Rock de la redención
Un reparto de peso actúa como eficaz escudo humano frente al repudio automático
En 1999, Wes Craven, director que parecía eternamente comprometido con el cine de terror, sorprendió —y no para bien— a sus incondicionales dirigiendo, entre la segunda y la tercera entrega de la saga Scream, el drama protagonizado por Meryl Streep Música del corazón. En ese mismo año, Sam Raimi, otro icono para los amantes del cine de género, estrenaba Entre el amor y el juego, un melodrama con Kevin Costner al frente. Un movimiento parecido es el que realiza el británico Paul Andrew Williams en Una canción para Marion: después de tres largometrajes que parecían garantizarle una posición estable en la nueva ola del terror británico —aunque su ópera prima se inscribiese más bien en el terreno del thriller extremo—, Williams cambia de tercio… con un melodrama de redención y renacimiento perfectamente diseñado para el consumo de espectadores de mediana y tercera edad.
UNA CANCIÓN PARA MARION
Dirección: Paul Andrew Williams.
Intérpretes: Vanessa Redgrave, Terence Stamp, Gemma Arterton.
Género: drama. Reino Unido-Alemania, 2012.
Duración: 93 minutos.
Como en los casos citados, un reparto de peso actúa como eficaz escudo humano frente al repudio automático. Vanessa Redgrave, Terence Stamp y Gemma Arterton suman autoridad a unos personajes encerrados en un mecanismo narrativo previsible. El coro de pensionistas que interpreta clásicos del rock en el corazón de esta ficción-placebo parece una versión amable de ese Young at Heart Chorus que protagonizó, hace unos años, el discutible documental británico Corazones rebeldes de Stephen Walker.
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