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EXPOSICIONES

¿Cómo es la mujer si se desmontan los prejuicios?

Una exposición en el Musac, de León, recobra la historia de las reivindicaciones de género Se recupera la obra de mujeres artistas españolas desde los años sesenta

'Productos Navares. Garantía de seducción' (1999), obra de Paloma Navares.
'Productos Navares. Garantía de seducción' (1999), obra de Paloma Navares.

"Fea, eres fea, ja ja ja ja… ¡Pero que muuuy fea!”, dice una burlona voz de mujer desde el espejo, a través de unos altavoces laterales. Es una de las piezas —de Pilar Albarracín— en la exposición Genealogías feministas en el arte español 1960-2010, en el Musac, de León. Una obra que quita hierro a un tema habitualmente tratado con el frío rigor de la militancia: la tiranía de la belleza. Con ser serio, el feminismo o la visión de las mujeres artistas, no tiene que ser abordado solamente con un rictus feroz o dolido. Que los hay, claro. Y con mucho sentido. Juan Vicente Aliaga y Patricia Mayayo, los comisarios de esta ambiciosa muestra, indagan en la visión que han venido dando las mujeres artistas españolas de sí mismas y de los problemas a los que se han tenido —y tienen— que enfrentar en busca de una afirmación personal lejos de los prejuicios que siempre han rodeado al hecho de ser mujer y su situación en la sociedad. La exposición está dividida en 11 apartados, prescindiendo de un relato lineal o cronológico. Obras de 80 artistas españolas, algunas de ellas recobradas por esta investigación, que desentierran y hasta revelan cómo, desde antes de la Transición, ya había creadoras reclamando derechos o exponiendo situaciones de discriminación. “Las artistas feministas irrumpen en los años noventa con las modas anglosajonas. En esta exposición hemos querido romper ese mito”, afirma Mayayo.

“En pleno franquismo ya había un protofeminismo que denunciaba las injusticias contra la condición femenina y una mirada hacia la división sexual del trabajo”, prosigue Aliaga. “En los años setenta, en Cataluña, estas obras fueron leídas como conceptualismo y durante la Transición fueron olvidadas. En los años ochenta, con la glorificación del mercado en torno a la feria Arco, tampoco se les dio un lugar relevante”.

Piezas de Esther Boix, María Antonia Dans, Carmen Calvo o Castorina, de los años sesenta, reflejan a la mujer en el mundo del trabajo. Otras obras han estado arrumbadas desde los años setenta y se han recuperado. Dona silenciosa, de Amèlia Riera, se consideraba como un pop surrealizante, y no como una escultura de género y feminista. Ana Peters hizo una exposición en la galería Edurne a mediados de los sesenta, titulada Imágenes de la mujer en la sociedad de consumo y luego desapareció de la escena. Sus obras estaban almacenadas. “Algunas artistas han hecho un descubrimiento de su propia obra de los años setenta a la luz de esta investigación, como Marisa González con su serie La descarga (1975-1977), sobre la violencia machista”, dice Mayayo.

'William Shakespeare, Corín Tellado' (1974), obra de Paz Muro.
'William Shakespeare, Corín Tellado' (1974), obra de Paz Muro.

En la exposición las distintas generaciones conviven en un discurso plástico coherente y que aporta obras sorprendentes en cada sala. La sección titulada ‘Las otras de la historia’ recoge documentos de las performances de Paz Muro en 1963 (Las preciosas y Moulin Rouge) y de Fina Miralles, en 1967, junto a los vídeos de Cristina Lucas y la instalación de Carmen Navarrete sobre la mujer como conejillo de indias de la medicina.

La sala ‘Luchas colectivas’ reúne fotos de Pilar Aymerich en las manifestaciones que piden la despenalización del adulterio hace 35 años y las de las Jornadas Catalanas de la Mujer, en 1976, junto a otras manifestaciones de mujeres en el vídeo de Cecilia Barriga, 5.000 feminismos más (2010). En ‘La tiranía de la belleza’, además del citado Espejito de Albarracín, están los trabajos de Ana Casas Broda, Cuaderno de dietas, o la instalación Elígete: implantes productos Navares, de Paloma Navares. ‘El hilo de la vida. Cuidados y maternaje’ pretende también romper con las convenciones sociales en torno a la maternidad con piezas de Mar Caldas o Elena del Rivero. Destaca por su presencia en varias salas la obra de Esther Ferrer, uno de los referentes más consecuentes y persistentes en el tratamiento de estos asuntos a través el arte. “Lo que proponemos no es un discurso canónico, pero sí una investigación amplia y un mapa de genealogías”, afirma Aliaga. “Hemos propuesto unos temas y unas obras, pero no queríamos que quedara desideologizada o despolitizada, por eso se incluyen también documentos y una cronología contextualizada. Se trata de romper el mito de que en España no ha habido teoría y práctica feminista”.

Pero también hay hombres en esta exposición. Después de todo, ¿qué es una mujer? En la sala ‘Mascaradas’ se dan muchas respuestas. “Nos interesan los feminismos, pero también las preguntas sobre lo femenino y lo masculino. Ese binomio ha creado una guerra patriarcal heterosexista”, dice Aliaga. Vídeos de Ocaña travestido, en 1977, o fotos de Jesús Martínez Oliva de gestos corporales supuestamente femeninos hechos por un hombre, son algunas de las muestras de estas manifestaciones.

'Mimétisme relatif-Femme panthère' (1973), de Dorothée Selz.
'Mimétisme relatif-Femme panthère' (1973), de Dorothée Selz.

La exposición se abre con la búsqueda de unos antecedentes universales y su reflejo en obras de artistas españolas y se cierra con ‘Transfeminismos’. “Esta sala refleja prácticas artísticas y activistas que también reclaman su lugar”, explica Mayayo. Esta última sala tiene una advertencia acerca de contenidos sexuales explícitos. Recoge una serie de trabajos, sobre todo videográficos, en torno a los colectivos de artistas que reunió en Barcelona el festival Posporno, de 2003, y sus posteriores actividades. Son colectivos feministas radicales en torno al pensamiento tranzmarikabollo, que reivindica una pornografía abierta a mayor diversidad de opciones. No falta cierto tipo de humor tampoco en esta sección, como el vídeo La bestia de María Llopis —autora del libro El postporno— en el que aparece una mujer como en un vídeo casero, posando en un jardín en actitudes sexis para luego quitarse la ropa y comenzar a actuar como una salvaje amenazadora, que se sube a los árboles.

El colectivo O.R.G.I.A. (Organización Reversible de Géneros Intermedios y Artísticos) tiene también una destacada presencia en esta sala con varios trabajos, como las fotos sarcásticas de las drag kings castizas. “Hay humor e irreverencia. Un aire fresco más allá del feminismo institucionalizado, que no es el único planteamiento posible”, concluye Mayayo.

Genealogías feministas en el arte español: 1960-2010. Musac. Avenida de los Reyes Leoneses, 24. León. Hasta el 6 de enero de 2013.

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