Kevin Johansen: "A pesar de todo el cuento, soy un des-generado"
El músico argentino-estadounidense comparte escenario esta noche con Lila Downs en el festival World Music de Parla
"Todo el mundo tiene logo: yo, tú, mi abuela, tu hermana". Grabado a tinta como un tatuaje, Kevin Johansen (Fairbanks, Alaska, 1964) está intentando desprenderse del suyo. Con esa mixtura, que sale fácil, ha desafiado a la crítica, en su intento de encasillarlo en uno o varios estilos. Mestizo, ecléctico, heterodoxo, desarraigado, irónico, excéntrico, surrealista, conspirador. Un buen día dijo "¡basta ya!" y se autodefinió: "Soy un artista des-generado".
Este músico argentino-estadounidense no es un cantante pop ni un revisionista del folclore, aunque tiene algo de ambos. Lo meritorio de este compositor, con debilidad por la tradición brasileña y acorde contemporáneo, es que, detrás de su aire de cantautor recién salido del metro, hay mucha imaginación y pocos complejos. En su música, lo ecléctico deja de ser excepcional, sin terminar de sorprender, para convertirse en norma.
Johansen, que se expresa indistintamente en gringo (es hijo de estadounidense y argentina) y en lunfardo arrabalero (argot tanguero), ha residido en Alaska, Nueva York, Montevideo y Buenos Aires, y eso se nota. Antes de Logo (Sony Music, 2007), su cuarto trabajo, que ha venido a presentar a España, en un solo tema registraba acordes de rumba porteña con aire de milonga, funky con chacarera, cumbia bilingüe, poesía hablada, pop, bolero, tango, entre otras. Con Logo, las etiquetas las pone él, tema a tema, y no tanto nota a nota.
En España, por esos caprichos de la producción, Logo saldrá a la venta en septiembre. Las disquerías argentinas lo recibieron en mayo, aunque su presentación oficial será el próximo 3 de noviembre, en el Teatro Coliseo de Buenos Aires. Hasta entonces, el artista -trasandino, trasoceánico-, en otro ejercicio de cosmopolitismo, viaja avanzando contenidos por Argentina, Chile y España.
Esta noche compartirá escenario con la oaxaqueña Lila Downs en el III festival World Music de Parla (Madrid). A la banda (The Nada) se la dejó en Buenos Aires. Vino sólo con su guitarra y Juan Álvarez, el bajista del grupo, que se casaba ayer en Aravaca. La amplitud del abanico estilístico de este conspirador del folclore con rostro urbano le ha colgado el logo de panamericano. Un trotamundos que estos días fondea en España.
Pregunta: Con Logo, ¿se aburrió del mestizaje?
Respuesta: Logo es un juego. En el concepto, los estilos musicales son como logos. Existe ese cliché. Muchas veces me encanta. Quizá en Logono hay tanta mixtura de géneros como en mis otros discos. Antes mezclaba un son cubano con una milonga arrumbada en un mismo tema. En este último trabajo, no. Cada género tiene su logo. Su tema. En ese sentido, rompe con los discos anteriores.
P: ¿Cansado de etiquetas?
R: A pesar de todo el cuento, "soy un des-generado". Esa es mi respuesta a toda etiqueta. En realidad creo más en el término la mezcla que en el mestizaje. Me veo como un cocinero coge los diferentes elementos y constantemente mezcla. Pero, primero, para ser un des-generado, hay que ser purista.
P: No hay tanta mixtura de estilos, pero en Logo A sus habituales letras en spanglish, le ha agregado ahora notas en portuñol. Más fusión que eso
R: Lo hago en tres temas puntuales: Logo, Por las rulas, pelas calles y Luna sobre Porto Alegre. Y porque no puedo volver la espalda a lo que está pasando en Latinoamérica: Brasil se está abriendo a sus vecinos. El gigante, resguardado en su portugués. Que necesita identificarse consigo mismo, a partir de su identidad, por aquello de que es tan grande. Hace por lo menos 20 años que no sucedía algo así. Brasil está mirando al sur. Y le interesa. Y le gusta, más allá de esas estúpidas rivalidades que surgen entre vecinos. Hay una especie de unión subtropical.
P: El logo del buenrollismo. Usted que es un artista de felicidad melancólica.
R: También tengo mi punto pesimista. En Logo, hay como un dejo de sana tristeza que expongo desde la misma tapa [la portada]. Le pedí a Liniers, un dibujante argentino amadrinado por Maitena, que en la portada pintara un zeppelín envuelto en fuego cayéndose a pique. Quería decir algo así como que el fin del mundo ya fue y nosotros nos quedamos pasmados mirándolo. Estamos quemados. Nostradamus tenía razón en sus teorías.
P: ¡Irónico!
R: La ironía es una especie de tristeza disfrazada. Es como burka bajo el cual se pueden decir muchas verdades que obligan a una segunda o tercera lectura para que no pasen desapercibidas. Pero también incorporo mucha belleza, mucha hermosura en este disco. Quería que hubiera un equilibrio. En eso me han ayudado mucho los colaboradores. Son muy No Logo. Desde un Albert Plá, una Amparo Sánchez de Amparanoia, de aquí. La colombiana Andrea Echeverri de Aterciopelados, el brasileño Paulinho Moska A pesar de que soy anti-invitados, me parecía interesante su colaboración amén de su timbre de voz que es muy diferente al mío. Más que nada, mi obsesión es con la canción.
La canción desde aquel lado del mapa
P: ¿Y no con el género?
R: Para mí, el género es la canción, simplificándolo mucho. En eso tengo un montón de colegas desde el uruguayo Jorge Drexler o el brasileño Paulinho Moska. Somos grandes amigos. Nos hacemos llamar los subtropicalistas, los músicos del mercosurf. Nos une una obsesión por la estructura de la canción.
P: ¿Se va a sumar como algunos de ellos a la diáspora artística?
R: Sé que hay amigos como Andrés Calamaro o Andy Chango, gente conozco desde hace mucho, que están instaladísimos. En España, siempre me sentí como en casa. En todo lugar de la Península, fuimos siempre muy bien recibidos. Vengo desde 2002. La primera vez, tocamos en el Mercat de Vic y en La Boite. En Suristán, en Madrid. Y después en Fraga. En La Mar de Músicas de Cartagena, en Womad, en Pirineos Sur Espero un bebé para primavera. De momento, me quedo en Buenos Aires.
P: Porque Buenos Aires es la mejor ciudad del mundo para tocar.
R: Eso tiene que ver con lo pretencioso de la idiosincrasia porteña. El público ibérico es bárbaro. Me impacta la cantidad de música que se consume aquí. Nada que ver con localismos. Yo podría decir que Madrid y Barna son las mejores ciudades del mundo para tocar. Nos han tratado siempre increíble. Cuando no es en tu lugar físico, la respuesta del público te sorprende aún más. Es como un premio doble.
Kevin Johansen actúa hoy junto a Lila Downs en el III Festival World Music de Parla (Madrid) a las 22.00 horas. El martes 10 de julio junto a Julieta Venegas en el Festival de Ritmes del Poble Español en Barcelona. El jueves 12 en el Palacio Revillágigedo de Gijón. El viernes 13 en el Teatro de Tías de Lanzarote.
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