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Epidemia musical en Hollywood

Hugh Laurie ('House') se une a la lista de actores que se pasan con mayor o menor éxito a la música

Debe ser un virus o algo en el agua, pero cada vez son más los actores (porque es mayoritariamente un fenómeno masculino) que un buen día se levantan, se agarran a un micrófono y empiezan a berrear (también los hay que cantan), a tocar la guitarra, el clarinete, la batería o el bajo. El caso más clásico es Woody Allen y sus lunes melómanos en Nueva York pero lo cierto es que la lista de famosos con grupo musical se ha convertido en un auténtico big-bang.

Uno de los últimos en sumarse a esta fiebre es un hombre muy conocido por el público español, más inglés que el té de las cinco, pero que ha triunfado con acento estadounidense dando vida al médico más deliciosamente insoportable del planeta. Hugh Laurie, más conocido como el doctor House, arranca estos días su tour, donde el galeno se pone a los teclados y le da caña al blues , eso sí, con su acento original, el de verdad. La gira de Laurie, una celebridad en el Reino Unido mucho antes de la aparición de House (gracias a su show de finales de los años '80 con el maravilloso Stephen Fry), pasará por Londres, Coventry y Manchester pero también por Berlín.

Con todas las localidades agotadas cabe preguntarse si Laurie hubiera arrasado en la taquilla sin el ariete televisivo. Para los críticos las habilidades al piano del actor son destacables pero su voz, más allá de lo rugoso y reconocible, no pasa de ser una de tantas. A pesar de ello todas las bandas con famoso se colocan inevitablemente en lugares de privilegio y colocan el sold-out de turno día sí, día también.

Ejemplos los hay a docenas: Keanu Reeves en los tiempos de su banda Dogstar; Clint Eastwood en su condición de amante del jazz (con una voz como la suya, ¿qué puede salir mal?); Kevin Costner y sus guitarreros; Bruce Willis y The accelerators; Bill Paxton y sus Martini Ranch; Juliette Lewis y The Licks... la lista es infinita e incluye cosas tan sorprendentes como el dueto formado por los hermanos Stallone, el sorprendente Jack Black y su (sólida) propuesta metalera con los Tenacious D, sin olvidarnos del terrible debut de Don Johnson, visto y no visto, con uno de los videoclips musicales más infames de todos los tiempos.

También existe una generación nueva, más atrevida y desacomplejada en la que destacan nombres como los de Paul Dano, el predicador de There will be blood, con su banda Mook, y con un sonido que poco tiene que ver con la simpática comercialidad de alguna de las bandas citadas anteriormente, donde pesa más el compadreo que la música. Lo mismo puede decirse del proyecto de Zoey Deschanel, reciente musa de los nuevos románticos gracias a la película 500 días juntos, que con She trata de gestar algo muy personal, casi alejándose de su condición de actriz. También lo intentó Scarlett Johansson en su particular homenaje al universo de Tom Waits, aunque se quedará -casi- en agua de borrajas.

Y existe un tercer grupo, el más interesante para muchos fans, en el que destaca sobremanera Billy Bob Thornton, y que insiste en recordar a los aficionados a la música que algunos estarían mejor si se atuvieran a lo suyo. Sus obras, y especialmente la dedicada a Angelina Jolie (su ex-esposa) llevan el termino "pegajoso" a nuevas cotas y por si esto no fuera suficiente el buen Thornton, amante a partes iguales de polémica y la torpeza, tuvo que anular su última gira por Canadá después de enfurecer a los locales con una serie de descalificativos dignos de un necio. Haciendo gala de una inteligencia poco práctica el actor se burló de los canadienses una noche en uno de los programas de radio más célebres del país y al día siguiente fue recibido con una lluvia de patatas cuando trataba de dar un concierto en el mismo territorio. Le faltaron piernas para huir de allí y prometió no volver.

El único que le podría dar guerra a Thornton es otro tío duro como Steven Seagal. El marmóreo actor trata de dedicarse al country con desastrosos resultados y ni siquiera el ínclito Chuck Norris (que toca los mismos palos que Seagal) le hace sombra en la destrucción de los clásicos del género. Eso sí, llenan allí donde van, quizás porque la comedia (sin música o con ella) es más necesaria que nunca en los tiempos que corren.

El actor y músico Hugh Laurie, en una imagen de promoción.
El actor y músico Hugh Laurie, en una imagen de promoción.

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