Entre teles
Quienes sientan tentaciones manipuladoras sobre la tele de todos ya saben que la ciudadanía está vigilante
Desde el apagón analógico ocurren cosas como esta: en un cuarto de mi casa queda una televisión con un viejo descodificador sin tarjeta que solo capta canales internacionales de noticias. Entre ellos, la BBC, menos mal. En español se puede elegir entre Telesur, que es Telechávez; Russia Today, que es Teleputin (ambas tendenciosas, pero de apariencia más o menos profesional), y Cubavisión, que por supuesto es Telecastro sin disimulo.
Paso unas horas ordenando papeles y cables junto a esa tele que repite el Nodo cubano. La fórmula es invariable: cuenta, por este orden, la visita de algún ministro o diplomático extranjero a uno de los Castro, el discurso vacío de algún dirigente del régimen en cualquier organismo inoperante y, de cierre, un modesto evento cultural. Es lo habitual en aquel país desde hace demasiado tiempo, pero a estas alturas del siglo XXI se nota mucho el contraste con lo que intenta contar de lo que pasa una hornada de valientes blogueros y tuiteros. Esta semana se apagó media isla, por un fallo eléctrico, y también su tele, sin que la echaran demasiado de menos.
Consigo conectar la TDT a la tele del cuarto. Me froto los ojos viendo que, mientras una multitud toma las calles por la independencia de Cataluña, el telediario de la noche da como primera noticia la entrevista entre Rajoy y el primer ministro finlandés en Madrid. Y la Diada, la quinta. El torpe sesgo, por descarado, causa mucho enfado en las redes sociales, y también rechifla (“Miles de catalanes hacen cola para adquirir el iPhone 5”, tuitea el surrealista @ElMundoToday).
Al mediodía siguiente suspiro de alivio cuando Ana Blanco da una cobertura impecable de la marea de Barcelona. Y hasta la dirección del ente reconoce su error. Entendieron al fin que esa audiencia mayoritaria que se informa en TVE, y a la que no pueden satisfacer los noticieros de las privadas dedicados a sucesos y curiosidades, ya no va a tragarse las viejas formas de manejar de tele de todos. Se intuye duro el pulso, dentro del nuevo poder, entre los que apoyan una TVE serena y los que emplearían a fondo la máquina de propaganda que fue (o que aún suelen ser las autonómicas). Quienes sientan tentaciones manipuladoras ya saben que la ciudadanía está vigilante. Y del lado de los profesionales. Esa era la buena noticia del día.
En la otra tele, que sí tiene Canal +, me desquito con The Newsroom, la serie del momento, sobre un equipo de periodistas con nervio y garra, tipos entusiastas que sienten más pasión por averiguar la noticia que miedo a que la verdad moleste a los poderosos. Una gozada. ¿No?
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