_
_
_
_
OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Elocuencia

Ante semejante nivel de capacidad de respuesta en los sabios timoneles de las agobiadas patrias, te planteas con estupor que están ahí porque el personal les ha votado

Carlos Boyero
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy
El presidente del Gobierno, Mariano RajoyULY MARTIN

Hay un personaje en la película Fargo, el esperpéntico vendedor de coches que planea el secuestro de su mujer, especialista en no contestar nada medianamente entendible ante sus alucinados clientes, la policía que le interroga o en las tragicómicas negociaciones que establece con ese suegro que le desprecia, que asocio inevitablemente con las respuestas de Mariano Rajoy no ya a las preguntas con animo de trascendencia que le hacen los periodistas, sino también a los interrogantes livianos. De acuerdo, entre su surrealista farfulleo esperando que escampe una tormenta demasiado sádica que dura ya seis años y que dejará devastados a perpetuidad a los débiles, aún no ha superado declaraciones tan bárbaras, hipócritas, desinformadas o necias como aquellas de Zapatero asegurándonos que España estaba a salvo de la crisis financiera o su interrogante socarrón de “¿Crisis? ¿Qué crisis?”, pero está haciendo acelerados méritos para ser aceptado por el teatro del absurdo.

Hay que ser de una raza especial, y no precisamente humana, además de poseer un rostro de cemento armado, para responder en tu función de jefe del Gobierno a la pregunta: “¿Le parece una noticia positiva para los ciudadanos la entrada en prisión de Luis Bárcenas?” con algo entre cantinflesco y dadaísta como: “Eeeh, la segunda ya... tal”. Tampoco tiene desperdicio lo que contesta al interrogante de cómo piensa encontrar a los dirigentes del PP con los que se va a reunir: “De ánimo, bien; llevamos muchos años ya...”.

Ante semejante nivel de expresividad y de capacidad de respuesta en los sabios timoneles de las agobiadas patrias, te planteas con estupor que están ahí porque el personal les ha votado. Incluso algunos lo han hecho con entusiasmo, en la seguridad de que su vida cotidiana funcionaría mejor con esos líderes tan obsesionados en su discurso público por lograr la felicidad colectiva. Las urnas han bendecido en múltiples ocasiones a un individuo como Berlusconi. Y lo hicieron con aquel George Bush que adopta expresión de deficiente mental cuando está en una clase infantil oyendo la fábula del burrito y la ranita y le comunican que han atacado las Torres. Su actitud pasmada, impotente y acojonada vale más que mil palabras.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_