Julius Wiedemann: "Taschen no compite con otras editoriales sino con Starbucks o Zara"
El director digital del sello alemán de libros de diseño y cultura pop imparte en España charlas sobre el futuro de la edición
Pocas editoriales han sido tan audaces como la alemana Taschen, desde carísimas ediciones de lujo con inteligentes reclamos populares (la última, la de fotografías de Linda McCartney) a esos libros mucho más asequibles que no faltan prácticamente en ninguna casa donde existe cierta inquietud por el diseño, la fotografía o la cultura pop en todas sus vertientes. El trinomio bueno, bonito, barato se hace realidad gracias a muchos de los libros de Taschen, un sello que convive con pasmosa naturalidad con tres volúmenes de todas las obras de Frank Lloyd Wright con el libro Santillo, la petit mort, obra del fotógrafo Will Santillo sobre el orgasmo femenino (esa pequeña muerte) con mujeres masturbándose, también a toda página. La gran arquitectura al alcance de cualquier sueño o el sexo como un objeto más de deseo. Ese es el anzuelo de Taschen.
Uno de sus cerebros, el brasileño Julius Wiedemann -director editorial del área digital y de los libros de diseño y cultura pop-, está estos días en España impartiendo charlas sobre el futuro de la edición y presentando (hoy jueves lo hará en la Fnac Arenas de Barcelona), una de sus novedades, el libro Ilustration Now Portraits. Wiedemann es uno de los hombres fuertes de la editorial y uno de los hombres encargados de llevar a Taschen rumbo al futuro. Un futuro, explica él, que se dividirá en cuatro frentes: "libros para e-books, libros impresos, libros a impresión bajo demanda y libros para aplicaciones de iPad". "Nosotros", añade, "estamos trabajando en las cuatro formas con igual intensidad porque el futuro ya no será lineal. La gran diferencia estará entre el libro objeto y el libro, digamos, más informativo. En cinco años el cambio estará totalmente definido y, a grandes rasgos, la información será digital y la belleza, de papel. Evidentemente, una editorial como la nuestra, que no publica novelas, ni libro solo de lectura, está trabajando en aplicaciones muy visuales y atractivas". Wiedemann apunta algo más: la clave del futuro no es la producción sino la distribución.
El editor responde a las preguntas por teléfono, a las puertas de un conocido restaurante japonés de Madrid. "Para nosotros no existen los problemas, solo los retos", asegura con esa facilidad para las ideas cortas y precisas de los hombres curtidos en la mejor tradición publicitara. "Todo el escenario está cambiando y, nos guste o no, el mundo cada vez estará más lleno de gente que lleva una tableta bajo del brazo. Taschen trabaja contenidos específicos, aunque de momento solo ha creado una aplicación de su revista para el iPad y del libro Yes is more [un manifiesto de arquitectura relatado en forma de tebeo], que se puede comprar por menos de ocho euros. La gente ya no quiere cargar con un libro de diez kilos bajo el brazo".
Pero para muchos, los libros de Taschen no son una mera carga de papel sino que, digamos, tienen una función decorativa: "Lo sabemos. Por eso tenemos que equilibrar bien nuestra oferta y saber qué libros tienen sentido en un formato u otro. No todo vale para todo", señala Wiedemann. Entre los libros que están preparando, títulos de comida, de niños y uno recién terminado sobre los hermanos Grimm.
A Wiedemann le parece muy factible que en el futuro podamos comprar un libro sobre, por ejemplo, el cineasta Stanley Kubrick y navegar por él viendo sus películas. "Eso es. Contar las cosas de una manera totalmente nueva, ofrecer caminos diferentes para cada uno. Pero nuestra prioridad no es llegar los primeros, más bien es llegar despacio, probar antes, sin la ansiedad de las metas".
Wiedemann explica que hoy la lucha entre las marcas está más allá del producto en sí mismo y que el objetivo de todas es el mismo: "comprar el tiempo". "Nosotros no competimos con otras editoriales de arte sino con empresas como Starbucks, Zara, Apple, Air France o Audi. Todos queremos lo mismo: el tiempo de la gente. Porque el tiempo que emplea un joven en tomarse un café con un amigo es el mismo tiempo que emplearía en comprar uno de nuestros libros, como el tiempo de salir a un restaurante a cenar es hoy perfectamente intercambiable con quedarse en casa navegando en Facebook. Aparentemente todo vale lo mismo y nosotros solo tenemos que convencer a nuestros clientes de que el tiempo que emplean con nosotros merecerá la pena y hará, en definitiva, su vida más interesante".
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