Empecina
"La riqueza es una zanahoria eficaz, pero cuidado porque si la zanahoria está pocha, esquelética y podrida, deja de funcionar como reclamo..."
Cuando se empecina, el ser humano transforma la realidad en su propia bellota. Y como tal la engulle sin pararse a pensar lo que hay de cierto y lo que hay de empeño propio. En los análisis sobre la contienda electoral en Venezuela ha sido demasiado fácil encontrar los deseos personales convertidos en línea editorial. Sería fantástico que la izquierda contemporánea no confundiera progreso con el discurso militarizado y el paraguas del Estado con el paraguas de Mary Poppins, donde a la primera orden bien sonante se cumplen los deseos de bondad. Pero el mundo conservador suele propinar una reflexión sobre Hugo Chávez igual de miope. Porque en su doctrina eliminan un factor determinante. Cuando el país se entregó a ese liderato lo hizo con cotas de pobreza y abandono escalofriantes.
El proceso electoral ha merecido sospechas que se ahorran en el caso del aliado ruso. No digamos la alarma frente a la política clientelar costeada con el petrodólar, sin dejar caer un apunte sobre tantos países amigos donde el petrodólar ni siquiera destina a la sociedad un céntimo de sus beneficios. Lo peor de esa bellota geopolítica es que sin autocrítica es imposible presentar una alternativa al caudillismo, y es la falta de alternativa creíble la que se convierte en su mejor propagandista. La riqueza es una zanahoria eficaz, pero cuidado porque si la zanahoria está pocha, esquelética y podrida, deja de funcionar como reclamo.
La salida del poder de Chávez, por más que algunos ya se confían a la madre naturaleza como único remedio, comenzará el día en que se reconcilie la sombra de ese 25% de la población que vivía en la extrema pobreza cuando llegó al poder con una idea de futuro sustentada en algo más que el desinterés del Estado por las economías familiares. El populismo de unos suele responder a la incapacidad para escuchar al pueblo de otros. El desastre económico de Venezuela precisa de lecciones más sólidas que las que propinan otros desastres económicos similares. Y si Chávez deja ahora un heredero tras ganar las elecciones, lo hará porque ha aprendido de otros líderes democráticos que puedes presentarte a las elecciones y pasarle la vara a un colaborador sin que nadie te tosa.
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