Perros peligrosos, más allá de la lista negra y el bozal: “Pasó de querer comerse a todos los perros a hacer amigos”
La relación de razas de canes potencialmente agresivos seguirá vigente tras la entrada en vigor de la ley de bienestar animal este viernes, a pesar de las dudas sobre su efectividad
Bili Joe, una mezcla de pitbull y dogo argentino de 12 años, está incluido dentro del listado de razas de perros potencialmente peligrosas que la ley de bienestar animal, que entra en vigor este viernes, pretendía suprimir y finalmente mantiene. Bili Joe y el resto de los 150.000 perros de este tipo que se estima existen en España ―cifra que podría subir al doble con los no registrados, según la Dirección General de Bienestar Animal― continuarán rigiéndose por la ley 1999 de tenencia de animales peligrosos. En ella, se exige que lleven bozal y correa, además de una licencia al propietario y un seguro, pero no se pide que los ejemplares que pudieran ser conflictivos superen una evaluación de sociabilidad, como proponía la ley de bienestar animal al inicio de su andadura. De esta forma, se podría diferenciar a los individuos agresivos de los que no lo son, sin tener en cuenta la raza de la que procedan.
Esta opción es considerada más realista por los expertos, porque no se trata de que existan razas más agresivas, sino de perros a los que no se ha sociabilizado y presentan un comportamiento violento. Hay personas que consideran que un perro guardián es mejor si no tiene contacto con nadie, pero es una creencia errónea, ponen como ejemplo. Sergio García Torres, director general de Derechos de los Animales, asegura que el listado de razas desaparecerá con el reglamento que desarrolle la ley de bienestar animal, porque ahora “se deja fuera a muchos perros que pueden ser peligrosos y condenas a otros a una cadena perpetua”. Pero el documento está parado hasta que no se forme el nuevo Gobierno y no se puede asegurar si las intenciones cambiarán o no, advierte Carlos Alfonso López, vocal de la Real Sociedad Canina de España (RSCE) y asesor en la redacción de la ley de bienestar animal.
A Bili Joe lo rescataron cuando tenía unos seis meses de un poblado chabolista, en el que estaba atado a un árbol la mayor parte del día. La falta de movilidad le había producido la atrofia de los cuartos traseros. “Se paraba cada rato”, rememora su dueño Carlos García Arcos. Podía ser un perro destinado a peleas, porque cada vez que se acercaba otro can “se ponía como un león, tenía un comportamiento muy agresivo”.
Se tomó tan en serio su educación que en la actualidad es adiestrador canino. Ha conseguido que Bili Joe sea “bastante tranquilo; pasó de querer comerse a todos los perros a que le den igual, e incluso a hacer amigos”, comenta. “Y es buenísimo con la gente”, añade. Aunque hay personas que cuando ven acercarse a Billi Joe, con sus más de 40 kilos y parapetado tras un bozal, se cruzan de acera o cogen a su perro en brazos si es pequeño. “Seguro que con un adiestramiento desde cachorro y sin maltrato no habría tenido ese comportamiento tan agresivo”, comenta.
Carlos García Arcos se tuvo que sacar la licencia obligatoria, que incluye un informe de antecedentes penales y un seguro de responsabilidad civil no inferior a 120.000 euros. Cualquier persona que elija las razas marcadas por la ley deberá cumplir los mismos requisitos: pitbull terrier, staffordshire bull terrier, american staffodshire terrier, rottweiler, dogo argentino, fila brasileiro, tosa inu y akita inu. Sin embargo, no es tan sencillo, porque esta relación varía según las comunidades, e incluso dependiendo de los ayuntamientos, que añaden razas.
También hay razas que no existen, como ocurre con la american bullyXL, que ha generado una gran polémica en el Reino Unido después de varios ataques. El primer ministro, Rishi Sunak, anunció este 15 de septiembre que ilegalizará la tenencia de estos canes. Pero primero tienen que definir el tipo de perro que es. “Son perros boutique, que no están inscritos en registros oficiales. El animal se crea porque hay mercado y en función de lo que la gente quiere, es un gran problema hoy en día”, aclara Carlos Alfonso López, de la RSCE. Pueden ser “altos, bajos, más o menos arrugados... Y arrastran gravísimos problemas de salud e incluso genéticos”, advierte.
Sin estadísticas reales
López advierte de que el listado actual “no está basado en estadísticas reales, porque no existen, además de que pertenecer a determinada raza indica unas tendencias de conducta, no que todos sus ejemplares sean agresivos”. La educación, vital para cualquier perro, se puede personalizar para esas tendencias. “Hay que asesorarse antes de la compra y educarlo desde joven para potenciar su sociabilización”, explica.
No todos los canes que presentan comportamientos agresivos son completamente recuperables. “Si llegan mal, no podemos garantizar que nunca hagan nada malo, pero la mayor parte pueden llevar una vida normal”, indica. La falta de datos es tal que en el Ministerio del Interior cuentan con una relación de los daños causados por animales peligrosos, sin que conste el tipo de animal ni de lesiones. Es decir, no se conocen cuántas mordeduras se producen cada año en España, por ejemplo.
A pesar de las dificultades que acarrea la tenencia de estos animales, Álvaro Parrilla eligió a Thai, una american sttaffodshire terrier, como mascota cuando era un cachorro de tres meses y medio. No fue un impulso, investigó durante tiempo. Quería un perro de tamaño mediano, pero “que se comportara como uno de mayor envergadura para llevarlo a correr, a hacer deporte...”. Tenía amigos con perros de esa raza y se decantó por ella. Pero a Thai no le gustaba el bozal y era insegura. Decidió que el mejor camino era acudir a profesionales, y se convirtió en uno de ellos.
“No es más difícil adiestrarlos que a otras razas, pero tienes que ser muy constante y depende del carácter del perro”, explica. Pueden sociabilizar por la calle con bozal y correa, pero en fincas privadas “se pueden dejan libres con perros conocidos”. Recomienda no elegir una mascota por la estética, sino por las características de la raza y teniendo en cuenta sus necesidades. También es imprescindible informarse sobre el criador. “A mí no me valía cualquiera, escogí a uno que no sacaba camadas todos los años, les hacía pruebas y se interesaba por los cachorros”, explica.
Eduardo Díaz es veterinario y criador de rottweiler ―uno de los perros, junto con el pitbull, que más se identifica como raza peligrosa― desde hace 35 años. La calificación actual de la ley por razas le parece “un absurdo sin justificación”. “En todo caso habría que realizar un estudio y saber qué perros y en qué situaciones se producen las agresiones”, plantea. El problema para él es la falta de educación de los propietarios en cuanto a la forma de adiestrar a los perros. “Si eso no se soluciona, no vamos a acabar nunca con esta situación”, plantea.
Describe al rottweiler como una de las razas “más cariñosas y fieles que existe”. Un perro se convierte en violento cuando “hemos hecho una barbaridad con él, lo hemos aislado del mundo y lo hemos convertido en un animal inseguro”, explica. Díaz no vende un perro a cualquier persona. “Si es alguien de mucha edad o frágil físicamente, se lo quito de la cabeza, porque hay que tener fuerza para sujetarlo”, comenta. Si son personas que no le convencen y que no dejan muy claro para qué lo quieren, tampoco. “Pero lo pueden conseguir en otro lado”, advierte. También es necesario que se controle a los criadores, porque si el cachorro viene de un cruce “desastroso, con endogamia y con una crianza mala, empezamos mal, en la primera etapa infantil es cuando el perro cría las malas experiencias”, explica.
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