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EL PAÍS ESPÍA BARCELONA NEGRA

Como cristianos a los leones

Mal rollo en la poli. Antes de cada acto Paco Camarasa lee una carta escrita por el fiscal José Grinda. Ayer éste dejo caer en la charla sobre Mafias Rusas que había polis corruptos y hoy le han caído palos por todos lados. En la carta dice que nada, que generalizar es malo. No hay polis corruptos, ni ricos sin corazón y los Reyes Magos son los padres.

Jake Arnott, Javier Calvo y David Peace junto a Andreu Martín eran una de esas mesas que valían la pena la convocatoria de BCNegra. Peace no vendrá. Al parecer, hay peligro de terremoto en Japón y no quiere dejar a su familia ante ese riesgo. Una lástima. Porque con él la mesa podía ser una sublime sesión de espiritismo con Andreu Martín en plan quitemos hierro a esto de escribir, chicos. Una mesa con finale Carrie. Of course. Calvo hace casi bueno el terremoto hablando de Peace. Arnott habla de la elegancia con la que se recubre en su país la violencia y la grosería. Su Harry Starks no deja de ser el Capitán Drake y no en vano el Imperio Británico fue el éxtasis glorioso del crimen organizado. Un delito es un trauma colectivo. Y cómo expresar eso consiste en parte el trabajo de un autor. Deberes para casa: quemar las novedades que me he comprado los últimos meses.

En el entreacto simulo fumarme un cigarro. La gente me mira extraña. No pasa nada. Me acaricio el parche de nicotina. Un fotógrafo me pide fotos. Yo pongo cara de malo. De trauma colectivo. De autor inglés. Creo que no me ha salido muy bien. A mi lado escucho algo inquietante. Hay rumores que en un pequeño pueblo en las afueras de Oslo vive un autor nórdico que no es escritor de novela negra. De momento, reitero, sólo es un rumor. Últimamente servimos a los nórdicos como cristianos a los leones: en grupo y desarmados. Jussi Adler-Olsen, Gunnar Staalesen e Inger Wolf. Oficio y niños en apuros en sus últimas novelas. Hay un aspecto de las novelas nórdicas que fascinan al lector del Sur. El trabajo. Aquella gente no para de trabajar. En la oficina, en el despacho. Con su portátil ya en casa, repasando fotos all night long. Nos fascina que la tecnología les funcione. Que no tengan vida privada. Porque aquí de vida privada nos sobra. Cada uno de nosotros tenemos dos o tres vidas privadas y una madre que llevar al médico.

Algún día nos dejará de gustar la negra nórdica y a ellos les dará igual.

* Carlos Zanón es auutor de la novela ‘No llames a casa’ (RBA)

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