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La SGAE devora a otro caudillo

La Junta Directiva de la entidad, sumida en una lucha de poder e intrigas durante meses, destituye a Antón Reixa y votará un nuevo líder

Daniel Verdú
Anton Reixa, sale de la SGAE minutos después de ser destituido como presidente.
Anton Reixa, sale de la SGAE minutos después de ser destituido como presidente.Alvaro García

“La SGAE es una máquina de devorar caudillos”, decía uno de los empleados más antiguos de la entidad hace algún tiempo. Y como todos sus predecesores, Antón Reixa, su último presidente, pudo comprobarlo ayer. A él se lo han zampado en solo 15 meses. Tras una moción de censura que superó y una Asamblea de socios que se planteó como un plebiscito sobre su gestión, a la tercera fue a la vencida. En una votación realizada en la reunión de la Junta Directiva de ayer, se aprobó su destitución por 25 votos a favor, 12 en contra y una abstención. No tuvo ninguna posibilidad. Se fue de la Junta, bajó a la calle, se despidió de los empleados de seguridad, atendió a la prensa y se subió a su coche oficial por última vez. Liberado —más bien despojado— del cargo, dijo lo que verdaderamente piensa y lo que todo el mundo sabía. “Este edificio es diabólico. Las luchas de poder han ido mucho más allá de lo legítimo”.

Las luchas de poder han ido mucho más allá de lo legítimo", cree Reixa

La Junta de la SGAE, profundamente dividida y difícilmente reconciliable por su heterogénea naturaleza, deberá elegir un nuevo presidente el próximo jueves. El cineasta Miguel Hermoso, por ser el vicepresidente de mayor edad, estará hasta entonces al frente de la entidad. Como decía aquel empleado, se buscará a un nuevo caudillo, se le dejará gobernar un tiempo y, muy probablemente, se le volverá a derrocar. La única diferencia es que con la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual sobre la mesa, una brutal caída de ingresos en la SGAE, una descomunal red inmobiliaria devaluada y unas disputas que han traspasado los límites de la política, la entidad está más cerca de la implosión que de la famosa refundación que se perseguía tras el escándalo de la operación Saga.

Reixa se equivocó en muchos nombramientos —especialmente en el del director de la zona noroeste, que le había dado una subvención a su productora meses antes— y no gestionó bien la desinversión de la red de teatros Arteria. Le acusaron de relajar el cobro de los derechos de autor para mejorar la imagen de la SGAE y de ser excesivamente presidencialista. Tuvo muchos “fallos de gestión”, como él reconoció. Pero todos sus problemas empezaron cuando el pasado marzo escribió una carta a los socios titulada Viva la música. Acusó a 11 autores de repartirse mediante un sistema de comisiones y porcentajes “fraudulentos” el dinero que genera la música que se emite de madrugada en programas televisivos. Concretamente 25 millones de euros desde 2005, habiendo registrado solamente entre esos 11 25.000 títulos. La maniobra, muy criticada por las formas en las que se publicitó, consiguió lo imposible: unir a todos sus opositores.

José Luis Cuerda y Miguel Ríos dimitieron ayer de su cargo en la Junta Directiva

Dos de sus más cercanos colaboradores, Fermín Cabal y Antonio Onetti, le dieron la espalda ayer. Por eso, a su salida, Reixa dijo que ha sido “víctima del fuego cruzado de una red organizada y de algo que en la vida política se llama transfuguismo”. Ayer perdió también el apoyo de los editores, precisamente a quienes le habían acusado de estar favoreciendo con sus intentos por atajar el negocio de la música en las teles. El mundo al revés. Y a ese poderoso grupo intentará convencer ahora José Miguel Fernández Sastrón, que ya ha concurrido a dos elecciones, para que le den su apoyo si quiere ser presidente. Hasta hace poco, lo tenía prácticamente imposible. Pero en la SGAE esa palabra ya no existe. Ayer, hartos de todos estos líos, dimitieron otros dos miembros de la Junta: Miguel Ríos y José Luis Cuerda.

Reixa, que antes de la votación ofreció, sin éxito, convocar elecciones anticipadas en otoño, seguirá en la Junta Directiva. Podrá ver en qué acaba eso que él llama “la confluencia de intereses de los nostálgicos del pasado y los ambiciosos del futuro”. Porque, antes de irse, aseguró que todo este tiempo ha notado sombras del pasado (en referencia a la etapa del anterior presidente, Eduardo Teddy Bautista, a quien Reixa retiró la pensión vitalicia de 23.000 euros mensuales que iba a percibir tras su imputación y despido). Y así está ahora mismo la refundación de la SGAE.

Una refundación fallida

1 julio de 2011. La Guardia Civil entra en el palacio de Longoria, sede de la SGAE en Madrid. Cuatro directivos —entre ellos el presidente de su consejo directivo, Teddy Bautista— son detenidos por una trama que supuestamente desviaba fondos a empresas privadas.

1 de diciembre. La entidad presenta al Ministerio de Cultura la reforma de sus estatutos, aprobada por una asamblea extraordinaria. En febrero, el ministerio da su visto bueno, lo que permite a la SGAE convocar nuevas elecciones para abril.

26 de abril de 2012. Antón Reixa es elegido como nuevo presidente de la SGAE, tras ganar las elecciones. Los comicios escogen también a los 39 miembros de la Junta Directiva. Reixa promete una "refundación" del organismo.

25 de octubre. Reixa acepta el nombramiento como delegado de la SGAE para la zona noroeste de Juan Carlos Fernández Fasero, que dirigía la Axencia Galega de Industrias Culturais. Este organismo, unas semanas antes, había concedido a la productora de Reixa, Filmanova, una subvención de 142.665 euros.

12 de marzo de 2013. El presidente de la SGAE lanza una carta contra 11 socios que, según él, realizan prácticas fraudulentas con los derechos que genera la música de los programas televisivos de madrugada.

9 de abril. Reixa pone su cargo a disposición de la Junta y supera la moción de confianza con 27 votos a favor, 10 en contra y dos abstenciones.

20 de junio. La SGAE aprueba sus cuentas, en una asamblea planteada como un plebiscito sobre Reixa, con un 56,13% de votos a favor y 42, 95% en contra.

16 de julio, ayer. La Junta Directiva destituye a Reixa de la presidencia con 25 votos en contra, 12 a favor, una abstención y una ausencia.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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