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“Wall Street no cambia nunca”

Robert Redford presenta en la Mostra 'The company you keep', que él mismo dirige y portagoniza

Toni García
Robert Redford, en 'The company you keep'
Robert Redford, en 'The company you keep'

Leyenda viva. Negarle ese estatus a Robert Redford (1936, California) sería como negar la mismísima esencia del cine estadounidense de los años sesenta y setenta, ese donde Paul Newman, Steve McQueen y el propio Redford esculpieron el significado de la palabra estrella. El protagonista de Dos hombres y un destino, El golpe, Todos los hombres del presidente, Tal como éramos o Memorias de África entraba en la sala de prensa de la Mostra con pantalones vaqueros, una camisa negra con cuello de pico y una americana blanca. Sonriente y afable (qué diferencia con la actitud de alguna celebridad de medio pelo que se ha paseado por Venecia), le acompañaba el protagonista de su último trabajo, Shia LaBeouf, con traje oscuro, se supone que en busca del papel que definitivamente le empuje fuera de su circuito de Transformers y demás delicatessen y le coloque en la silla de actor.

La ocasión, la presentación de The company you keep, la pintaban calva, y a Redford, zorro viejo en territorio comanche, se le vieron las intenciones de entrada: no iba a callarse nada. “Estamos asistiendo a la carrera entre dos partes opuestas; una, Obama, propugna el cambio pensando que es inevitable; la otra, en cambio, hace todo lo que puede para evitarlo.Por eso, la política americana esta pasando momentos difíciles y eso me entristece”, dijo el cineasta cuando le preguntaron por las elecciones estadounidenses. Después alguien en la platea mencionó a Wall Street: “Están protegidos por el sistema, de algún modo sobreviven a cualquier cosa que pudiera luchar contra ellos. La verdad es que Wall Street no cambiará nunca. Lo entienden hasta los que tienen medio cerebro: a los superricos siempre les va bien; al resto del país no ”, decía con rostro circunspecto.

 “¿El periodismo de Todos los hombres del presidente? [Pausa] Aquello era distinto, ya no existe. Ahora con las nuevas tecnologías el flujo de información nunca cesa. Hoy en día es mucho más difícil encontrar la verdad", afirmaba el actor mientras a su lado el joven LaBeouf le miraba como quien admira una flor peculiar. A LaBeouf no le preguntaron demasiadas cosas, algo lógico por otro lado, así que cuando le tocó su turno sabía perfectamente lo que tenía que soltar: “Cuando alguien como Robert Redford te llama para trabajar con él es como si te besaran los dioses”, dijo, con cara de convencido. Redford, a su lado, exhibía esa sonrisa de lado que pone el jefe cuando le piden aumento de sueldo después de hacerle la pelota. Para no desentonar le devolvió los piropos: “Soy una persona sensible al trabajo de los buenos actores, también de los jóvenes como LaBeouf al que considero brillante. Es alguien que tenía la energía, el intelecto y la capacidad para llevar a escena al reportero Ben Shepard”.

Redford, fundador del festival dedicado al cine independiente más famoso del mundo, Sundance, no se ha mostrado demasiado optimista con el trabajo de su generación a la hora de llevar a su país a pastos más verdes. “Cada generación debería tener su propio guía, un guía de su propio tiempo. Mi generación corrompió esa posibilidad hace ya mucho. Cuando llegue el momento de darles las riendas del país a las nuevas levas deberían recibir un país en buenas condiciones y no una cosa marchita”. A partir de ahí, momentos de reflexión sobre la vieja guardia actoral que puebla el filme (“Les escogí porque eran grandes actores, no me fije en su edad”), a sus referencias (“Me gusta pensar que mi película se parece a Los miserables, por aquello del hombre anónimo”) y Europa (“Envidio a Europa por su historia. América, a pesar de su poder y todo lo demás es en realidad un país muy joven”).

Para finiquitar una de las ruedas de prensa más interesantes del festival (aunque el nivel no estuviera demasiado alto) la visión del director de Gente corriente y El dilema (Quiz show) sobre aquellos tiempos en los que la juventud americana parecía henchida por el espíritu revolucionario y grupos como Weather Underground sublimaron ese deseo de cambio a través de la violencia: “Luchaban por una causa justa y tenían buenos motivos para revelarse, la guerra era un error… ¿Qué hacía yo en aquellos tiempos? Pues era un rebelde con familia y una carrera que acababa de empezar, no estaba políticamente concienciado”.

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