Expertos advierten de que los residuos de la dana se tratan de la forma más rápida y barata, pero no la más limpia
El almacenamiento de vehículos llenos de gasolina, aceites y otros líquidos preocupa entre los profesionales
El desastre de la dana provocó la movilización de miles de voluntarios que llegaron a las zonas afectadas por las lluvias torrenciales con la intención de ayudar a los afectados que, en muchos casos, ni siquiera podían entrar en sus casas, llenas de fango. La limpieza inicial de vehículos y enseres consistió, fundamentalmente, en trasladarlos. “Hasta el momento se ha optado por gestionar los residuos de forma más rápida y barata, pero también la menos apropiada desde un punto de vista del impacto medioambiental”, ha asegurado Miguel Ángel Artacho, director del Centro de Investigación en Dirección de Proyectos, Innovación y Sostenibilidad (PRINS) de la Universitat Politècnica de València (UPV) que, junto al clúster nacional de empresas de tratamiento de residuos, ha organizado las jornadas.
Artacho ha lamentado que, a diferencia de lo que ocurrió con la covid, en la que desde el minuto cero se creó una comisión de expertos, en este caso no se ha hecho así. “No se ha tenido en cuenta la opinión de expertos y todo el conocimiento y experiencia que atesora el sector privado representado el clúster”, se ha quejado. La Universitat Politècnica de València ha reunido a expertos y expertas internacionales para debatir sobre cómo afrontar la gestión de residuos derivados de la dana que el pasado 29 de octubre arrasó parte de la provincia de Valencia, causó 224 muertos y decenas de miles de afectados. En estas ha participado la exministra alemana Eveline Lemke, consultora y experta en economía circular, que fue la encargada de supervisar la gestión de los residuos generados por la dana sufrida en Alemania en 2021. Lemke ha hablado de la similitud de ambas catástrofes y ha destacado la importancia del intercambio de conocimientos científicos en este tipo de situaciones que, al igual que el resto de participantes en las jornadas, vaticina que se repetirán. Así, ha hablado de cooperación y de la creación de un manual para esos momentos de crisis.
El director del centro de investigación de la UPV ha destacado el imperativo que supone la gestión de los residuos y que esta se haga “desde una perspectiva de sostenibilidad y circularidad, y que para eso se cuenten con procedimientos contrastados con la comunidad científica”. Miguel Ángel Artacho ha admitido que estos trabajos requieren celeridad y que las estimaciones presupuestarias de los gobiernos “siempre se quedan cortas”, con lo que ha reclamado que se tenga en cuenta que “no se solventa un problema tan grande en poco tiempo y con poco dinero”.
En su intervención tras las jornadas ha asegurado que no se trata de juzgar lo que se ha hecho hasta ahora, pero sí de reclamar que a partir de ahora se haga mejor. “Hemos contado con la asesoría de un colectivo de expertos alemanes que ya sufrieron esto en 2021 y ha sido muy clarificador”, ha expuesto Artecho quien además ha desvelado que la Politècnica se adherirá a una red que tienen de científicos que están todavía estudiando los efectos de la dana en Alemania, después de tres años. “Valencia va a ser un caso de estudio más que va a servir para generar algunas prácticas”, ha indicado y anunciado que también participarán en la elaboración de un manual de buenas prácticas para la gestión de residuos derivados de catástrofes. El manual estará coordinado por la Universidad de Colonia y en él participarán 15 universidades y 10 centros tecnológicos de Europa.
En la misma línea, el presidente del clúster de tratamiento de residuos (del que forman parte las dos empresas contratadas para la gestión en Valencia), Jesús Martínez, ha coincidido en que, aunque en una primera fase lo que había que hacer era rehabilitar lo más rápido posible las comunicaciones, el transporte logístico y retirar los enseres y el lodo de las calles para poder acceder y demás, ahora la gestión de residuos ya ha de hacerse desde las buenas prácticas. Ambos han hecho hincapié en los vehículos, que fueron apartados de las calles y traslados a unas campas en las que se llegaron a concentrar más de 100.000 coches. “Hay que retirar los líquidos de los vehículos: de freno, refrigerantes, combustibles, etc. para luego poder hacer una buena gestión en el desguace”, han incidido. Todo eso, además de las baterías de los vehículos eléctricos, se eliminan incluso antes de proceder a la retirada de los vehículos, algo que, por la urgencia, no se pudo realizar.
Por su parte, la exministra alemana Eveline Lemke ha admitido haber visto “cosas que son muy peligrosas. Hemos visto en las campas de los coches que siguen con los depósitos llenos de gasolina, de gasóleo, que siguen con las baterías puestas y tenemos la sensación de que no se trabaja bien a nivel técnico”, ha dicho. “Nosotros también tuvimos muchos voluntarios, pero también son personas que requieren seguridad, protección y también seguros para poder trabajar y requieren apoyo y esto a su vez requiere dinero”, ha plasmado.
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