Las pisadas agotan al río Chíllar
La Junta de Andalucía limitará el acceso de visitantes tras la masificación del espacio natural denunciada por ecologistas y el Ayuntamiento de Nerja
Chapotear en el agua del río Chíllar, en Nerja (Málaga, 21.018 habitantes), es uno de los mayores placeres veraniegos de la Costa del Sol oriental. De fácil acceso, unas simples zapatillas permiten recorrer ocho kilómetros por su cauce entre pozas y pequeñas cascadas. Hay una zona especial, la que atraviesa los llamados cahorros, donde la caminata transcurre por pasillos de piedra caliza esculpidos por la erosión. Pero su atractivo es también su condena. El estallido del turismo de naturaleza tras la pandemia ha incrementado la masificación en el espacio natural, con consecuencias negativas en su biodiversidad.
Es lo que han denunciado varias veces Ecologistas en Acción y el Ayuntamiento de Nerja, que estima que hay jornadas donde se reúnen más de 3.000 personas en el cauce. Por eso, la Junta de Andalucía trabaja ya para limitar el acceso, con cupos diarios de turistas y un sendero paralelo que evite transitar por los tramos más dañados. “Hace años el número de senderistas era asumible, ahora se ha disparado y debemos hacer algo”, afirma Mariana Ortí, directora conservadora del Parque Natural de las Sierras de Tejeda Almijara y Alhama donde se enclava este río.
La ruta fluvial ha sido una alternativa tradicional a las playas atestadas del verano. Este año, sin embargo, ha vivido una explosión de visitantes por dos razones. A un lado, porque la actividad ha estado prohibida durante los veranos de 2020 y 2021 a causa de la pandemia, hasta que el final de las restricciones facilitó su reapertura y muchos visitantes querían volver a vivir esta pequeña aventura. Al otro, el auge del turismo de naturaleza, que abarrota lugares que hace años estaban tranquilos.
El turismo ha vuelto en masa en busca de un agua que nunca falta gracias a los grandes acuíferos del entorno, que regalan un caudal todo el año —incluso en plena sequía—, una rareza en la provincia de Málaga. Es un senderismo cómodo. Se puede comprobar cualquier mañana, con centenares de personas —de niños a mayores— que se cruzan en los estrechos pasillos del río. O las decenas que se arremolinan en el llamado Vado de los patos, charca que ejerce de límite para la mayoría de visitantes. “Hay días que parece una feria”, señala Rafael Yus, portavoz de Ecologistas en Acción, que apunta cómo numerosos clubes senderistas de toda Andalucía van a la zona, con autobuses repletos, durante los fines de semana.
Las administraciones reconocen el problema. La propia web de la Diputación Provincial recomienda hacer la ruta “en días de diario, bien temprano” y anima a evitar julio y agosto porque se producen “momentos de aglomeración”. La consejería de Medio Ambiente, por su parte, define al río como “un punto de distinguido exotismo en la Axarquía”. “El interés turístico de este sendero por sí mismo es indudable”, afirma la web. El boca a boca y las redes sociales hacen el resto, con decenas de fotos de visitantes en lugares idílicos que en realidad no lo son tanto. No solo por la masificación, también por la basura acumulada. En 2017 se extrajeron 450 kilos de residuos del cauce y miles de pares de zapatillas que colgaban del cableado de la zona.
No darle publicidad para no morir de éxito
Consciente de que podía morir de éxito, el Ayuntamiento de Nerja apenas habla del Chíllar. Ya no lo menciona entre sus atractivos. En su web de turismo hay alusiones a Verano Azul, sus playas o los acantilados de Maro, pero rara vez se cita el río. El municipio ha solicitado en varias ocasiones la Junta de Andalucía que ordene la actividad. La última, el pasado mes de mayo. El pleno municipal lo acordó por unanimidad. “Con esta nueva iniciativa volvemos a pedir a la administración competente que tome las medidas oportunas para que, de una vez por todas, se regule el acceso a este espacio”, explicó el concejal de Medio Ambiente, Javier Rodríguez, en un comunicado que denunciaba riesgo de accidentes, deterioro medioambiental y la existencia de problemas “ante posibles situaciones de incendios forestales”.
También lo es la compleja orografía, que dificulta los rescates en caso de accidente. Hay ejemplos recientes. El pasado junio, una mujer de 70 años se golpeó en la cabeza en el Vado de los patos y quedó inconsciente, por lo que fue trasladada en camilla durante dos kilómetros por los bomberos. En abril, en el mismo sitio, otra mujer de 60 años se fracturó una muñeca y se dio un golpe en la sien. También fue evacuada a pie durante un largo tramo.
La administración andaluza “es consciente de la situación”, según explica la directora conservadora del Parque Natural de las Sierras de Tejeda Almijara y Alhama, Mariana Ortí, que subraya que desde Medio Ambiente “siempre se ha visto el Chíllar con gran preocupación”. Ortí asegura que ya trabaja para la ordenación de la actividad, como ya ocurre en otras regiones con los mismos problemas de masificación, como Cataluña. “El problema es que hay varias administraciones implicadas, distintas normativas y no es tan fácil establecer una regulación”.
Además de la existencia de propietarios privados y el municipio —con monte público de su titularidad—, es la propia consejería de Medio Ambiente la mayor competente, tanto por los espacios protegidos como por su gestión del Dominio Público Hidráulico.
Cupo de visitas y entrada
Su personal ya trabaja en regular la práctica senderismo acuático mediante un plan de gestión que dibuje las zonas que se pueden recorrer, pero también áreas de seguridad para posibles rescates, lugares para el aterrizaje de helicópteros o refugios ante posibles incendios forestales, así como delimitar tramos que no se podrán pisar para favorecer la conservación de la flora y la fauna. Habrá un cupo máximo de visitas diarias y acceder tendrá coste económico para sufragar los gastos que genere dicha gestión del espacio natural. “No sé qué fórmula definitiva se encontrará, pero lo ideal es establecer reserva previa, limitar el número de personas al día y desviar el recorrido en las zonas más frágiles”, insiste Ortí.
La regulación del río Chíllar no será la primera del Parque Natural de las Sierras de Tejeda Almijara y Alhama. En su vertiente norte, ya en la provincia de Granada, la Junta de Andalucía prohíbe los recorridos a pie por los cauces de todos los ríos de la zona desde verano de 2021 (aunque sí se puede caminar por sus riberas cuando existe sendero). Lo hace por “un serio problema de aglomeración de personas”, según el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA), que pone en riesgo a especies como cangrejo de río autóctono —en peligro de extinción— o la trucha común.
Solo hay una excepción, la del río Verde, al que se puede acceder en un tramo para practicar barranquismo —bajo autorización— y otro cerca de Otívar, en el que, además de este deporte, se permite el paso de un cupo limitado de personas al día, establecido por las plazas de aparcamiento disponibles junto al cauce.
Puedes seguir a CLIMA Y MEDIO AMBIENTE en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.