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El zoo Selwo Marina de Benalmádena se deshace de sus nueve delfines y los envía a China

Los conservacionistas critican que los cetáceos acaben en un país sin garantías de bienestar animal

Esther Sánchez

Los nueve delfines mulares del parque de aventura Selwo Benalmádena (Málaga) emprendieron camino a China este 3 de septiembre. El zoológico, del grupo Parques Reunidos, los ha enviado a las modernas instalaciones acuáticas de la isla de Hainan, el mismo lugar al que se trasladó a los ocho ejemplares del Aquarium de Madrid este enero y a los nueve de Aquopolis Costa Dorada cuando cerró en 2022. La empresa no ha informado del cambio de ubicación de los cetáceos, pero el show ha desaparecido de su web y por teléfono tan solo responden que las instalaciones están en obras.

El grupo solicitó una autorización a CITES ―convenio internacional que regula el comercio de especies amenazadas― para exportar nueve delfines desde este parque al país asiático, confirma el Ministerio para la Transición Ecológica. “Los especímenes salieron del territorio nacional con destino a China el pasado 3 de septiembre, cruzando la frontera de conformidad con la normativa aplicable en material de comercio internacional de especies protegidas”, informan a EL PAÍS.

Andrea Torres, coordinadora del área de animales salvajes de la asociación ecologista FAADA, señala que el cierre sería “una excelente noticia si los delfines se hubieran trasladado a un santuario [bahías acotadas en el mar donde se les cuidaría], no a otro delfinario en un país como China que carece de leyes de protección animal que garanticen su bienestar”. La reinserción total de cetáceos criados en cautividad en su hábitat es imposible porque morirían, por lo que su reubicación es muy complicada y un problema sin resolver.

La autorización de exportación de este tipo de animales, precisa de un informe científico favorable, que se obtuvo en este caso. Para ello, los propietarios de los cetáceos debieron asegurar que los delfines se transportarían de forma que minimice el riesgo de lesiones, de perjuicio para la salud o de malos tratos.

Torres espera que el cierre del delfinario sea definitivo y que no se esté preparando para recibir a nuevos inquilinos, algo que es imposible saber debido al “oscurantismo” que existe cuando se deciden estos viajes, que impide conocer la realidad de lo que sucede. “Porque trasladar a los cetáceos de un delfinario a otro a seguir explotándolos no es lo adecuado”, añade. En Selwo Marina el espectáculo se basaba en saltos y acrobacias. “Destacaban comportamientos antinaturales como levantar al cuidador por los pies con el hocico o el clásico baile con los entrenadores para romantizar su relación con los animales”, indican en un comunicado.

“Un zoológico tiene la misma responsabilidad que cualquier propietario que se hace cargo de un animal, y si no los vas a poder seguir manteniendo en tu centro, tienes que asegurarte de que van a estar bien”, plantea. En su opinión, la solución sería invertir en santuarios, “pero a los zoos no les interesa, porque implicaría reconocer que pueden sobrevivir en ellos e iría en contra de su propio negocio”.

EL PAÍS ha intentado recabar la opinión de Parques Reunidos sin obtener respuesta, pero cuando el grupo envió en febrero a los delfines del zoo Aquarium de Madrid a China aseguró que las nuevas instalaciones eran de “última generación”. Su decisión, añadían en un comunicado, se debía a una recomendación de la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA).

El lugar elegido es un “moderno zoológico” que incluye cinco piscinas interconectadas de diferentes dimensiones, y una piscina médica, explicaban. Que cuenta, además, con una estructura que resiste a los tifones y con un hospital veterinario completo de 2.000 metros cuadrados, con una zona de cuarentena para su adaptación y varios laboratorios.

Torres plantea que la única solución sería “cerrar las fronteras y que dejen de llegar nuevos individuos, evitar que se reproduzcan para que los que hay en la actualidad sean los últimos”. Y si no se pueden llevar a santuarios, “al menos que dejen de hacer shows circenses”.

En la actualidad, aunque los cetáceos no se pueden capturar en la naturaleza, en España se pueden reproducir en los parques acuáticos, o intercambiar entre instituciones. “Se tocan, se interactúa con ellos, se hacen fotos..., esto no tiene nada que ver con la conservación ni con motivos científicos”, plantea Torres.

Francia prohibió la reproducción de delfines y orcas en cautividad en 2017 y la exhibición a partir de inicios de este año, lo que ha sacado a la luz el gran problema de qué hacer con los animales. En el parque acuático de Marineland (en Antibes, Francia), no han encontrado todavía una solución, aunque el centro se clausuró este enero. Sus dos orcas,Wikie, de 24 años, y su hijo Keijo, de 12, ya no realizan espectáculos, pero continúan allí, al igual que una docena de delfines.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.
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