¿Qué hacen en el Ártico tres tapones de plástico de Font Vella, Lanjarón y Cabreiroá?
Científicas del Centro Helmholtz para la Investigación Polar y Marina en Alemania consiguen identificar el 1% de los 23.000 residuos plásticos recogidos en playas árticas en cinco años
Tres tapones de marcas de agua mineral, dos boyas de pesca y los restos de una caja agrícola están entre los 23.000 residuos plásticos recogidos entre el año 2016 y el 2021 en las playas de Svalbard, en el Ártico. Estos seis objetos todavía tenían restos de letras que delataban su origen: España. Los desechos forman parte de un estudio llevado a cabo por el Instituto Alfred Wegener, del Centro Helmholtz para la Investigación Polar y Marina, en Alemania, para buscar la procedencia del plástico que termina en playas prístinas al norte del círculo polar ártico.
La tarea no resultó nada fácil, pues solo encontraron etiquetas o alguna pista en el 1% de la basura recopilada. Pero las investigadoras lograron conectar estos residuos con marcas de toda Europa, América y Asia. En el caso del plástico procedente de España, los desechos identificados corresponden a tres tapones de Font Vella, Lanjarón y Cabreiroá, dos boyas de la empresa Industrias Plásticas Castro S.A. de Gipuzkoa, y el trozo de una caja de plástico de la empresa Ponienteplast S.A. de Almería.
La mayoría de los desperdicios que se podían reconocer pertenecían a países del Ártico, en particular Rusia y Noruega, explica la autora principal del estudio, Anna Natalie Meyer, investigadora del Instituto Alfred Wegener. “A nivel local, los desechos plásticos llegan al océano desde los barcos y desde las comunidades del Ártico, debido a los sistemas deficientes de gestión de desechos”, agrega.
No obstante, un tercio de los desechos plásticos con alguna huella o marca que permitiera analizar su origen procedía de Europa. “El 8% tenía su origen en Alemania y el 2%, en España”, confirma Melanie Bergmann, otra de las investigadoras del Instituto Alfred Wegener. “Teniendo en cuenta que Alemania es el campeón europeo tanto en términos de producción de plástico como de exportación de desechos, este porcentaje, en comparación alto, no es tan sorprendente”, declara Bergmann.
Los hallazgos, publicados ahora en la revista Frontiers, muestran cómo incluso países europeos con sistemas avanzados de gestión de residuos contribuyen significativamente a la contaminación de ecosistemas remotos como el Ártico.
Los restos de plásticos y los microplásticos que proceden de las fuentes más alejadas son transportados al océano Ártico desde el Atlántico, el mar del Norte y el Pacífico Norte por varios ríos y corrientes oceánicas. Las autoras de la investigación identificaron incluso desechos provenientes de lugares tan distantes como Brasil, China y Estados Unidos en este archipiélago del círculo polar.
Ciencia ciudadana con turistas
La iniciativa para limpiar las costas del Ártico nació de la guía turística y escritora Birgit Lutz, que contactó con las investigadoras alemanas tras leer una publicación del instituto de 2016 en la que se alertaba de la basura flotante en los océanos. La escritora, que ya actuaba limpiando playas de desechos varados, tuvo la idea de contribuir organizando viajes de “ciencia ciudadana”, donde un grupo de turistas navegaría a vela por 14 playas remotas de Svalbard recogiendo los restos de plásticos. El resultado fue la retirada de más de una tonelada y media de residuos en cinco años.
La basura recogida se entregó al instituto, y en el laboratorio del centro examinaron cada objeto minuciosamente en busca de huellas y etiquetas. “Anotamos los detalles y tomamos fotografías. Después investigamos la empresa de donde procedían o el idioma en el que estaban escritos”, detalla la científica Bergmann.
“El análisis descubrió que, en un 80% de los casos, la gran mayoría de los desechos eran de plástico”, aclara Meyer. Y aunque una parte principal de los artículos podría clasificarse como provenientes de la pesca, no se pudo identificar su punto de origen.
El estudio también compara los nuevos datos con los de trabajos de campo anteriores realizados en el mar y en las profundidades del fondo del océano, y recalca que donde se acumulan más desechos es en las costas del Ártico, lo que las convierte en una especie de sumidero final.
Estos residuos plásticos plantean desafíos adicionales para los ecosistemas de esta región, que ya están sobrecargados por el cambio climático. Después de todo, este lugar se está calentando a una tasa cuatro veces mayor que la media mundial, especifica el estudio.
Las investigadoras alemanas aseguran que para abordar el problema de manera efectiva, no solo es necesario mejorar la gestión local de residuos, en los barcos y en la pesca, sino también reducir de forma masiva la producción mundial de plástico, especialmente en los países industrializados de Europa, América del Norte y Asia. De hecho, inciden en que cerca del 11% de la producción mundial de este material termina en las vías fluviales, desde donde se propaga a los lugares más recónditos del planeta.
Después de analizar cada desecho en busca de posibles pistas, las autoras del trabajo consideran que sus resultados muestran la necesidad urgente de un Tratado de Plásticos de la ONU ambicioso y jurídicamente vinculante, un pacto en vías de negociación y que está previsto que entre en vigor en 2024.
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