El director de EL PAÍS, en una charla con los lectores: “Hay que ir a buscar a los jóvenes en sus canales y hablarles en su lenguaje”
“Militamos en el periodismo”, afirma Martínez Ahrens en un auditorio con más de 200 personas en Barcelona

Puntuales, el director del diario EL PAÍS, Jan Martínez Ahrens, y la redactora jefa de la delegación en Cataluña, Ana Pantaleoni, arrancan la charla con más de 200 suscriptores que se han apuntado a algo difícil hace solo unos años: hablar, criticar, interactuar con los responsables de su medio de cabecera. Tres temas entrelazados marcan el encuentro: la juventud, la extrema derecha y las redes. “Hay que ir a buscar a los jóvenes en sus canales, y hablarles en sus lenguajes”, defiende Martínez Ahrens, sobre uno de los retos del diario. Mientras en el auditorio subterráneo del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) se debate, parte de esos jóvenes patinan prácticamente encima de ellos, en la plaza dels Àngels, en la tarde de un miércoles más calurosa de lo normal para la época. Un tema, el del cambio climático, que también se aborda en la charla: “Una línea troncal para el periódico”.
El director, nombrado hace cuatro meses, abrió el debate recordando los valores que rigen EL PAÍS- “la democracia, el diálogo, el consenso”-, y que no han cambiado en su medio siglo de historia. “Nuestra tradición no permite margen de cambio ni volantazos”. Entre esas obligaciones, defendió la necesidad de retratar el complejo escenario actual, en el que “la gente de menos de 35 años tiene como principal fuerza política a Vox”. “Debemos enfrentarnos al fenómeno de la ultraderecha, tenemos que hablar con ellos, con las prevenciones del periodismo serio”, abogó el director, que insistió en que “no se trata de darle un altavoz a quien genera un discurso de odio”, sino de no ocultar la realidad.
Ante la inquietud de los suscriptores sobre la estrategia para llegar a esos jóvenes, Martínez Ahrens aseguró que también es una de las preocupaciones de la dirección del diario. “Nunca hemos sido un periódico juvenil”, admitió el director, pero recordó que EL PAÍS cuenta con tres millones de suscriptores en Youtube, lo que le hace líder en Europa. “Las nuevas redes les generan respuestas antes de que las pidan y les cierran el universo de la pluralidad”, analizó, sobre el magma en el que se mueven. Y apostó por “estar en todas las plataformas”, y hacer el esfuerzo de hablarles en “los lenguajes nuevos” que utilizan las personas más jóvenes, en mundo donde “existe un vínculo entre la desinformación y la radicalización”. “He oído en mis clases a chavales de 20 años decir ‘la democracia no resuelve mis problemas”, lamentó un profesor universitario que acudió al encuentro. Otro suscriptor se refirió al “desacoplamiento” de los jóvenes. “La sociedad ha incumplido la base del contrato social: si tú cumples, si tú trabajas, si tú te esfuerzas, vas a tener una recompensa”, resumió Martínez Ahrens.

El director de EL PAÍS advirtió de que la nueva “era de desinformación masiva” ha venido para quedarse. Pero también destacó la existencia de unos “medios serios cada vez más fuertes, con más audiencias que nunca”, como los más de 70 millones de lectores diarios de EL PAÍS entre todas sus ediciones, papel y web. En ese contexto, la inteligencia artificial es uno de los grandes desafíos. “Lo primero es la transparencia, y luego, crear también nuestras bases tecnológicas como medio”, aclaró sobre el uso “muy pequeño” que el diario hace de la IA.
Las líneas rojas, sin embargo, siguen muy claras. “No estamos para satisfacer la necesidad de dopamina del público, sino para informar”, respondió a uno de los suscriptores, que señaló las nuevas lógicas de consumo de scroll. El director señaló que el diario genera más noticias de manera más rápida, pero defendió el principio básico de ofrecer “buena información, bien jerarquizada” a los lectores. Una defensa de los valores clásicos del oficio. “No creemos en el clic por el clic”, repitió en su intervención, en la que avisó de que el “click bait es un universo vacío”, en el que las informaciones se abren, pero no se leen. El director de EL PAÍS insistió en que su objetivo es crear una comunidad de lectores críticos.
El debate también abordó las nuevas tendencias que critican un periodismo agorero, de noticias negativas. “Cuidado con esta idea de que los periodistas dais demasiadas malas noticias, cuando oigo eso me saltan las alertas”, advirtió el director, sobre los básicos del oficio: “Ocurren cosas malas, y nuestro deber es contarlo, y también ser incómodos”, insistió, y recordó que retratar solo “un mundo feliz” es el deseo de cualquier político. A pesar de eso, el director de EL PAÍS defendió la necesidad de “saber contar y contar bien” el mundo de la cultura, del arte o de la ciencia. “Nuestro deber es explicar lo que los lectores quieren, que es la verdad, y ese es un trabajo difícil”, resumió.

En ese ámbito, la charla derivó también en los retos de la “prospección” además de la “prescripción” cultural. O en la mirada de EL PAÍS como diario global. “Nos falta dar más información de América en España”, aseguró el director, como uno de sus “empeños” para “elevar la mirada y ver lo que pasa en el otro lado del Atlántico”. En el debate tampoco faltaron los suscriptores preocupados por la cobertura de la guerra en Gaza. “La situación en Palestina nos parece terrible y lo hemos denunciado a diario”, defendió el director, que elogió el trabajo de los tres redactores desplazados en la zona.
“No somos militantes de ningún partido, de ningún Gobierno, ni damos un cheque en blanco a nadie. Militamos en el periodismo”, insistió Martínez Ahrens, sobre las críticas recurrentes de algunos sectores a EL PAÍS. Un debate en el que el director puso el acento en las grandes transformaciones que han vivido los medios de comunicación en los últimos años, hasta el punto de sufrir por su supervivencia. “En las redacciones pasamos miedo, hubo eres, hubo despidos masivos, hubo momentos en los que vimos que nuestra continuidad no estaba clara”, explicó. “Los suscriptores han supuesto nuestra tabla de salvación ante un modelo que se vino abajo”, dijo. “Y justo cuando ya estábamos relativamente tranquilos y asentados navegando en este nuevo mundo con buen viento, ha aparecido la IA, que no sabemos a dónde nos va a llevar”, concluyó.
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