Con prisas

La televisión va muy deprisa y los noticiarios aún más. Todo anda precipitado, lo cual genera angustia existencial. Más que por reflexión, por falta de frenos. Pero en ocasiones no va mal detenerse un instante. Las noticias de Antena 3 andan ligeramente por detrás de sus competidoras, pero tienen una nómina de presentadores envidiable. Es destacable que en plena crisis por la huelga sanitaria en Madrid quisieran echar una mirada en profundidad al asunto, robándole tiempo al embarazo de Kate Middleton. Propusieron un paseo por el Hospital de Torrejón, de gerencia privada, para tranquilizar a todos aquellos madrileños que se estén preguntando por qué tanta sospecha ante el proceso privatizador. Acompañado por unas palabras del consejero de sanidad la perspectiva no podía ser más estupenda.
Pacientes contentos en la sala de espera y satisfechos con el trato de sus especialistas. El hospital está rutilante, los quirófanos preciosos y hasta cuenta con una bañera de paritorio acuático, lo cual tendría que ser una posibilidad al alcance de todas. Una asistente sanitaria afirmó que allí si hay que gastar gasas se gastan las necesarias, pero que no se abren 11 paquetes si se necesitan tres. Lo cual vino a exponer a las claras en qué consiste la bondad de la gestión privada. Pero claro, las prisas no dieron para más y el paseo se quedó en periodismo epidérmico.
El hospital apenas ha cumplido un año y su aspecto rutilante, sus diez quirófanos y sus seis paritorios y hasta su aparcamiento y acceso desde la autopista no pueden ser exhibidos como triunfos de la privatización, porque todo ello fue costeado por los impuestos de los madrileños. Otra cosa es que una vez pagadas las instalaciones sea una empresa privada quien las gestione, pero esa exhibición más bien habla de logros de lo público.
En lugar de entrar en la administración, de cifrar las cuentas del centro, el nivel de coste para la comunidad o escuchar la voces críticas o el caso de otros hospitales con más larga vida, nos quedamos con las paredes recién pintadas y el mobiliario aún gozoso. Para un espectador con prisas, razones definitivas para posicionarse en contra de las protestas de los sanitarios.
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