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El vertido de los dos petroleros rusos se extiende sin control por el Mar Negro un mes después

El Kremlin ha creado esta semana una comisión para la catástrofe medioambiental ocurrida el 15 de diciembre. Al menos 58 delfines y miles de aves han muerto por la marea negra

Dos voluntarios limpian el pasado 8 de enero a unas aves afectadas por vertido de fueloil en el estrecho de Kerch
Dos voluntarios limpian el pasado 8 de enero a unas aves afectadas por vertido de fueloil en el estrecho de KerchAlexey Pavlishak (REUTERS)
Javier G. Cuesta

El desastre ecológico provocado por los naufragios de dos petroleros rusos el pasado 15 de diciembre sigue fuera de control un mes después. Miles de animales han muerto desde entonces y cada día aparecen más manchas de fuel en nuevas playas del Mar Negro. Sin embargo, el Kremlin no tomó medidas drásticas hasta esta semana. La lenta reacción de sus escalafones inferiores y sus cruces de acusaciones han amenazado con provocar una catástrofe medioambiental mayor que enfangue también al Kremlin, y el presidente Vladímir Putin ha ordenado, finalmente, la creación de una comisión que coordine los esfuerzos de limpieza que, hasta la fecha, ha cargado sobre sus hombros un ejército de voluntarios.

El descubrimiento de un nuevo vertido obligó al primer ministro, Mijaíl Mishustin, a crear un mando ad hoc el pasado lunes. Un mes antes, el 15 de diciembre, una tormenta en el estrecho de Kerch partió en dos al petrolero Volgoneft-212 e hizo encallar al Volganeft-239, dos viejos navíos soviéticos de una flota que ya había sido tildada de anticuada y peligrosa la década pasada.

Las autoridades intentan levantar ahora un camino con excavadoras hasta el barco encallado, de cuya popa brotó un nuevo vertido el 10 de enero. El objetivo es poder acceder a sus tanques antes de que viertan más contaminantes y bombear su contenido. Sin este paso previo, cualquier soldadura puede ser peligrosa.

Son obras a contrarreloj. Ambos barcos transportaban en total unas 9.200 toneladas de fueloil antes de naufragar. Un día antes de este último vertido, el 9 de enero, el Ministerio de Transporte estimaba que solo unas 2.000 toneladas de productos petrolíferos se habían derramado al mar desde cuatro tanques perforados. “Debemos hacer todo lo posible para detener las fugas”, advirtió Putin a su Gobierno aquel día, la jornada en la que finalmente decretaron la emergencia nacional.

Sin embargo, la catástrofe ha sido mucho peor de lo esperado. En el fondo del Mar Negro yacen unas 5.000 toneladas de fueloil, “una especie de masa gelatinosa que no se mueve a ninguna parte”, según ha declarado este fin de semana el gobernador de la región de Krasnodar, Veniamín Kondrátiev. Los servicios de emergencia y los voluntarios han retirado hasta ahora unas 155.000 toneladas de arena y fueloil en aquella provincia, a las que se suman otras 43.000 toneladas de la anexionada Crimea.

Las primeras manchas de hidrocarburos aparecieron a mediados de diciembre en los alrededores del estrecho de Kerch, incluida la turística ciudad de Anapa, que de momento respira aliviada porque la catástrofe no se ha producido en época estival —miles de rusos han cambiado sus vacaciones en el extranjero por esa zona de playas debido a las sanciones impuestas por la invasión de Ucrania—.

Pero los efectos de los vertidos han llegado ya a lugares que distan por más de 300 kilómetros de costa. Las autoridades impuestas por Rusia en Crimea anunciaron este domingo la aparición de más marea negra a lo ancho de toda la península, desde Eupatoria, en la zona occidental, a Feodosia, en el margen oriental de la península, y en la histórica ciudad de Yalta, en el sur.

Incluso en un pueblo de Georgia, en el extremo oriental del Mar Negro, han hallado un ave con restos de fueloil. “Es necesario restaurar lo antes posible el ecosistema único de la costa del Mar Negro, de Krasnodar y de la República de Crimea”, proclamó el primer ministro ruso al anunciar la creación de esta comisión. “Debemos hacer todo lo necesario para evitar nuevas fugas de fueloil”, agregó Mishustin.

Putin propuso en los primeros días de la catástrofe que solo se reforzase el Ministerio de Emergencias con un nuevo grupo operativo. Un mes después, terminó ordenando la creación de la comisión encabezada por el vice primer ministro Vitali Savélyev y el ministro de Emergencias, Alexánder Kúrenkov. Para el presidente ruso es fundamental que Crimea, símbolo de su presidencia, no sea asociada con el fango negro.

Voluntarios ayudan a retirar los vertidos en Anapa, Rusia, el pasado 20 de diciembre.
Voluntarios ayudan a retirar los vertidos en Anapa, Rusia, el pasado 20 de diciembre. Sergey Pivovarov (REUTERS)

“Es importante mantener el alto ritmo de desarrollo de Crimea y Sebastopol [...] y resolver los problemas que planteen sus vecinos. Esto se aplica plenamente a los trabajos para eliminar las consecuencias del accidente de los petroleros”, advirtió Putin este martes en una videoconferencia publicada por el Kremlin. “Espero acciones activas en este sentido por parte de la comisión gubernamental”, enfatizó.

Los voluntarios asumen el trabajo de las autoridades

El Kremlin ha descargado la responsabilidad de este caos en las autoridades locales. El jefe del Comité de Investigación de Rusia, Alexánder Bastrykin, anunció la apertura de un caso penal contra los responsables de la mala gestión el pasado 24 de diciembre, aunque no aclaró quiénes son. No obstante, esto le sirvió a Moscú para exponer un informe con quejas de los vecinos.

“La limpieza solo la llevan a cabo ciudadanos desinteresados, no se ha asignado ningún equipamiento especial para el trabajo ni se ha organizado la eliminación de residuos”, recogía el documento, que además denunciaba que “incluso los contenedores con productos petrolíferos almacenados en las playas acabaron de nuevo en el mar por un temporal”.

Los rusos se han organizado a través de varios canales de Telegram para arreglar en lo posible esta catástrofe medioambiental. Uno es Anapa, voluntarios del mar, con 23.478 miembros. En ellos no solo se incluyen desde tutoriales sobre cómo limpiar a las aves a ayuda con el alojamiento para los voluntarios recién llegados, sino que también promueven algunas de las pocas formas de protestar todavía permitidas hoy en Rusia: una carta a la fiscalía a la que ha tenido acceso este periódico “para exigir una investigación y que los culpables respondan de sus actos conforme a la ley”.

Entre otros ejemplos, el grupo cita una reunión del alcalde de Anapa, Vasili Shvets, con miembros de Salvamento Marítimo el 5 de enero. Los representantes de este organismo “informaron de que no encontraron manchas de contaminación, pero Shvets declaró que esta información era absolutamente falsa: Había manchas de 10 por tres kilómetros de ancho”.

Además, el grupo pide en su misiva “atraer tantas fuerzas como sea posible de las autoridades, científicos, ecologistas, ornitólogos, veterinarios y servicios de rescate para eliminar el derrame de fueloil”. En juego están las vidas de miles de animales.

El centro para la protección de los delfines Delfa ha encontrado al menos 58 de estos mamíferos muertos en la costa hasta el momento, pero su cifra puede incrementarse todavía más porque se están habituando a cruzar los vertidos.

“Los delfines mulares y los delfines de Azov nadan entre películas de petróleo y pequeñas fracciones de fueloil para nuestro pesar. En las salidas anteriores no observamos este fenómeno. Todos parecen alegres y bien alimentados, pero ahora hemos detectado manchas negras en alguno”, advierte el centro a través de Telegram. Además, lamenta que poco se puede hacer salvo mantener limpio el mar.

“Lamentablemente, no hay manera de alejarlos porque las zonas de fueloil son demasiado grandes, y capturarlos es inviable porque el estrés puede matarlos y no hay un solo lugar en Rusia para transportarles”, señala Delfa.

Por su parte, miles de aves también corren peligro. Según un centro de rehabilitación de estos animales de Stavropol, Pelican, solo el 17% de las 1.051 aves que han atendido ha sobrevivido. El problema es que están envenenándose lentamente después de dos semanas bebiendo agua y alimentarse de otros animales contaminados. “Los animales experimentaron daños en el sistema nervioso central, pérdida de coordinación, convulsiones y diarrea sanguinolenta”, son algunos de los síntomas.

En una entrevista concedida al canal Crimea 24, el director del parque Taigán, Oleg Zubkov, ha reconocido que les llegan miles de aves, ya no solo de Kerch, sino desde el otro extremo de la península del Mar Negro, y no dan abasto: “Hay muchos pájaros y no se vislumbra un final”.


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