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'El último combate' del Capitán Trueno

El heroico caballero muere con la espada en alto en un nuevo tomo

Hay héroes que se pueden permitir el lujo de envejecer, incluso morir, sin que se pierda la magia que les hace memorables. El Capitán Trueno, el guerrero que supuso un paso adelante en el cómic español, está de vuelta, si es que alguna vez se fue; y eso que han pasado ya 54 años desde que aquel caballero español irrumpiera en los quioscos y empezara repartir mandobles en blanco y negro. Sus peripecias se sucedieron hasta 1993, cuando se editó la última: pero eso ya es historia, porque Ricard Ferrándiz ha conseguido ver materializado el final que imaginó para este guerrero. "Hice muchos viajes al sur de Francia. Quería encontrar el Lago de los druidas. Hay una leyenda que dice, que si arrojas una piedra al lago, se desata una tormenta. A veces se refieren al lugar como la Guarida del Trueno. Si otros personajes tienen un lugar donde reposar dignamente, ¿por qué no él?", comenta el guionista.

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El dibujante Joan Boix, el fundador de "la primera escuela de cómic en Europa" (Boix Studio), asume la tarea de hacer encanecer al protagonista y a su inseparable Goliath en este tomo en color que está la venta por 17 euros, El último combate (Ediciones B).

"La calidad de los dibujos de Ambrós y el original trabajo de Víctor Mora es la razón de la gran aceptación de este héroe. Supone el paso de algo más folletinesco al cómic de aventuras", comentó con admiración Ferrándiz. Victor Mora, el padre del personaje, no pudo asistir por su "precaria salud" pero no renunció a enviar unas líneas que leyó Ricardo Artola, director de Ediciones B, en las que daba su bendición al proyecto. Aquel Trueno que él creó - y al que dieron vida los lápices del gran Ambrós, fallecido en 1993- empezó sus andanzas combatiendo sarracenos en las cruzadas. En esta ocasión defiende a un fugitivo de unos inquisidores. No está, pues, el famoso grito de Santiago y cierra España, que tantas veces precedió a sus combates. "No tendría sentido en este contexto. Aquí, él vive en su feudo, en el sur de Francia. Él nunca tuvo un sesgo patriotero", defendió el experto Luis Alberto de Cuenca. Un ejemplo de la refrescante aportación de Víctor Mora fue el personaje de Sígrid, la bella pareja del capitán Trueno. Ambos convivían sin matrimonio de por medio, pero su presencia en esta entrega se reduce a explicar su cómo muere al intentar salvar a un niña.

"Hay varios opciones abiertas"

Lo que sigue presente es la camadería, la teatralidad con la que el dicharachero Goliath pone a raya a sus enemigos o el inquebrantable sentido del honor y la justicia del protagonista. Que Crispín, el escudero, haya dejado de ser un crío para convertirse en cabeza de familia, no es razón para que no respalde a sus compañeros ante cada desafío. Como en los viejos tiempos, pura valentía puesta al servicio de una buena causa que, esta vez, no termina con unas sanas carcajadas y el adelanto de la siguiente aventura. Los autores advierten que la muerte del protagonista no se trata de un punto final. "Veremos cómo reacciona la gente", opinó Boix, que reconoció que aprendió el oficio imitando su tebeo favorito, creando un capitán muy similar. "Quién me iba a decir que, tantos años después, iba a poder dibujarle de forma publicable", reflexionó, sonriente. "Hay varias opciones abiertas para retomar el personaje", coincidió Ferrándiz.

Algunos iconos de la cultura pop, como Batman o Superman, han envejecido o pasado a mejor vida, pero se sigue publicando regularmente nuevo material. Parece que, al Capitán Trueno, ni las canas ni los años van a impedirle buscar nuevas causas perdidas. Después de todo, ha sobrevivido al paso al color;también a los cambios de formato, incluso al endurecimiento de la censura a finales del franquismo, que creaba situaciones extrañas al pretender eliminar todo rastro de sangre, heridas o las palabras malsonantes. Trueno seguirá con la espada en alto porque muchos de sus lectores, como Crispín, no por haber crecido le son menos fieles.

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