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Tentaciones

Barcelona, el puerto del rap

La cuarta parada del repaso geográfico al rap nos acerca a Falsalarma, ZPU y El Disop

Falsalarma en 1995 estaba formada por Dycache, Roberto, Tito, dj Neas y el Santo, de izquierda a derecha.
Falsalarma en 1995 estaba formada por Dycache, Roberto, Tito, dj Neas y el Santo, de izquierda a derecha.Foto cedida por dj Neas

Tan reducido y minoritario como en otras ciudades españolas, el rap en Barcelona se encontraba en minoría en la década de los noventa. De la misma forma que en Madrid, Zaragoza o Sevilla, la capital catalana se movía a golpe fanzines, el intercambio de música y lo que se pudiera importar, ya fuera por pedido o televisión. "El que se pegaba el viaje a Londres o París traía una colección, lo pasaba a casetes y lo rulaba [pasaba] por todos lados. Esa era la fuente de información, era lo que molaba", recuerda Dycache (Falsalarma).

Para ello la socialización en la calle era vital. Los puntos de encuetro crearon el caldo de cultivo para el desarrollo que en dos décadas ha cambiado por completo la escena barcelonesa. Gracias a Plaza universidad, el garaje cerca de Plaza Cataluña o los modestos vestus de Sabadell, el rap se propagó.

Sin la ayuda de las bases militares estadounidenses como foco de entrada de rap, la capital catalana pudo disfrutar, al menos, de tiendas como Game over o Discos impacto, y discotecas tan conocidas como Jamboree, Bikini o La boite. "Las primeras fiestas de club relacionadas con el hip hop por donde poder salir, escuchar tu música y pegarte buenas fiestas con amigos fue en la Jamboree. Como no había muchos sitios parábamos todos allí", afirma ZPU.

Pero no todo lo que brilla es oro. El horizonte actual plantea algunos problemas y roces que han conseguido acabar con algunos grupos o amistades. Prueba de ello esla negativa a participar en esta edición de Solo los solo y la falta de disponibilidad de 7 notas 7 colores. "Antes había ganas de compartir. No lo hacíamos pensando en el éxito como la generación de ahora que dice 'voy a ganarme la vida con esto, voy a triunfar'. Antes era más sano y natural, pero a lo mejor lo endulzo porque es el pasado y este, siempre es dulce", añade el rapero. Por eso algunos artistas como El Disop han preferido buscar la tranquilidad y dejar de lado algo que traía más quebraderos de cabeza que alegrías. "Hay dos épocas: la de editar elepés de hip hop y la que todavía era underground. Recuerdo que había buen rollo en el movimiento, unidad y todo era ayudarse, no había envidias", se lamenta. "Me crucificaron por salir en los 40 principales. Si alguien destacaba, aunque gustase, se le destripaba".


Falsalarma, nada de 'rap stars'

El origen de la formación se remonta a 1994 cuando Dycache, más bien Santiago Sancho (Barcelona, 1976), y dj Vecino se conocieron de forma inesperada. "Tito estaba pintando un grafiti en frente de mi casa y su primo dijo: 'Vente, que te quiere conocer". Dos semanas después, ambos trabajaban ya codo con codo. Aquella simple conversación significó el comienzo del grupo.

Una vez conseguida una primera alineación, como si de fútbol se tratase, tocaba cita con la grabación. La revolución del sonido vio la luz en 1995 de forma humilde gracias a un profesor de Dycache. "Yo estudiaba informática. Un profesor nos ofreció un buen precio en su estudio en San Andrés y nos metimos". Sin embargo el precio no era todo lo bajo que unos chavales que empiezan desearían, hasta tal punto, que su amigo Pose ayudó económicamente con las copias de la maqueta. "Costaba una pasta gansa. Hicimos 14 temas en tres dias. Pim pam. Al día siguiente mezcla. Hala, hecha", narra de forma frenética como si lo reviviera. Pero la presentación tuvo que esperar hasta verano de 1998 debido a la llamada a filas de dj Vecino para hacer la mili, lo que obligó a buscar a otro dj que terminó por ser Neas. "Era el mismo día que la final del mundial -Francia - Brasil- y pensábamos que no iba a venir ni el tato. Pero se llenó, jaja, vinieron como 400 y nosotros estábamos flipando".

En lo extramusical, Falsalarma encontró en Soweto, un local con música rap en el barrio de Sant Andreu, un lugar en el que disfrutar de sus amigos y el hip hop. Por la discoteca pasaron toda suerte de artistas, desde Mucho muchacho (7 notas 7 colores) hasta los mallorquines de la Puta Opepé. "El garito abría por la tarde cerraban cuando se piraba toda la peña. Yo tendría 16 años, así que iba a las 17:30 y volvíamos con el ultimo tren". Pero la diversión a veces pretendía interrumpirse con la presencia de neonazis, un fenómeno muy presente en muchas ciudades españolas en los noventa. "Había tanganas con los nazis. En esos años se notó un auge de cabezas huecas con ideología nazi y había grandes peleas".

La mesa con la que Falsalarma grabó su primer maxi: 'No hay quien nos pare'.
La mesa con la que Falsalarma grabó su primer maxi: 'No hay quien nos pare'.Foto cedida por dj Neas

Pero la vida en la calle también era tan sagrada como la agenda artística y continuó. Falsalarma frecuentaba una zona conocida como los vestus, es decir, los vestuarios del equipo de fúbtol de La románica de Sabadell. "Detrás hay un descampado, dos canastas y te podías sentar por ahí. Siempre traía alguien un radio casete y cada uno se montaba su película". Aquel punto de encuentro en la calle se convirtió en lugar para relacionarse, intercambiar música, hacer rimaderos e, incluso, de presentación de pequeños trabajos. "Los sábados por la noche había quien ponía una instrumental y se hacía la letra que había preparado. A algunos se les felicitaba a otros no. Podías cualquier día a cualquier hora porque siempre había gente".

Además de intercambiar música, los viernes era, para muchos raperos barceloneses, un día especial en el que acudir a las escasas tiendas de la capital para conseguir nuevos álbumes. Uno de esos puntos era Discos impacto en la calle Tallers 61. "Buscábamos vinilos. Yo me pillé discos de Gangster, Cypress hill...". Pero otros establecimientos como Game over obligaba a un peregrinaje en busca del mejor precio. "Ibas a una y veías el disco a lo mejor a 2.500 pesetas (18 euros). Luego bajabas a la otra y estaba a 1.300 (casi 14 euros). Te dabas la ruta y si no tenías, te quedabas con los dientes largos".

Con el paso de los años y ya asentados en el panorama español, Falsalarma se unió a otras figuras de la cultura del hip hop para montar un estudio en 2005 en la calle Termes, en una esquinita de Sabadell. "Eramos nosotros, Sucios socios, Prome, un grupo de djs, un colectivo de grafiti y así hasta 25 personas. Nos llamamos colectivo La placka. Alquilamos el local muy guay de precio y montamos el tinglado". Quizás aquí veremos nacer nuevos trabajos o futuros grupos clásicos.

ZPU, la pasión por el rap

Con pausa y sin prisa Juan Prieto (Barcelona, 1981), ZPU en el gremio, repasa los casi 20 años de profesión a sus espaldas. "La z del nombre viene del nombre con el que firmaba  antes, Zorek. La p, de Prieto. Y la u... porque sonaba de puta madre para completar". El rapero de los alrededores de la capital catalana descubrió los beats y el flow a los 11 años. "En la Escola Santa Eulalia me fijaba en la generación de tres o cuatro años mayor, la de mi hermano Soma. Me llamaba la atención". Tras un primer contacto con el grafiti, grupos como Tupac, Wutang clan y Boogie down, entre otros, despertaron el interés de ZPU.

Las primeras letras aparecieron en 1994. El cantante buscaba inspiración en la plaza que 10 años antes acogió el mercado de barrio Mercat vell de la calle Cardenal Vidal i Barraquer de Sant Boi de Llobregat. "Fue mi primer contacto con la libreta. Allí nos juntábamos rapers de varias disciplinas: escritores, gente del grafiti, del break, djs... ". Las horas en la plaza sirvieron, además, para conocer grupos que empezaban a pegar fuerte como El Club de los Poetas Violentos en Madrid con Zona bruta. "Empezaban a tener importancia a nivel nacional. Yo pensaba: 'si lo hacen ellos y está todo guapo, yo también puedo'. Eso me motivó a escribir", recuerda ilusionado.

Como para todo artista, la carrera de ZPU marcó un hito en 1997 al experimentar lo que significa tomar un escenario. A su llegada al Café teatro Llantiol, el rapero y sus cerca de 25 amigos se encontraron con una sorpresa que recuerda con claridad. "Llegamos los cinco del grupo y nos encontramos a Pepe Viyuela en el escenario. Hablamos con los de la sala y, como solo había tres personas, fuimos al tipo delgadito, chapó [cerró] su show y se fue". Tras este pequeño imprevisto, la noche dejó otra anécdota al cantante. "En medio del conci se me olvidó una de las letras, me metí, la cogí, la miré, y volví a salir", se sincera entre risas, "fue el comienzo de algo grande. Sin ese concierto, hoy no estaría aquí".

Cartel de la gira de 2010 de ZPU que deja un gran concierto en la sala Bikini.
Cartel de la gira de 2010 de ZPU que deja un gran concierto en la sala Bikini.

Paso a paso, con un trabajo elaborado, la visita al estudio era cuestión de tiempo. Tras la experiencia de la grabación de la primera maqueta con Muerte acústica (el nombre anterior de Magnatiz), ZPU le cogió gusto a los estudios Lebuque de la calle Gomis 42. "Aquí grabamos los discos de Magnatiz y mi primer disco en solitario: El hombre de oro. Es un estudio mítico de Barcelona. Pasaron Cristo y la madre, hasta los Fugees", recuerda con ilusión el rapero. Se trataba de un estudio musical espacioso con mucho prestigio en la capital catalana. "Era precioso. Viniendo de la nada, llegar hasta ahí era como un sueño: del casio y doble pletina, a tener de repente -fruto del esfuerzo, curro y riesgo- esto. Disfrutamos cada segundo".

Entre tanto concierto, grabación y rimas, ZPU se surtía de música en una de las tiendas especializadas más añoradas por muchos barceloneses: Game over. El establecimiento de la calle del Consejo de ciento regentado por Kapi y Mookie, contaba tanto con múscia rap, como de artículos para grafiti. "Fue la primera o de las primeras tiendas de grafiti y rap. Íbamos todos a pillar maquetas, vídeos... De hecho había unos recopilatorios tipo documental de entre una hora y hora y media del panorama nacional en VHS, muy clásicos".

Ya en 2010, ZPU contaba ya con varias maquetas y discos, de los que cuatro de esos trabajos -Hombre de oro (2006), Contradicziones (2008) y Fase rem (2009)- eran en solitario. Y llegó un disco y gira especial para el MC. La sala Bikini, asentada en la avenida Diagonal 547, fue protagonista del concierto de presentación del disco He tenido un sueño (Boacor, 2010), dentro de la gira Yo soy el cambio. "Es una sala muy mítica, histórica. Lo planeé para hacer algo especial, con mogollón de invitados que participaron en el disco y mi carrera, contamos con músicos en algunas canciones... Y pasó lo que queríamos. Reventamos, petamos, habí como 900 personas", afirma con seguridad.

El Disop, un giro total

No todas las historias son tan completas, intensas e incluyen cambios tan grandes como los de Álex Calçada (Barcelona, 1978), El Disop. Criado en Sarrià debido a que su madre trabajó como conserje de un bloque de viviendas, el rapero se introdujo en el mundo del hip hop a los 12 años. En el colegio de San Vicente del mismo barrio el futuro cantante conoció a Dik, un chaval que le descubrió los beats y el flow. "Era un gamberrete. Hacía grafitis, siempre la liaba en el cole y yo era super empollón. Flipé con eso del nombre de guerra y bombardearlo. Se ponía canciones instrumentales americanas y rapeaba como podía en casete". Aquella cultura despertó en él un interés hasta ahora desconocido que le obligo a sumergirse en esta subcultura. "Me enganchó mogollón. Hacerme amigo suyo me hizo meterme de lleno".

Escuchando a todas horas Public enemy, Cypress hill o Rami MC, El Disop comenzó a acudir al punto de encuentro de Plaza universidad los domingos. Su fascinación por la cultura aún no era, en realidad, más que un entretenimiento que se tomaba a la ligera, hasta que conoció a Hust de Caso abierto. "Después de un concierto había micro abierto, algo típico, y yo salí al final a hacer un freestyle. A mi colega le moló y me propuso ir a su casa para hacer una colaboración para una maqueta". De un simple gesto, el rapero dio un salto sin quererlo que ahora valora. "Fue un punto de inflexión, es lo que me hizo tomarme esto en serio. Antes no me lo tomaba muy en serio. Estaba más por el grafiti que por el rap", sostiene sorprendido.

En 1995 llegó la oportunidad de la grabación. Jota pascual puso las manos, la técnica y la casa. En su casa en Eixample con un estudio pequeño y humilde, crearon la segunda maqueta del grupo: 1995, El juicio de las almas. "Esto consiguió que tocaramos con grupos como 7 notas 7 colores, La puta opepé, Geronación...". Gracias a este trabajo, Caso abierto logró moverse entre los grupos más potentes de la escena para los que El Disop tuvo que deshacerse de algo muy valioso. "Vendí mi primera Playstation [videoconsola] para poder comprar a medias un multipistas analógico, que grababa un máximo de cuatro pistas con un sonido de fonodo terrible. Era mi tesoro".

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La base de muchos sus trabajos -posiblemente los más profesionales- se encuentran en torno a 1998. Jaime, conocido como ARS, producía una música que El Disop destaca. "Tenía una especie de estudio en su casa en los bloques de la Florida en Hospitalet del Llobregat. Funcionaba así: yo componía influenciado por algún grupo yankee y le pasaba la instrumental. Le decía: 'me molaría algo así'. Y el me hacía una de ese tipo o yo me adaptaba a lo que él hacía".

Como muchos otros artistas de Barcelona, el rapero pasó por varias salas aunque recuerda dos eventos con mayor cariño y nostalgia. Una de estos conciertos fue La fiesta de la luz, que acogió la sala Jamboree en 1996. "Estaba todo a oscuras e iluminado con antorchas. Toqué con 7 notas 7 colores, La puta opepé. No podías ni moverte de la cantidad de gente. Todos se volcaron y coreaban las canciones". Junto a esta actuación, El Disop no puede evitar mencionar un lugar especial para la escena rapera barcelonesa: el centro social autogestionado Submarí. "Había una casa okupa que estaba muy guapa, donde todo era super underground. Había muchos conciertos de hip hop y podias fumar".

Más de 10 años después de sus primeros pasos por el rap, el cantante grabó Luces y sombras (2004) en su ciudad, tras el éxito de Cajas y bombos retumban en tu barrio (1999) que grabó en Madrid. El lugar escogido por El Disop fue el estudio Lebuque de Soma. "Estaba guapísimo. Ya empezaba un poco la crisis, había mucha descarga y se vendía menos. La sala de mezclas, donde estaba la mesa y pasabas horas era enorme, y el diseño... ¡Es que era espectacular, te sentías Michael Jackson!", exclama aún maravillado.

Tanto concierto y tanta lírica se tomaban un descanso durante las noches en las que alternaba entre la sala La boite, su amigo dj Yoda en Jamboree y Flavio en Otto Zutz. Conocido por los discos ya publicados en una cultura endógena, El Disop tan pronto bailbaba, como se tomaba una copa o simplemente charlaba con los allí presentes. "Misma gente, mismos sitios. Normalmente conocías a todos:  bailabas, charlabas, saludabas a otro, estabas con el dj. Era un relaciones publicas".

Pero esta época queda lejos y parece difícil que vuelva. "Hace tiempo que vivo en Girona y estaba algo quemado. Se estab convirtiendo más en un dolor de cabeza, que en una alegría", se lamenta.

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