Julio Díaz, experto en salud y clima: “Las alertas por calor no se pueden basar solo en la temperatura, influyen muchos factores”
El investigador del Instituto de Salud Carlos III ha participado en la actualización y mejora del sistema de avisos de Sanidad ante episodios de altas temperaturas
El doctor en física Julio Díaz (Madrid, 64 años) es investigador del Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Ciencia. Junto a su compañera Cristina Linares es el responsable del estudio a partir del que el Ministerio de Sanidad ha establecido el nuevo sistema de alertas por altas temperaturas peligrosas para la salud. EL PAÍS, partiendo de ese cambio, ha preparado este buscador para poder difundir los avisos. La clave de esta herramienta es que, cuando se habla de afecciones a la salud, una misma temperatura máxima no afecta del mismo modo a toda la población del país. Es decir, unas máximas de 35 grados Celsius en un pueblo de la campiña cordobesa no significan prácticamente nada; pero esos mismos 35 grados en Asturias hacen que la mortalidad se dispare.
Pregunta. Hasta esta semana, el verano en España no estaba siendo demasiado duro y no se había registrado aún un episodio de calor extremo. ¿Esto hace que la población se relaje?
Respuesta. En realidad, estaba siendo menos duro en España. Este junio, por ejemplo, ha sido el junio más caluroso registrado en el conjunto del planeta. Y ya se han vivido olas de calor brutales en Grecia o en Estados Unidos. El error es pensar que la sensación que uno pueda tener a nivel local es lo que pasa en el mundo en su conjunto, porque no es así. Una cosa es el tiempo y otra cosa es el clima, por lo tanto, lo que ocurra durante un mes o durante unos días no es representativo. Creo que en cuanto lleguen las olas de calor importantes volveremos a ser conscientes del problema. Que el verano no haya sido tan duro hasta ahora solo puede servir de munición para los retardistas y los negacionistas.
P. Los expertos suelen comentar que la primera ola de calor es la más peligrosa, ¿por qué?
R. La inmensa mayoría de la mortalidad que se atribuye al calor no es por un golpe de calor. La mortalidad por golpe de calor apenas llega a un 2% o un 3% del total. Lo que hacen las olas de calor es agravar otras enfermedades. Por lo tanto, la primera ola de calor es la que tiene más susceptibles, es decir, más personas que tienen una enfermedad y que no han fallecido. Por lo tanto, tienes una población diana muy grande y esa primera ola de calor se lleva por delante a los más enfermos. La segunda ola de calor, como ya no quedan tantos, se lleva a menos. La tercera cada vez tiene menos susceptibles, y la cuarta menos aún. Es decir, llega un momento en que por más calor que haga ya no se muere más gente, porque se han muerto todos los susceptibles. Es lo que se llama el efecto siega. Por eso la primera es especialmente importante. Hay estudios también que relacionan la intensidad de la gripe del invierno con el impacto luego del calor en verano. La gripe causa mucha mortalidad en invierno y si se ha registrado una gripe débil, que no ha matado a muchas personas, ha dejado muchos susceptibles. Cuando llega el calor los que se habían salvado de la gripe se los lleva el calor.
P. ¿Qué le hace el calor a nuestra salud?
R. El mecanismo que tiene el cuerpo humano de luchar contra el calor es la sudoración. Y esto hace que aumente el ritmo cardiaco. Si tienes ya un problema cardiovascular, ya estás con una deficiencia grave. Si activas más tu corazón, tu sistema respiratorio también se ve alterado. Por lo tanto, el calor se relaciona también con enfermedades respiratorias. Además, si estás sudando mucho, te deshidratas. Por lo que también se relaciona con enfermedades renales. Además, para aumentar el ritmo cardiaco, aumentas la tensión arterial. Y eso puede causar problemas de hipertensión en mujeres, que se relaciona con partos prematuros y bajo peso de los bebés al nacer...
P. ¿Cada vez se conocen más efectos negativos del calor sobre la salud?
R. Sí, pero lo que está ocurriendo realmente es que cada vez tenemos ordenadores y programas estadísticos más potentes. Eso te lleva a poder establecer relaciones que antes no podías hacer.
P. Este año se ha afinado más el modelo de avisos de salud para hacerlo más preciso. ¿Por qué es importante este cambio?
R. Porque en una muerte ligada a una ola de calor no solo influye la temperatura a la que se llegue. Todo cuenta, influyen muchos factores. Sabemos por los estudios que influye la pirámide de población, porque cuantas más personas enfermas tengas, mayor es el impacto. Es decir, cuanto más envejecida esté tu población, mayor será el impacto. También sabemos que influye el nivel de renta, porque no es lo mismo pasar una ola de calor en la habitación de un piso con cuatro personas más que en un chalé con piscina y aire acondicionado. Influye también el sistema sanitario... Es decir, no solo influye la temperatura. Y si yo defino una ola de calor solamente basándome en la temperatura estoy olvidándome del nivel de renta, de las desigualdades socioeconómicas, del sistema sanitario y eso va contra el sentido común. Eso nos lleva a que nuestras alertas no se pueden basar solo en la temperatura y hay que elegir un indicador: la mortalidad. Entonces se definen las alertas en función de cuando aumenta la mortalidad de forma estadísticamente significativa, que es lo que hemos hecho. Unas veces coinciden con las alertas basadas solo en temperatura, pero la mayoría de las veces no.
P. Hasta ahora existía un sistema de alertas que relacionaba la mortandad y las temperaturas, pero por provincias. Ahora se ha afinado. ¿Cómo se ha hecho?
R. Todas esas variables de las que hablamos además de la temperatura no son iguales tampoco dentro de cada provincia. Por ejemplo, en Madrid no se da la misma situación en la sierra que en Las Vegas o que en el centro de la capital. La mortandad está influenciada por factores locales que están por debajo del nivel provincial. Con la idea de que las alertas de Aemet [Agencia Estatal de Meteorología] coincidan con las alertas de salud se han cogido las mismas regiones que emplea Aemet. El objetivo es que cuando se dé una alerta en Aemet tengamos la correspondiente alerta en salud. La OMS nos está diciendo que los planes de prevención tienen que ser al nivel local o al nivel digamos geográfico más bajo posible. Por eso hemos pasado de 52 provincias a 182 regiones isoclimáticas. De esas 182 regiones isoclimáticas o de meteosalud, en el 53% de ellas el umbral para que se active la alerta en salud estaría por debajo de la temperatura de alerta de Aemet. Es decir, si solo me quedo con las alertas de Aemet, que son meteorológicas, no estaría dando más del 50% de los avisos en salud.
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