La catedral de La Almudena estrena la decoración de su ábside en vísperas de la boda real
Se trata de una "corona mistérica" compuesta por siete murales de Argüello y ocho vidrieras realizadas en Murano
A 24 días de la boda real entre el príncipe Felipe y Letizia Ortiz, el Arzobispado de Madrid ha presentado esta mañana a los medios de comunicación la nueva decoración del ábside de la catedral de Santa María la Real de la Almudena, donde se celebrará el enlace. Se trata de una "corona mistérica", compuesta por un conjunto de siete murales pintados por Kiko Argüello (León, 1939), fundador de Camino Neocatecumenal, y por ocho vidrieras realizadas en la isla veneciana de Murano. El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha bendecido las obras a las 13.30 horas en una ceremonia pública a la que han asistido 3.000 personas.
Los siete murales y las ocho vidrieras están colocados en tres órdenes diferentes y adornan todo el ábside de la catedral madrileña. Las pinturas representan el Cristo Pantocrátor, que está en el centro de la composición, donde convergen los siete cuadros, que forman como una corona de los momentos fundamentales de la vida de Cristo. A la izquierda del Pantocrátor, se encuentran las pinturas que representan la vida terrenal de Jesús (el bautismo, la transfiguración y la crucifixión) y, a la derecha, las pinturas que representan su vida celestial (la resurrección, la ascensión y pentecostés).
Sobre las pinturas, como joyas que embellecen y adornan dicha "corona mistérica", hay dispuestas siete vidrieras dedicadas a la Palabra o Verbo de Dios, con su nombre en diferentes lenguas -latín, griego, hebreo, siríaco, cirílico y español-. En el centro de todas ellas, el nombre que resume a la Iglesia, el nombre de María. Bajo la imagen del Pantocrátor, situada en la capilla axial del ábside, ilumina toda la nave central otra vidriera. En ella está representado Cristo resucitando de la muerte con la bandera de la victoria en la mano izquierda y con la mano derecha levantada mostrando sus llagas gloriosas. A los pies de Cristo aparece la tumba vacía con las vendas y el sudario y en la parte más baja, a la izquierda, el esbozo de un soldado con su escudo y su espada caídos por tierra como símbolo del triunfo de la Vida sobre la guerra y la muerte.
"Un puente" entre católicos y ortodoxos
Durante el acto, al que han asistido los obispos auxiliares de Madrid César Franco y Fidel Herráez, Argüello ha señalado que detrás de estas pinturas está "la fe de siglos" y que, para su creación, ha seguido el canon ortodoxo de los grandes misterios cristianos, tanto en la composición como en los colores, todo ello "al servicio de la nueva evangelización". Siguiendo, sobre todo, las huellas de Rublev, el pintor ha buscado "una expresión moderna incorporando los descubrimientos del arte occidental contemporáneo, desde el impresionismo en adelante, como Matisse, Braque y Picasso, en el intento también de abrir un puente a través del arte entre las Iglesias Católica y Ortodoxa", ha explicado el pintor.
Para Kiko la obra conjuga "modernidad y tradición; nueva estética y representación no sentimental, sino teológica, de nuestra fe. La composición y los contenidos estructurales de la iconografía representada siguen la más antigua tradición, sea de la Iglesia de Oriente como de Occidente; aquella anterior al siglo XV, en un momento en el que las Iglesias aún no estaban separadas ni por la fe, ni por la teología, ni por la estética". Por su parte, el director adjunto del Museo del Prado, Gabriele Finaldi, ha señalado en un comunicado que los murales se insertan en "la más antigua tradición pictórica cristiana: símbolos y representaciones, imágenes de carácter narrativo y, al mismo tiempo, escenas litúrgicas".
En cuanto a la técnica, están realizadas sobre muro preparado con estuco romano, utilizando distintos pigmentos minerales aglutinados con aceite de lino y diluidos con esencia de trementina. Los óxidos así diluidos penetran en el estuco haciéndose un cuerpo con él. En la medida que la cal y la marmolina van recibiendo el color y este va penetrando en el estuco, la pintura mural adopta una textura mate y aterciopelada de gran duración y efecto cromático. Los fondos están hechos con pan de oro. Por su parte, las vidrieras, realizadas en la isla de Murano (Venecia), están hechas sin plomos, con una nueva técnica donde los cristales soplados van engarzados en aluminio negro. La figura del Cristo resucitado ha sido grabada sobre cristal placado a fuego con ácido fluorhídrico.
Cuatro meses de trabajo
Hace más de cuatro años, Argüello fue invitado a presentar un proyecto para la Catedral de la Almudena por Rouco Varela, que había conocido un gran mural suyo pintado en la Iglesia de Santa Francesca Cabrini en Roma.
A principios de 2003, la Junta Técnica eligió al artista entre los siete participantes, y éste presentó el proyecto final en dos grandes maquetas en octubre 2003. Las obras comenzaron a primeros de enero 2004, con la participación de alrededor de 30 personas, entre pintores, vidrieristas, arquitectos y ayudantes. Divididos en siete equipos y en turnos de 16 horas al día, los artistas han finalizado la obra en menos de cuatro meses.
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