Un presidente en el armario

Se abre el armario. ¿Qué hay dentro? A veces, solo un previsible pantalón. Otras, en cambio, el contenido es bastante más surrealista: un cadáver, un pez, hasta un presidente del Gobierno. En el fondo, el límite es la imaginación del público. “Al principio, la gente hace propuestas coherentes. Pero hacia el final del espectáculo se suelta y empieza a sugerir cosas surrealistas”, cuenta el actor Ignacio Soriano. Basándose en lo que decida su público, él tiene que improvisar sobre la marcha, continuando la trama como si nada. Y lo hará, junto con otros compañeros y compañías, en Festim 2013, la quinta edición del festival internacional de improvisación teatral que se celebra en los Teatros del Canal de Madrid del 28 de mayo al 2 de junio.

“Hemos incluido a compañías de América Latina que no habían venido nunca y por primera vez también hay invitados de EE UU y Canadá, aunque actúan en español”, cuenta las novedades de este año Soriano. El actor es también organizador del evento, junto con los otros dos miembros de la compañía Impromadrid Teatro. “El festival sigue tres caminos: las actuaciones normales, las que mezclan actores de varios países distintos y los cursos y talleres”, asegura.

Con esta receta, el evento espera aguantar bajo un cielo cada vez más gris para el teatro. “Es un mal momento. La gente no está yendo a las salas, y con el IVA al 21% menos aún. En la última edición podíamos afrontar todos los gastos de las compañías y ofrecerles lo que necesitaban en términos de iluminación y escenografías. Ahora hemos tenido que pedirles un esfuerzo”, relata Soriano. También porque de las ayudas públicas que un tiempo recibían ya solo queda la del fondo Iberescena. El actor prefiere no entrar más en detalles y se niega a explicar el presupuesto del festival.

Sea como fuere, además de las actuaciones de compañías de Brasil, Argentina, EE UU y México, Festim 2013 ofrece lo que bautiza como Nuevo Catch. “Es un espectáculo de competición. Dos equipos formados por dos actores cada uno se enfrentan a base de improvisaciones. Hay una serie de retos, el público vota y cada noche sale un ganador, hasta la final”, aclara su funcionamiento Soriano.

Pero votar no es, ni mucho menos, la única función del público en Festim. “Queremos una participación que no sea pasiva. Al no tener un guion necesitamos un estímulo: los espectadores son coautores de las historias y pueden hacer propuestas”, defiende el actor. También pueden, a través de cinco cursos (y de un pago entre 20 y 100 euros, según el taller), aprender las bases del oficio de improvisar, directamente de la boca y los ejemplos de los maestros.

“No se puede ensayar un texto, ni una puesta en escena, ni los movimientos. Así que hay que entrenar las herramientas que vas a usar: el trabajo en equipo, la conexión con los colegas, la creatividad, el conocimiento de cómo se construyen historias, la capacidad de crear personajes rápidamente”, enumera Soriano los elementos imprescindibles para un buen improvisador. Con estas defensas, hasta la espada de Damocles de poder quedarse en blanco en cualquier momento parece pesar menos: “No lo temes. Tienes herramientas para salir de esos momentos. Y, si en algunos casos tardas un poco en responder, es normal”. Más aún, ante un presidente del Gobierno en un armario.