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La Lidia. Feria de San Isidro

El Fundi, torero

No cortó orejas y ni siquiera dio una vuelta al ruedo, pero quedó en la plaza la sensación de que es un torero grande y poderoso. No obtuvo un triunfo de clamor, pero fue magistral su lección de dominio, de mando, de poder y de conocimiento. No son necesarios toros boyantes ni artistas de pellizco para paladear el toreo de siempre, que no es más que la lucha entre un animal fiero y un ser valiente que impone su inteligencia y, cuando es posible, expresa su sentimiento.

El Fundi gana con el paso del tiempo. No es sólo un gran lidiador, conocedor de la técnica; es que torea cada vez mejor. Y ayer lo demostró en unas extraordinarias verónicas, jugando los brazos y meciendo el capote, con las que recibió a su segundo; banderilleó a ese mismo toro dejándose ver; robó muletazos hondos con ambas manos y mató a ley a sus dos oponentes, ejecutando a la perfección la suerte del volapié.

Y no fue precisamente un bombón su primer toro: manso, remiso, probón y violento, que tiraba gañafones al aire y miraba con malas intenciones. Pero tenía delante un diestro asentado, seguro y firme, que lo retó, le plantó cara con gallardía, se metió entre los pitones y le ganó la pelea. ¡Cuánto tuvo que tragar El Fundi! Pero, qué seguridad… Qué torería… La faena no fue limpia porque lo impidió el constante cabeceo del toro. Pero brotaba la emoción en cada cite, y la sensación de peligro en cada derrote, y el deleite de estar ante un torero con mayúsculas. Se perfiló para matar -silencio, señores- y cobró una estocada hasta la bola.

El cuarto era de parecida condición, pero sufrió una vuelta de campana al salir del caballo y se vino abajo. Apareció un fuerte viento y lo deslució todo. A pesar de ello, El Fundi dibujó naturales muy aceptables a un toro desclasado e inválido. Volvió a matar por derecho y presentó sus credenciales para triunfador de la feria en esta materia.

Si hubiera que ponerle un pero a su labor de conjunto es que alargó sin motivo sus faenas. Y otro pero al exigente público de Madrid: no supo reconocer la grandeza de El Fundi, y aplaudió sin motivo en el arrastre al deslucido cuarto. El toreo ha cambiado; es verdad, pero lo que ayer hizo este torero de Fuenlabrada es de sombrero, sepa verlo o no el exigente público madrileño.

No se afligió tampoco López Chaves, que pechó con un lote insufrible. Aguantó tarascadas de todos los colores, se jugó el físico y firmó dos actuaciones muy meritorias. Era evidente, sin embargo, que Jiménez era un convidado de piedra en esta corrida. Tampoco tuvo material, pero él no atraviesa un momento dulce. Está claro que no ve los toros con claridad.

los toros de Baltasar Ibán estuvieron por debajo de lo que se esperaba. López Chavez y César Jiménez no terminaron de lucirse.Vídeo: ELPAIS.com
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