Las arrugas del frío islandés

Al otro lado de la ventana de Ólafur Arnalds suele nevar. En los suburbios de Reykjavík nieva tanto que el artista ha decidido convertirse al invierno. Sus dedos, como estalactitas, se han pegado a su piano neoclásico hasta terminar su tercer disco For now I am winter, del que se extrae el vídeo que hoy concentra en su sencilla belleza esta sección que habitualmente se despliega en cinco maneras de entender la música audiovisualmente.

Un farero, azotado en las arrugas por el frío viento islandés, descubre que en el fondo de su bañera el calor que le sacude la rutina no solo es resultado del poder de una caldera. Como el invierno, el tema se va expandiendo hasta acabar en una fiesta de colores más fluorescentes, aunque igual de cegadores, que los amaneceres a los que obliga el oficio. La parábola la firma el islandés Magnús Leifsson.

La voz que cuenta la historia de este viejo farero es la del cantante Arnór Dan. “Quería que coloreara mi trabajo a través de las texturas", explica Arnalds. "Ha sido capaz de interpretar dos notas de 30 maneras diferentes en 30 instrumentos distintos". La conversación musical ha transformado el disco en un diálogo que alcanza hasta las canciones que no se traducen en la voz de Dan.

Arnalds suena más pop en detrimento del minimalismo y la electrónica de sus discos anteriores, con los que precedió en unos cuantos escenarios a sus paisanos y mentores Sigur Rós. Aún así, como los esquimales, ha sido capaz de desgranar el invierno en infinidad de nombres y formas en un álbum que respira en el trabajo del compositor norteamericano Nico Muhly.