La importancia del rincón
Una arquitectura responsable puede ayudar a la educación
“El verdadero educador está al servicio del niño y debe cultivar en él la humildad, la responsabilidad y el amor”. El mensaje de Maria Montessori puede hoy parecer obvio, pero a principios del siglo XX fue revolucionario. Y todavía no está extendido. El colegio Rosales del Canal de Zaragoza busca cumplirlo desde una arquitectura que le habla a la mente absorbente de los niños. Así, frente a los edificios que simplifican sus volúmenes para reforzar su presencia, esta escuela ofrece la posibilidad del descubrimiento cotidiano en un mismo espacio. El mensaje es algo más complejo que reconocer una fachada, pero la lección es difícil de olvidar: la identidad no se decide en un día ni con un solo gesto, sino que es algo que se va formando y construyendo a diario. Así, los rincones mandan en el conjunto fragmentado, y a la vez compacto, proyectado por Magén Arquitectos en la periferia de la ciudad.
Al suroeste de la capital aragonesa, el colegio Rosales del Canal está levantado en un barrio que todavía se está dibujando. Tal vez por eso sus arquitectos optaron por recoger el conjunto escolar, una isla que, sin embargo, mira hacia el sur para aprovechar la luz y el sol, y para no proyectar sombras sobre el recreo de los niños. Son chavales de entre tres y 12 años los que ocupan las aulas de este centro. Y el colegio está pensado para todos ellos: es uno y muchos a la vez. Así, se desgaja en bloques para acomodar a los diversos alumnos y crece, con el tamaño de los estudiantes, alejándose de ellos a medida que estos cumplen años.
La idea de un espacio pedagógico, que acompaña al niño para luego ir soltándolo a medida que crece no es nueva. Maria Montessori hablaba de ella en sus consejos para idear le case dei bambini y, en 1955, Aldo van Eyck dibujó rincones para fomentar la individualidad y el descubrimiento de los niños en su Orfanato Municipal de Ámsterdam.
El estudio zaragozano Magén Arquitectos ha tenido en cuenta esa lección y la ha interpretado para replantearla desde un sistema constructivo eficaz y económico capaz de levantar espacios a medida a partir de una factura industrial. Así, los paneles de composite con que está construida esta escuela están recubiertos de madera en su interior, tendiendo un puente entre la industrialización y la amabilidad. También las celosías de aluminio orientables son industriales, pero están pensadas para lidiar con el específico sol del lugar.
Los porches y los patios que rodean y salpican las instalaciones llevan luz y ofrecen recorridos variados, y protección frente al exceso de sol o los días de lluvia, para los juegos de los niños. De acuerdo con las ideas de Montessori, la zona de educación infantil recuerda más una casa (una línea de adosados) que un colegio. Son las cubiertas, en forma de cúpula, las que crean esa sensación y, a la vez, ofrecen iluminación cenital (gracias a un lucernario central), control climático (que ahorra energía en invierno y evita el exceso de calor en verano) y absorción acústica.
Coloreado por fuera —para ganar presencia en medio de un barrio indefinido— y limpio por dentro —para resaltar el protagonismo de los estudiantes—, el colegio está lleno de miradores y niveles para aprender y descubrir poco a poco. Sin empachos. Y sin prejuicios.
Babelia
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