“Pensamos que solos nos bastamos y es la mayor locura del mundo”
La escritora italiana Chiara Gamberale publica en español la novela 'La luz en casa de los demás' Los seres humanos son su gran obsesión
El primer contacto con Chiara Gamberale produce, a los pocos segundos, esta conversación: “¡Habernos conocido antes! ¡Estuve en Madrid hace poco, con una amiga que acababa de dejarlo con su novio y tenía ganas de fiesta! Todavía me echa en cara que no saliéramos nada”. La segunda charla, en cambio, termina antes de empezar. “Es que se me ha reventado el aire acondicionado y tengo media casa inundada. ¿Te importa llamar en una hora?”, suelta la escritora italiana desde el otro lado del teléfono. Y agrega, como confirmación de lo sucedido, que está en bañador.
Añadan que Gamberale sostiene que el final de su última novela se lo sugirió una cabra en una isla griega. Y que, desde pequeña, se inventaba “un montón de cosas y de amigos invisibles”. Ahora tal vez empiecen a intuir algo de esta bomba de simpatía y surrealismo que nació en Roma en abril de 1977. Y que ha publicado en español La luz en casa de los demás, (Seix Barral), la razón -por cierto- por la que estuvo en Madrid, en la feria del libro del pasado junio.
“Es la historia de una niña que busca a su padre dentro de una comunidad de vecinos a la vez que intenta entender quién es ella. En el fondo es la historia de todos nosotros”, resume su creación Gamberale. El por qué la caza de Mandorla (en español sería Almendra) se centra precisamente en ese edificio de cinco plantas se halla en una carta. La deja su madre, antes de morir. Y desvela que el padre de la niña es uno de los hombres del edificio.
Ya, ¿pero quién? ¿Paolo o Michelangelo, los homosexuales de la tercera planta? ¿El insulso Samuele Giró del segundo piso? ¿O el impecable ingeniero Barilla, del quinto? El viaje de Mandorla hacia la verdad es el pretexto perfecto para colarse, a lo largo de 467 páginas, en una jungla hecha de familias al borde de la crisis, matrimonios ideales, solteronas y parejas de hecho. “Necesitaba narrar muchas relaciones, escribir una suerte de atlante de los seres humanos”, afirma la autora.
De hecho, justamente los otros habitantes del planeta son la pasión principal de Gamberale. “Los seres humanos son mi obsesión. Me maravillan, me dan miedo o a veces asco. Lo único que me interesa son las historias de la gente”, asegura la italiana. Tal vez incluso demasiado, ya que la autora escucha todo y todos y hasta tiene un programa de radio al que los oyentes llaman para pedir consejos o desahogarse: “A nuestro paso por el mundo no le veo otro sentido que encontrar gente con la que entrar en contacto. No consigo entender qué otra cosa interesante se puede hacer mientras tanto”.
Sin embargo, el himno a la filantropía y la escucha reciproca de Gamberale no es exactamente el hit de moda en el planeta. Más bien todo lo contrario. “Vivimos en la sociedad del narcisismo, encerrados en nuestras casas, cosas e intereses. Pensamos que solos nos bastamos y es la mayor locura del mundo. Creemos que es una fuerza mientras que es una debilidad”, defiende la autora. Y lo dice porque lo probó en su piel.
La adolescente Gamberale se pasó años en un pozo de soledad llamado anorexia. “Empezó como una broma. Quitaba el pan o la pasta de la mesa. Y acabé en una pesadilla, con tres hospitalizaciones y años terribles”, recuerda la escritora. Hasta que otro ser humano acudió a su rescate: “No sé cómo me curé. Supongo que encontré a Emanuele [Trevi, su actual pareja], que estaba aun más liado que yo, y me distraje de mi misma”.
Sea como fuere, Gamberale salió de esa. Aunque algo de miedo sigue acompañándola: “La parte crítica terminó, pero el vacío volvió”. También continúa a su lado Trevi, escritor como ella, con el que Gamberale está casada. “Por desgracia”, se le escapó una vez. “Es difícil estar juntos, nos está costando. Lo dejamos y lo retomamos. Es muy complicado crecer y abandonar el país de Nunca Jamás”, asegura ahora.
En esa isla de fantasía, Peter Pan luchaba para salvar sueños e ilusiones de los niños perdidos. Para rescatar este planeta en cambio, Gamberale individua otra esperanza. “Me gusta llamarlo shining (resplandor). Algunos lo tienen y otros no. Es una chispa entre la barriga y el corazón. Tiene que ver con la fuerte humanidad y la originalidad; es gente que solo puede ser igual a sí misma”. ¿Como ella? Tal vez. Desde luego no debe haber muchas escritoras que hablan de literatura con las cabras griegas.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.