Jack Clement, pionero del ‘sonido Sun’
Colaborador de Johnny Cash y Jerry Lee Lewis en sus primeros tiempos, desarrolló luego una sólida carrera como productor de ‘country’
Jack Henderson Clement, que falleció en Nashville el jueves 8 de agosto, con 82 años, era una leyenda del rock and roll y el country. Otra leyenda más de Memphis, caldero creativo condenado a ser punto de partida para figuras que terminan recalando en otras ciudades más aptas para vender música al mundo.
Conocido universalmente como Cowboy Jack Clement, su currículo iba desde Billy Lee Riley hasta U2. Bromeaba sobre su magnetismo personal: vestía uniforme de los marines cuando la revista Life le fotografió presentando armas a la princesa Isabel, futura reina de Inglaterra. De vuelta en Estados Unidos, alternó los estudios con entretenimientos musicales hasta que encontró acomodo en Sun Records.
Clement produjo en 1963
La discográfica de Sam Phillips vivía su particular fiebre del oro. Había traspasado el contrato de Elvis Presley a RCA por 40.000 dólares, cantidad que hoy suena ridícula, pero que entonces resultaba una enormidad para alguien cuyo impacto había sido meramente regional. Tan grande sonaba esa cifra que otros artistas de Sun se sintieron vejados y comenzaron a agitarse.
Clement había llegado a Sun con un máster del cantante de rockabilly Billy Lee Riley y su banda. No pasó nada con aquel single, pero Phillips incorporó a Clement a la plantilla del estudio, como ingeniero de sonido. Estaba detrás de la mesa cuando ocurrió aquella conjunción astral de 1956, cuando coincidieron Johnny Cash, Carl Perkins, Jerry Lee Lewis y Elvis, que espontáneamente se lanzaron a interpretar canciones religiosas y profanas. Las cintas, atribuidas al Million Dollar Quartet, serían muy pirateadas en las siguientes décadas, hasta su edición legal en 1987.
También rompió prejuicios
Las tensiones de Phillips con sus artistas determinaron que delegara en Clement muchas labores de productor. Trabajó con Roy Orbison y Carl Perkins, demostrando suficiente diplomacia para manejar al hombre al que llamaban The Killer (El Asesino). En realidad, Clement fue el descubridor de Jerry Lee Lewis, al que proporcionó composiciones como It’ll be me.
Su relación más profunda fue la que mantuvo con Johnny Cash, que se marchó abruptamente de Sun Records. Pero antes grabó temas de Clement destinados al éxito, como Ballad of a teenage queen o Guess things happen that way. Convertido en artista de Columbia, Clement produjo su inmortal Ring of fire (1963) y también firmó una simpática fábula política, The one on the right is on the left (1966). Con Clement, el llamado Hombre de Negro revelaba su vena de payaso, como se ve en las abundantes cintas de vídeo casero que le grabó.
Cuando Clement comprendió que Sam Phillips estaba más interesado en sus inversiones que en la música, se pasó a la principal discográfica vaquera, RCA. Instalado en Nashville, se saltó muchas reglas a la torera. Con Bobby Bare, confeccionó en 1967 A bird named yesterday, una reflexión sobre el precio del “progreso” que adelantaba el tono general de un famoso álbum posterior, Village Green Preservation Society, de The Kinks. También rompió prejuicios raciales al lanzar al vocalista negro Charley Pride, cuyos discos llegaron inicialmente a las emisoras country sin foto, hasta que se pudo revelar esa particularidad de su piel.
Su carrera en Nashville resulta demasiado extensa para ser detallada. Baste con saber que demostró afinidad por los llamados forajidos, como Waylon Jennings, y que produjo al quebradizo cantautor Townes van Zandt. Celebrado por estudiosos como Peter Guralnick, en su libro Lost highway, Clement fue convocado por U2 en 1987. Como parte de su inmersión en la mitología estadounidense, materializada en Rattle and hum, los irlandeses querían trabajar en el diminuto estudio de Sun en Memphis. Y allí estuvo Cowboy Jack Clement, facilitando que se registraran cinco canciones, que incluirían invitados como B. B. King y Bob Dylan.
Clement también grabó ocasionalmente bajo su propio nombre, aunque esos discos nunca eclipsaron su fama de gran narrador o, como dicen por allí, “un personaje más grande que la vida”. Una faceta que quedó reflejada en un documental irreverente, cuyo título traducido sería Shakespeare era un gran fan de George Jones, en referencia al rey de la lágrima country que nos dejó el pasado abril.
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