lo consiguió) que también dejó buenos momentos. A saber: la clase de Jaime Urrutia (que, claro, cantó Camino Soria, por aquello de “a la ribera del Duero...”), la luminosidad de los escoceses Belle & Sebastian, el humor fino de Luis Brea (sigue siendo el Julio Iglesias del indie) o la capacidad para hacer bailar de los barceloneses Mendetz.

Mención especial merecen los todavía no suficientemente valorados Mucho, que firmaron su mejor concierto hasta la fecha. Lo mismo de los ruidosos, nihilistas e inspirados Triángulo de Amor Bizarro: trajeron desde su aldea gallega, Abanqueiro, ese punk enmarañado capaz de hacerte feliz si te despojas de los complejos. Tampoco conviene tenerlos a la hora de enfrentarse al imprevisible directo de Los Evangelistas, el experimento-homenaje a Enrique Morente de miembros de Los Planetas y Lagartija Nick, junto a su hija Soleá. Los de Granada tienen la capacidad de convertir su irregularidad en genialidad. ¿Y Soleá? Aunque cumple con lo que se le exige por genética, lo mejor de ella está todavía por llegar. Y llegará.

La Plaza del Trigo se reserva para los grupos del futuro próximo

Ayer, ya a la luz del día, había que mirar hacia el centro de esta ciudad de 33.000 habitantes para tomarle el pulso al festival. Más concretamente a la Plaza del Trigo, donde desde las 12.00 empezó a sonar la música en directo. Es el sitio donde se pasan las resacas y donde se puede ver a grupos que quizá en un futuro próximo ocupen un lugar destacado en alguno de los dos principales escenarios. Bajo las mangueras para mitigar el calor, el grupo Tuya y los novísimos Jack Knife dieron paso a la sorpresa de la tarde: Supersubmarina, que también actúa hoy sábado junto a Xoel López y Pony Bravo, ofreció un efectivo y refrescante concierto a 35 grados de temperatura. El calor era lo de menos, el vino lo de más.

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