Lombardía pide que se decrete el estado de emergencia en toda Italia por la sequía
El país atraviesa la peor crisis hídrica de los últimos 70 años y algunas ciudades ya han comenzado a imponer restricciones
La peor sequía de los últimos setenta años está azotando Italia con fuerza, en particular el norte del país, donde el caudal del río Po se encuentra bajo mínimos. En concreto, en la próspera región de Lombardía la situación es especialmente crítica. El alcalde de Milán, Giuseppe Sala, como muchos otros del norte, ha invitado a los ciudadanos a minimizar el uso de agua potable tanto para uso doméstico como para regar los jardines privados. Además ha cerrado todas las fuentes de la ciudad y ha suspendido el riego por aspersión de céspedes y zonas verdes. La semana pasada, las autoridades regionales decretaron el estado de emergencia hídrica regional hasta el 30 de septiembre, para limitar el consumo de agua al mínimo indispensable. Ahora, el presidente lombardo, Attilio Fontana, que ha pedido también agua a otros territorios, ha solicitado al primer ministro, Mario Draghi, que declare el estado de emergencia a nivel nacional por la crisis hídrica. “Nos encontramos ante un escenario de alta gravedad hidráulica que determina la necesidad de llevar a cabo intervenciones específicas y dirigidas en el menor tiempo posible”, ha señalado el asesor regional de Protección Civil, Pietro Foroni.
Hace algo más de una semana, el consejero regional de agricultura de Lombardía, Fabio Rolfi, lanzó una alarma: “Apenas queda agua”. Y explicó que desde los embalses hidroeléctricos de los Alpes se liberarían río abajo cinco millones de metros cúbicos, indispensables para cubrir las necesidades agrícolas durante tan solo 10 días. “Después se acabó”, alertó.
La región de Emilia-Romagna, presidida por Stefano Bonaccini, también ha pedido al Gobierno que decrete una emergencia nacional para poder activar fondos económicos específicos y ha calculado un presupuesto de 36,7 millones de euros para hacer frente a la crisis en la región. Según su propuesta, las intervenciones más urgentes pasan por garantizar el suministro de agua con camiones cisterna, excavar nuevos pozos o colocar nuevas tuberías y sistemas de bombeo.
El ministro de Políticas Agrarias, Stefano Patuanelli, ha explicado que en muchas zonas del país se vive “una situación dramática” y que las llamadas zonas rojas, aquellas en las que hay una disminución de los niveles de los ríos y lagos y donde faltan recursos hídricos, se están expandiendo cada vez más y por lo tanto “casi todo el país en las próximas semanas estará en la zona roja”.
El director de la Protección Civil italiana, Fabrizio Curcio, ha advertido además que “no se puede descartar el racionamiento diurno de agua”, después de que ya se están efectuando cortes nocturnos del suministro en algunas zonas.
La escasez de precipitaciones acumulada es alarmante. En el país transalpino se ha registrado entre un 40% y un 50% menos de agua de lluvia este año respecto a la media de los anteriores y hasta un 70% menos de nieve.
Los satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA) han mostrado cómo el mayor río del país, el Po, que atraviesa todo el norte, se está secando ante la ausencia de lluvias en los últimos 110 días, de nieve en los Alpes y también debido a las altas temperaturas. Los expertos hablan de la peor sequía de las últimas siete décadas, que se está ensañando con la cuenca del Po, donde se concentra el 40 % de la producción agrícola del país.
Los daños totales debidos a la sequía superarán los 1.000 millones de euros si no vuelven las lluvias más abundantes en las próximas semanas, advierte la asociación CIA-agricoltori Italiani, que representa a la mayoría de los agricultores italianos. Además, se prevé que la producción de frutas de verano, como los melones y las sandías, descienda entre un 30% y un 40%, y la de maíz y soja, un 50%.
Coldiretti, otra asociación del sector, ha estimado los daños en 3.000 millones de euros. A las pérdidas se suman las subidas de precios que afectan a varios productos indispensables para la agricultura, como los fertilizantes, cuyo precio ha subido un 170% desde la invasión rusa de Ucrania, y el gasóleo agrícola, que cuesta tres veces más que hace un año. Las previsiones no son optimistas. No lloverá durante los próximos 15 días y los expertos ya hablan de una sequía histórica más dura que la que se vivió en 2003 y en 2017.
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