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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Hechos reales

El triunfo de 'Argo' en los Oscar viene a sumarse a la corriente de ficciones basadas en hechos reales

David Trueba

El triunfo de Argo en los Oscar viene a sumarse a la corriente de ficciones basadas en hechos reales. La polémica ha rozado a esta película tanto como a Lincoln o el relato de Katherine Bigelow sobre el asesinato de Bin Laden por los elementos añadidos a la narración. Hasta los congresistas de Connecticut han pedido públicamente a Spielberg que corrija el voto racista con el que figuran sus representantes en la película, ya que en tiempos de Lincoln votaron a favor de la reforma. Pero tanto el director como su guionista argumentaron que para mantener la tensión dramática les venía bien variar un poquitín la votación real. En Argo,los elementos embellecedores son más trascendentes y para los amantes de la lupa, la caza de Bin Laden contada por Hollywood da para siete tesis doctorales.

 Así que la conclusión es que el letrero de “basada en hechos reales” es ya otro asumido recurso narrativo. La ficción parece necesitar de la pátina de lo real. ¿Por qué? Quizá hay que lograr la fe del espectador con otras manipulaciones, perdida su inocencia original. Los grandes perjudicados son los actores. En cinco minutos en pantalla Anne Hathaway logra más verdad y trascendencia con su ficción dramática que mejores actores como Jessica Chastain o Daniel Day-Lewis con sus tres horas de recreación histórica. Cuando uno acude a ver Lincoln lo que desearía es salir de la proyección con una imagen distinta y más compleja de la que ofrece su retrato en los billetes de cinco dólares. Y pese al talento enorme de su intérprete, no sucede.

Señalemos entonces hacia la gran triunfadora en película documental: Buscando a Sugar Man. Una historia real hecha cine. Pese a omisiones y significativas alteraciones, la peripecia de Sixto Rodríguez nos asombra. Autor de dos discos con títulos clarividentes, Cold Fact y Coming from reality, su fracaso se tornó, sin él saberlo, en éxito masivo en aquella Sudáfrica del apartheid. Jordi Costa definió la cinta como un thriller cultural. Pero es también un cuento moral. Nada es a la larga tan satisfactorio como ser quien de verdad eres. Lo maravilloso es descubrir que aún ciertos hechos reales parecen una película y no viceversa.

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