La renovada perfección
A punto estuvo, por tercera vez en este ciclo isidril, de abrir la puerta grande el rejoneador Diego Ventura, al que sólo el fallo con el rejón de muerte en el quinto le impidió redondear un nuevo triunfo en esta plaza. Algo parecido le ocurrido a Cartagena, sobrado de facultades y de técnica toda la tarde.
El rejoneo moderno ha alcanzado tal punto de perfección, que corre el peligro de adocenarse si no se renueva a sí mismo. Los caballos muestran una doma extraordinaria, y los caballeros, en plena madurez, hacen su labor con tan pasmosa facilidad, que el festejo de rejoneo parece un ensayo a puerta cerrada.
Falla, como siempre, el toro; qué difícil es ver a un toro bravo y codicioso en una corrida de este tipo. Parece que eligen a propósito a los más mansos y querenciosos de la ganadería andante. Y así, ayer, una vez más, los caballeros se vieron obligados a perseguir a sus oponentes en una imagen que, cuando menos, no deja de ser paradójica.
Plaza de las Ventas. 6 de junio. Sexta corrida de la Feria del Aniversario. Lleno.
Bohórquez/Cartagena, Ventura, Lupi
Toros despuntados para rejoneo de Fermín Bohórquez, bien presentados, mansos y sosos; manejables tercero, quinto y sexto.
Andy Cartagena: pinchazo, rejón trasero y un descabello (ovación); rejón en lo alto (oreja),
Diego Ventura: rejón en lo alto (oreja); tres pinchazos y rejonazo (ovación).
Manuel Lupi, que confirmó la alternativa: do pinchazos, metisaca y rejón bajo (palmas); tres pinchazos y rejonazo (silencio).
De todos modos, el asunto radica en que el descastado toro de hoy y la perfección de los rejoneadores requieren una renovación antes de que deje de interesar a los públicos, ávidos de una emoción que pocas veces se ve ya entre un toro, un caballo y un caballero.
Tanto Ventura como Cartagena templan a sus toros con un absoluto dominio de la situación, y el primero encandila a la plaza cuando se deja llegar los pitones hasta la misma piel del caballo y, de improviso, cambia el viaje por los adentros y sale airoso del trance. Uno y otro se lucieron en banderillas, y compitieron en caballos toreros que parecen pensar en la cara del toro.
Cartagena destacó sobremanera a lomos de Magno, valentísimo, que quiebra y carga la suerte en la cara de su oponente como ya quisieran muchos matadores; y emocionó con Pericalvo, una de sus estrellas, en el tercio de banderillas. Clavó con facilidad el único par de banderillas cortas a dos manos que se ha puesto en toda la feria, y dejó el sabor de un caballero en sazón.
Ventura parece que juega al toro en el patio de su casa, y sus caballos se divierten con él. Los quiebros que realizó con Wellington rozaron la perfección. Es un rejoneador dominador que necesita un toro más codicioso.
El joven portugués Manuel Lupi, hijo de José Samuel Lupi, una de las leyendas del rejoneo del vecino país, encierra una clásica concepción del toreo a caballo, elegante y de suaves maneras. Tiene un buen concepto del temple, y, aunque le falta mucha experiencia, salvó honrosamente su paso por la plaza madrileña.
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