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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Paraísos

Esta semana hemos asistido a otro esfuerzo de los reguladores europeos por afrontar el insulto

David Trueba
El médico Eufemiano Fuentes
El médico Eufemiano FuentesJavier Lizón (EFE)

Esta semana hemos asistido a otro esfuerzo de los reguladores europeos por afrontar el insulto de los paraísos fiscales, verdadera zancadilla a la legalidad financiera en Europa. Si como dicen los expertos, en estos caladeros europeos se mueve el 10% del PIB mundial, estamos ante una de las grandes amenazas para la ecología económica. La incapacidad para enfrentarse al secreto bancario y la captación de dinero negro por países que ofrecen condiciones ventajosas exhibe una imagen de Europa lamentable. La lucha por la igualdad y la recuperación de una cierta salud económica pasa por eliminar este agravio comparativo que padecen las clases trabajadoras, sometidas a una presión fiscal extenuante, mientras observan cómo los fuertes escapan de la regulación.

Lo más lamentable es que grandes empresas son las campeonas del fraude. Bancos, grandes multinacionales, transatlánticos tecnológicos, se burlan cada jornada de las fiscalidades nacionales. Es una de las estampas más grotescas de nuestra política común, maniatada por los países que explotan sus ventajas bancarias para crecer y humillar a las economías más débiles de la Unión. Pero no terminan ahí los paraísos invencibles. En Europa esta misma semana hemos asistido con estupor al voto en contra del PP contra la independencia profesional de los medios de comunicación públicos. Evitar los comités de control periodístico formados por voces independientes es otra evidencia de que España quiere seguir disponiendo de un paraíso mediático donde a costa del erario público los partidos que gobiernan la nación y las comunidades autónomas se pagan canales de propaganda y control político.

El cierre patético del juicio sobre dopaje que involucraba a Eufemiano Fuentes nos coloca como capital del paraíso para el deportista dopado. Muchas veces dopado desde los medios de comunicación, que conceden a estas disciplinas un trato privilegiado, la decisión de impedir utilizar las bolsas de sangre como prueba concluyente envía un mensaje sospechoso al mundo, que empieza a perdernos el respeto. El estupor porque en 24 horas hayamos tenido noticia de tres mujeres asesinadas por sus parejas en España nos obliga a pensar que la tarea más necesaria en nuestro entorno es combatir los paraísos de impunidad que nos cercan.

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