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Soler y Llach subastará los 60 Cartier-Bresson que la fundación francesa vetó

Los lotes de imágenes congelados se subastarán en Barcelona "antes del verano"

La casa de subastas Soler y Llach no se deja amedrentar ante la fundación Cartier-Bresson. Así, y a pesar de las presiones de la entidad francesa que llevaron a los subastadores a retirar 60 de los 66 lotes de imágenes del celebrado fotoreportero para la puja celebrada ayer, la empresa barcelonesa aprovechó el acto para anunciar "para antes del verano" la subasta con las seis decenas de imágenes que, según la fundación, llevarían firmas falsificadas o tirajes para prensa que Cartier-Bresson, a partir de una decisión del año 2000, no deseaba comercializar sin su rúbrica o consentimiento.

¿Qué ha llevado a Soler y Llach de congelar esos lotes a hacer una nueva convocatoria? "Hemos hablado con nuestros abogados y creemos que no incumplimos nada y somos absolutamente conscientes de la decisión que tomamos", asegura Juan Naranjo, responsable del departamento de fotografía de Soler y Llach, entidad que recibió una carta del abogado de la fundación. A la decisión de la firma barcelonesa no sería ajena tampoco la consulta a dos peritos grafólogos que, al parecer, habrían autentificado las firmas de Cartier-Bresson.

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Cartier-Bresson, subasta congelada

"Es evidente que esta situación nos ha perjudicado", admitió Naranjo tras la subasta de Cartier-Bresson, anómalamente muy rápida y que, por lo que a las instantáneas se refiere, se tradujo en una sola venta de las seis autorizadas por la fundación. Se hizo en la propia sala, por 2.200 euros (mil más que el precio de salida) y para una imagen de 1934 tomada en México de dos mujeres de espaldas portando en la cabeza sendas jarras de agua. Irregular y escasa fue también la salida de libros y catálogos firmados, mientras que el lote de correspondencia cruzada entre el fotógrafo y el coleccionista catalán José Martínez (a quien pertenecía el fondo) quedó asimismo sin comprador.

Extraña fue también la segunda subasta, centrada en obras del fotoperiodista Agustí Centelles, en este caso por la numerosa intervención del estado ejerciendo el derecho de tanteo y adjudicándose los lotes en el precio de remate, para desespero de dos coleccionistas privados franceses que pujaban por teléfono. Aplicando esa prebenda, la representante de la Generalitat se adjudicó así la mayoría de los 28 lotes que se repartirán mayormente entre el Museu Nacional d'Art de Catalunya (que podría quedarse una quincena) y el Centro de Arte Reina Sofía.

Dos piezas codiciadas por las instituciones se quedaron, sin embargo, en manos privadas, quizá porque sobrepasaron en mucho las expectativas. Fue el caso de un tiraje de época del bombardeo de la plaza Universidad en 1937, con un caballo muerto compartiendo el primer plano con una motocicleta tirada en un suelo infestado de ramas y escombros. Salía con 1.400 euros, pero en una de las escasas victorias de los licitadores telefónicos, fue adquirida por uno de ellos por 2.500 euros. Mucho más allá, y de manera inopinada porque era un tiraje de 1976, fue el reconocidísimo contrapicado de la carga de un miliciano en el frente de Aragón en 1937 a la bayoneta calada, que pasó de los 900 euros iniciales a 3.500 directamente por una orden previa de un comprador que ya estaba en manos de la casa de subastas. Los caprichos se pagan.

<i>Retrato de Giacometti,</i> foto retirada de la subasta.
Retrato de Giacometti, foto retirada de la subasta.HENRI CARTIER-BRESSON

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